Postdata #2: conversa con joven que va y vuelve (II y final)

“La sociedad cubana actual es muy plural, es necesario crear los espacios para que todo el mundo tenga voz, y se gobierne para todo el mundo.”

Foto: Kaloian Santos

Rafael Hernández (RH). En tu comentario a mi carta hace diez años, me decías que regresarías el día en que la Cuba que yo pintaba existiera de veras. Sin embargo, regresaste. ¿Cómo pasó?

Maykel Galindo (MG). LA persona que soy hoy no es la persona que era en aquel entonces. Muchas cosas han cambiado. Y para responderte ahora tengo que poner en contexto todo lo que escribí entonces como respuesta.

Cuando, en 2016, decidí regresar a La Habana, tenía una pareja en Bruselas a quien Cuba le despertaba mucho entusiasmo. Él ayudó a reconciliar mi imagen sobre Cuba. Después de la reforma de 2011, en 2013, empecé a hacer viajes seguidos a La Habana; y a notar espacios para cada vez más jóvenes, que en mi tiempo no existían; a descubrir otra Cuba avanzando hacia otro lugar; un discurso diferente en los medios de comunicación; a advertir unas ganas reales de transformación, de apertura. Como joven que vivió durante muchos años bajo el embargo norteamericano, y también bajo un discurso inmovilista cubano, empecé a notar un avance hacia algo diferente.

Postdata #2: conversa con joven que va y vuelve(I)

Viendo que había jóvenes emprendedores que estaban en Cuba viviendo ya no de un salario, que no nos engañemos, no servía para nada, yo no iba a regresar a Cuba a trabajar en una institución del Estado que me iba a pagar trescientos o cuatrocientos pesos al mes, sino a un lugar donde yo pudiese montar un negocio y vivir, sin mayores beneficios, pero decentemente. Conociendo a jóvenes emprendedores, empiezo a cambiar mi imagen de una Cuba fija e inmóvil.
Estando precisamente en Tucson, Arizona, escuché el discurso de Obama y el de Raúl en YouTube, y me dije que tenía que regresar, porque Cuba me estaba llamando.

Ya había comprado mi casa, que imaginaba para vivir cuando fuese viejo, porque siempre tuve claro que iba a morir aquí, y empecé entonces con la idea de abrirme un hostal, una casa de renta. Y en el 2015 empiezo a venir por temporadas más largas, y en el 16 me quedo a vivir en una Habana que estaba desbordante de salud, de ganas de vivir, de creatividad. Lo que veía era extremadamente bonito, jóvenes que habían tenido como meta de vida irse del país y que estaban pensando volver a vivir en Cuba. Y aunque los pasos eran tímidos, había algo mágico que hizo que uno volviera a creer en que esta vez las cosas iban a mejorar. En ese contexto, regresé.

En el contexto en que yo había leído tu carta en 2012, desde el dolor; desde todo lo que yo pasé para poder salir de Cuba sin querer quedarme fuera; cuando uno llega a una sociedad no como la americana, sino como la belga, y te das cuenta de que como emigrante y pobre puedes estudiar, contando con la preparación y el apoyo de la familia, que aunque sea modesta, puedes prosperar, y que la educación y la salud son prácticamente gratis también… Y entonces cuando te das cuenta de que estás en una sociedad funcional y que muchas cosas de las que nos dijeron que teníamos en Cuba también las tienes fuera con compromisos sociales creados, y entonces lees un artículo como el tuyo, te da mucha frustración, porque una vez más no estamos analizando las cosas como tienen que ser.

El día en que se vayan a analizar en Cuba el capitalismo y el comunismo pues debemos analizar todos los capitalismos y todos los comunismos, incluidos los otros caminos, como Vietnam, China, Finlandia, Suecia, para países capitalistas y comunistas, y no solamente quedarnos en esa confrontación de las dos orillas que son el comunismo cubano y el capitalismo norteamericano.

Te respondí en ese contexto, después de que muchos derechos me fueron negados durante ese proceso de salida del país y al regresar de visita después.

Fueron los años en que yo estaba realmente tratando de buscar un equilibrio entre la persona que yo era y la que me había convertido, entre las ganas de vivir en Cuba y las ganas de no hacerlo.

RH. En 2022, me decías que allá no eras feliz, pero te sentías más ciudadano.

MG: En Bélgica me sentía más ciudadano porque tenía derechos que no tenía en Cuba, a decidir y a implicarme. Lo que está sucediendo en Cuba hoy en día con la juventud, dígase emigración, dígase explosión de los eventos del 11 de julio, es que hay una desconexión entre el gobierno y las necesidades de los jóvenes.

En el tono de mi respuesta a tu carta está que a los jóvenes que no han vivido lo que tú o mi madre vivieron no se les puede pedir ni continuidad ni resistencia.
Los gobernantes deben gobernar para esa clase de joven que se está yendo, hay que buscar soluciones, y muchas de las soluciones, Rafael, están en resolver los problemas estructurales que existen hoy.

Hay una desconexión entre el discurso oficial y las necesidades reales, psicológicas, sociales, económicas, de la juventud. Con ese, digamos, candor te respondí. El que está en una organización de la Juventud no es el único joven de Cuba. También está el insatisfecho, que no tiene el mismo recorrido intelectual, y que vive en un barrio desfavorecido, con familia desfavorecida, que no entiende nada de sentarse en un aula o de ser un cuadro político. Ese joven también es parte de esa sociedad. Ese hueco que hay entre dos Cubas es muy difícil de llenar, y mientras más pasa el tiempo, más irremediable será.

RH. Volviendo a tu vida afuera, cuéntame qué hacías en Bélgica precisamente en aquel momento.

MG. Durante tres años dejé de estudiar y trabajar tiempo parcial, para poder traer a mi hermano a Bruselas conmigo, y me dediqué a trabajar a tiempo completo, en bares, restaurantes, hoteles. Desde que empecé a trabajar, tenía una amiga empleada en un hotel cinco estrellas, y ella me enseñó a operar con los códigos de las grandes cadenas europeas.

Cuando mi hermano se asentó, volví al Instituto Superior de Traductores e Intérpretes de Bruselas, muy prestigioso. Esos estudios contienen una buena dosis de política, economía, y de las instituciones de todos los países que hablan español, francés e inglés, prácticamente medio mundo, me hizo entender más las instituciones americanas, latinoamericanas, cubanas, europeas, y tener una visión política mucho más amplia, que me preparó para el regreso a Cuba, ya despojado de todo sentimiento encontrado, sino viéndola como el país de resistencia que es. Además, apreciando cómo en ese momento estaba intentando lanzar reformas, las complicaciones que le causaba el bloqueo norteamericano, todo eso hizo que yo viera a Cuba desde una perspectiva mucho más, digamos, internacional, más desconectada de mis sentimientos como cubano y más como país, y también con una mayor madurez intelectual por haber vivido en el extranjero.

RH. ¿Te fue fácil re-adaptarte a vivir en Cuba? ¿La repatriación? ¿A tus amigos les pareció buena tu decisión? ¿Qué es lo que más extrañas de tu vida allá?

MG. Me fue, digamos, fácil, de hecho; más de lo que pensaba. No tenía pensado en el 2016 regresar para vivir permanente. Pero era tan linda la vida que estaba descubriendo. Veía gente, cubanos como yo, regresando llenos de sueños, de motivaciones. Aunque en Cuba siempre ha sido un problema material vivir, no es fácil montar un negocio, comprar lo que necesitas… Despojarme de toda esa necesidad material me fue más fácil de lo que creía, y readaptarme a la vida. Uno no logra “adaptarse” a lo que ya es, sino, sencillamente, aceptar que es de aquí, y poco a poco se va acostumbrando. Cuando uno vive en un barrio residencial extremadamente tranquilo, se tiene que ir acostumbrando al bullicio de La Habana Vieja, a los vecinos, a vivir aquí: un día se va la luz; y otro, no hay agua. A esas cosas se va acostumbrando, porque tiene todo lo demás, el amor de la familia, las nuevas amistades que vas descubriendo. Ve uno que está creando un negocio, que para uno es próspero. Luego está enfrentarse a la burocracia en Cuba y a todo lo demás. Pero ya sabemos que eso es un mal para todo el mundo, no solo para uno.

Maykel (al centro), en su hostal, 20 años después.

Muchas cosas deberían cambiar en Cuba, pero al final no es eso lo que hace que uno ni se vaya ni se quede. Así que, para mi sorpresa, me resultó más fácil de lo que imaginaba.

Lo que más extrañaba de mi vida en otro país eran mis amigos. Y fui afortunado, porque casi todos mis amigos vinieron a verme, los mejores en todo caso, pocas cosas me atan a un lugar más que su gente y su cultura.

De Bélgica sí extraño muchas cosas, no puedo pasarme mucho tiempo tampoco sin estar allá. Lo que más extraño son los momentos cotidianos, ese café que tomas con un amigo en ese lugar que has hecho tuyo, la cena en ese otro restaurante que también has hecho tuyo. Esos momentos que he hecho míos en ciertos espacios de la ciudad, las caminatas en el parque, eso era lo que más extrañaba.

La repatriación me fue bastante fácil, el proceso como tal fue sencillo. Había mucha desinformación. Una vez me citaron a La Habana para registrarme y darme el carné. Pero al final era solo para tomarme las huellas, y tuve que costearme un billete de avión solo para eso. Pero yo lo catalogaría como un proceso fácil realmente.

Siendo de los primeros en repatriarme, a mis amigos les pareció la tontería más grande del mundo; porque nadie se imaginaba que alguien que pasó tanto trabajo para salir de Cuba estuviese pidiendo un permiso para reasentarse. Cuando lo dije en 2016, me tomaron por loco. Yo no tengo que justificarme con nadie, pero más allá de demostrar que fue una decisión acertada, porque me veían feliz, es verdad que Cuba no da las garantías para que uno se sienta bien cuando vive en el extranjero, ni que está tomando la decisión correcta. Desgraciadamente, la relación de Cuba con sus emigrados hoy es aún tormentosa. Aunque se han hecho un sinfín de cosas para mejorar esa relación, como los encuentros de Cuba y su Emigración, desde la época de Fidel, aún la relación con el emigrado no es sana, se le excluye de muchas cosas, de un pasaporte a un precio como cualquier ciudadano cubano que vive en Cuba, de la inversión. La repatriación en sí misma es un mecanismo de exclusión, pues se condiciona a la posibilidad de perder la residencia en Cuba. Mientras esas cosas no se sanen, la relación de la emigración con el gobierno cubano no sanará; y a cualquier persona como yo que decida regresar a Cuba lo verán siempre con un ojo un poco raro.

RH. ¿Vivir afuera tantos años te ha ayudado a entender mejor lo que pasa aquí?

He visitado países pobres, y he estudiado las instituciones y cómo funcionan los mecanismos de comercio con esos países. Tuve que dar muchas clases de comercio, de derecho, de economía, y ahí se hablaba a camisa quitada sobre cómo funciona todo. Lo que significa tener un país como los Estados Unidos bloqueando financiera e institucionalmente a uno como Cuba, te permite entender más. Y que Cuba seguirá siendo probablemente una víctima de las relaciones de poder que tienen los Estados Unidos, frente a lo cual no se puede hacer absolutamente nada, salvo resistir.

Los viajes me han abierto mucho los ojos; entender que el comunismo y el capitalismo, como te dije antes, no es solamente Estados Unidos y Cuba; y que el capitalismo no son sobre todo países con que tenemos costumbre de compararnos, como Estados Unidos y Europa, pues también hay un capitalismo dominicano, mexicano, argentino; y que cuando ves las caras de todos, pues te es imposible no entender la realidad de Cuba, sobre todo, lo que no quieres para Cuba.

Es ahí donde yo tengo miedo. Que algunos dirigentes de Cuba hoy en día no se den cuenta de que están creando una masa de gente que mañana, en caso de que haya una ruptura de cualquier tipo, podría inclinarse hacia un extremo, porque no estamos preparando ni política ni socialmente a nuestros jóvenes para ser, digamos, consecuentes o para ser seres políticos. Este podría ser un problema para la Cuba futura.

RH. Esa Cuba de 2016 tan diferente de cuando te fuiste, ¿en qué consistía?

MG: Diferencias de estilos de vida, de objetivos, de discursos, de mentalidad. Evidentemente, Cuba cambió. Cuando iba específicamente a Miami, me decían: “En Cuba nada ha cambiado”, les decía: “Pues en Cuba sí han cambiado cosas.” Y el hecho de que yo estoy viviendo actualmente en Cuba con mi negocio; y que puedo ir con mi dinero a ver a mis hermanos que están en Estados Unidos, y que no hay ninguna prohibición para que pueda hacerlo, es una prueba.

RH: ¿Qué le dirías a un cubano que viva afuera y esté considerando la decisión de regresar?

MG: Bueno, Rafael, responder esta pregunta desde el contexto actual es bien complicado. Porque muchas cosas han vuelto a cambiar.

La única recomendación que le daría a un cubano que vive fuera y esté considerando regresar es que sea consecuente con él y que viva su viaje como tenga que vivirlo. No creo que, en estos momentos, haya muchos cubanos considerando regresar, vista la situación tan compleja del país, a la cual no le veo una solución a corto plazo.

Estoy en Cuba hoy porque ya tengo mi negocio creado y ya aposté por ello. No creo que lo haría ahora mismo, en 2022, porque el gobierno cubano no le va a dar solución a corto plazo a ninguno de los problemas que estamos teniendo. Claro que el bloqueo norteamericano es parte de lo que está sucediendo, pero hay muchas cosas que se pueden hacer desde adentro que no se están haciendo. Y precisamente lo que me motivó a mí a regresar a Cuba en el 2016 es que no había un discurso de continuidad. Raúl Castro me parecía una persona muy pragmática, y estaba intentando hacer las cosas como se debían, para dejar un país un poco más próspero y más saludable económicamente. Quien quiera regresar a Cuba y lo esté considerando pues que sepa que tiene que ser un viaje de él, y que si lo hace, lo hace porque ama el país, y aceptar las cosas que tiene el país que lo hagan sentir bien.

RH. Si tuvieras el oído del Presidente, ¿Qué le recomendarías para disminuir el flujo migratorio?

MG. Que hiciera un verdadero coloquio de la unión de jóvenes cubanos y no solo de la Unión de Jóvenes Comunistas; que se sentara y los escuchara a camisa quitada, como estás haciendo conmigo; y no solo a los que están sentados en un aula en una universidad, sino también a los jóvenes de los barrios. Pero de verdad, no con cuatro dirigentes del gobierno en un pueblo desfavorecido. Porque los mecanismos están creados en Cuba. Hay mecanismos democráticos que se pueden explotar, en todas las escuelas, con la Federación de Estudiantes, con la Unión de Jóvenes Comunistas, que recojan todas las inquietudes de los jóvenes.

Que se apuren con una reforma económica profunda, porque los cambios necesarios no son cosméticos, son profundos. Y hacer cosas a corto plazo para mejorar la confianza. Sea para una relación amistosa, familiar o comercial, la confianza es fundamental. El gran problema es que buena parte de los jóvenes no los escuchan. Mis amigos, están cansados porque no confían en el gobierno.

La sociedad cubana actual es una sociedad muy abierta a todo tipo de criterios, muy plural. Gracias entre otras cosas a la era de internet, a la apertura al turismo, a la gran migración cubana, la sociedad cubana se ha pluralizado completamente. Y es necesario crear los espacios para que todo el mundo tenga voz, y se gobierne para todo el mundo.

Cuando decidí regresar, Cuba me parecía una sociedad tan progresista, que todos los elementos estaban creados para fundar esa tercera vía que le llamamos nosotros los jóvenes de izquierdas en Europa, que nos damos cuenta de que hay modelos completamente contaminados. Un comunismo como el chino, con millonarios, un comunismo vietnamita con millonarios, ¿esto qué tiene? Cualquier persona que logre acumular millones puede controlar a un político corrupto. Y yo veía que se estaban dando pasos, para construir una sociedad sin copiar ningún modelo, tratando de desarrollar el suyo, me parecía eso tan valiente. Y había espacios donde se escuchaban o se pretendía escuchar a los jóvenes, y veía tantas cosas tan interesantes que lo creí. Luego vinieron la COVID y el gobierno norteamericano, con el afán de ahorcar y ahogar al pueblo cubano. Pero la respuesta del gobierno cubano ha sido más ineficaz de lo que debería ser. Y en una sociedad tan plural como la cubana de hoy, con jóvenes que necesitan participar y ser escuchados, hay que buscar los mecanismos, si no, vamos directo al vacío.

Necesitamos más espacios donde podamos ser mucho más sinceros. Desmontar el discurso de esos medios independientes que solo crean malestar y esa idea de que nada cambia y todo va para peor. Es cierto que le ha tocado a esta presidencia una tarea de titanes. Pero el discurso va por un lado, y el actuar por otro.
Raúl tuvo un discurso renovador y no solo un discurso, actuó. En política, actuar es importante. aun más cuando se es osado. Creo que restauró cierta confianza en muchos de los que regresamos.

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