2022. Crecer al 4%

Es imprescindible profundizar las reformas allí donde la realidad ha demostrado que lo hecho no es suficiente. Demorar esa profundización no es saludable, como sabemos.

Foto: Kaloian Santos.

La buena noticia de que se ha detenido el decrecimiento de la economía nacional gracias a los buenos comportamientos del segundo y tercer trimestre de este año, es doblemente buena pues por lo general y debido en al carácter estacional de nuestra economía son el primero y el último trimestre de cada año, los de mayor actividad. Así pues en este 2021 se rompió ese comportamiento.

También es una buena noticia que se planifique un crecimiento del 4% para el 2022, algo que requerirá un esfuerzo significativo si tenemos en cuenta que las condiciones de recuperación de la economía internacional todavía están lejos de alcanzar los años precedentes a la COVID-19; que la inflación mundial, y en especial en Estados Unidos, parece que se convertirá en un gran dolor de cabeza; y que el comercio mundial seguirá padeciendo de fletes excesivamente caros, escasez de contenedores y altos precios para los mismos; la inversión extranjera mantendrá una débil recuperación y los flujos de turismo a escala mundial estarán aun lejos de lo que fueron tres años atrás.

Entradas mundiales de IED, pronóstico para 2021-2022. UNCTAD

La economía interna será decisiva

La estabilidad macroeconómica

Crecer es mucho más que una meta, que una consigna o que una exhortación y no basta con haber hecho un buen ejercicio de planificación. Se necesita alcanzar un mínimo de estabilidad macroeconómica que reduzca la incertidumbre a todos los agentes de la economía, que garantice que las reglas de juego se van a cumplir, que la discrecionalidad tendrá límites adecuados, que el ajuste producirá a escala microeconómica los cambios necesarios para transformar el sistema empresarial, limpiarlo de empresas ineficientes —porque no todas las que están en pérdidas lo son— y que la asignación de recursos sea guiada por criterios de eficiencia. Se debe premiar la eficiencia y la productividad, y amortiguar los costos de ese ajuste con políticas adecuadas, condenar a pérdidas a empresas eficientes no es la mejor de las decisiones en un país que necesita depurar su sistema productivo.

Inflación ¿qué hacer?

De la inflación en Cuba se ha escrito mucho en este año. Es hoy el factor que genera más inestabilidad, incertidumbre, reducción del poder adquisitivo de los salarios “ordenados” y lógicamente malestar social. Al menos los economistas sabemos que la especulación no es su causa, de la misma forma que conocemos que apelar a los buenos sentimientos de los vendedores no resolverá, ni siquiera momentáneamente, este flagelo.

Tres tasas de cambio en vez de una, tal cual prometía el diseño, la reencarnación del CUC en el MLC cuyo acceso es más restrictivo y una política monetaria pasiva están entre sus causas monetarias. Si la realidad sobrepasó al diseño, entonces hay que adecuar el diseño a esta nueva realidad.

La otra causa es histórica, secular y estructural, la insuficiente oferta que nos acompaña desde inicios de los años sesenta, por la debilidad del sistema productivo y por las restricciones para importar, en especial a partir de los años noventa. Generar un incremento significativo de la oferta pensando en una pronta recuperación del sistema productivo no parece alcanzable (500 empresas estatales en pérdidas, y el 67% de las cooperativas en una situación “desfavorable” indican lo contrario) . La producción, aun en aquellas economías que funcionan con alto dinamismo, tiene retraso en relación a la demanda, es menos elástica ante una variación del ingreso. No será por ahí donde en el corto plazo se pueda “atajar” los precios. Regularlos inadecuadamente produce peores efectos, también se ha podido comprobar. Queda el otro componente de la oferta, la importación, también limitada en el sector estatal por la disponibilidad de divisas. Pero hay reservas y pasan por compartir el mercado de consumo y estimular que los agentes no estatales —nacionales y no nacionales— tengan una mayor participación y compartan los riesgos.

Consolidar y profundizar las reformas

Mi colega Antonio Romero en el seminario anual del Centro de Estudio de la Economía Cubana sintetizaba las características del entorno que tendremos para el 2022, teniendo en cuenta el comportamiento de los últimos años:

1. Profunda caída en actividad económica global en 2020. Récord para algunas regiones/países.

2. Fuerte proceso recuperativo desde fines de 2020/principios de 2021 en mayoría de regiones/países.

3. No se superará hasta 2023, niveles de ingreso per-cápita alcanzado en diciembre de 2019.

4. Recuperación asimétrica, y con grandes riesgos/incertidumbres:

a)Recurrencia de brotes/picos de la pandemia

b)Inflación alta y creciente para algunos sectores/mercados

c)Peligros del proceso de reducción de estímulos monetarios (liquidez) por parte de los principales bancos centrales:

-Tensiones en el mercado internacional de energía

-Problemas con algunas cadenas de suministro/logísticas a nivel internacional

5. Conflictividad creciente  entre principales actores globales (EUA, China, UE y Rusia).

La inflación en Estados Unidos y el “olvido” de Mr. Biden de sus promesas pre-electorales son los otros dos factores que complican la situación nacional.

Y a la vez señalaba las oportunidades que esa misma evolución brindaba a nuestro país: 

-Aumento en demanda de bienes y servicios en socios externos,

-Incremento del precio de algunos productos básicos de exportación (azúcar y níquel) y

-Revalorización de la industria de la salud (en especial la importancia estratégica de las vacunas).

Los precios del azúcar han crecido en un 38% de enero a octubre de 2021. Cierto que nuestra restricción es de producción. ¡Salvar la industria de la caña de azúcar! La frase merece más de un libro. Salvar a la industria azucarera no es recuperarla, es hacerla nueva, desde el surco hasta la terminal de embarque. Del 2016 al 2020 esa industria recibió inversiones por 1035 millones de dólares, menos que el sector del comercio (1 563 millones y ni qué decir del sector inmobiliario 15 541 millones). Año tras año asistimos a un nuevo plan incumplido para recuperar la industria azucarera, ojalá esta vez sea diferente.

También los precios del níquel ofrecen una oportunidad (37% de incremento de sus precios de enero a octubre) y la demanda mundial parece que mantendrá cierto dinamismo. Nuestro límite vuelve a estar en la capacidad productiva. A la minería se le dedicaron 1 413 millones en ese mismo período y no todo fue para la minería del níquel. 

Sin dudas la mayor de las oportunidades podría estar en la industria de la salud y la farmacéutica. A pesar del silencio cómplice de algunas instituciones internacionales sobre las vacunas cubanas, es indiscutible que hoy es nuestra mayor fortaleza en el sector industrial.

La recuperación de los flujos de turistas a escala mundial dependerá del comportamiento de la pandemia, que ha vuelto a asomar su rostro en la variante omicron y complica nuestros mercados emisores nuevamente.

Los flujos mundiales de inversión extranjera no alcanzarán la dinámica previa al 2019. Competir por flujos escasos con otros mercados es una tarea difícil. Es cierto que algo se ha anunciado con relación a la IED, pero pareciera que el tiempo no cuenta y la necesaria reforma de requisitos y procedimientos no llegó en el 2021. No es suficiente reconocer que “el poco avance no es atribuible solo a las dificultades generadas por el bloqueo y, en los últimos dos años, por la crisis internacional derivada de la pandemia de COVID-19, sino también a factores de índole interna”. ¿Y si sabemos cuáles, entonces por qué no acabamos de eliminarlos?

Porque existen factores externos sobre los cuales no hay cómo influenciar para lograr cambios favorables a nuestra economía, porque hay fallas estructurales que no se resolverán en el corto plazo; consolidar las reformas será decisivo. Es un ejercicio difícil que requiere de muchos resortes, desde la oportuna y adecuada coordinación de acciones y organizaciones hasta las competencias de las personas que trabajan en ella; también aceptar pagar costos inevitables hasta impulsar el redimensionamiento del sector empresarial estatal no solo en cuanto a su tamaño, sino en su manera de operar en la economía. Hay que hacer realmente efectiva esa exhortación a lograr mayor autonomía. Y también aquella otra que les reclama una mayor relación con el sector empresarial privado y cooperativo. Más de mil pymes en tres meses, en las peores condiciones en que una empresa puede nacer, es como para entender cuán dinámico puede ser este sector. Más apoyo efectivo, mejores incentivos —en especial tributarios— , menos prejuicios y mayores espacios de actuación son aún necesarios.

Hoy existen más de setecientos proyectos de desarrollo local. Los gobernantes locales deberían entender que tener más proyectos de desarrollo local y promover un mayor número de pequeñas y medianas empresas, es decisivo para la prosperidad de sus municipios. Pensar en lo local como lo pequeño, como lo complementario, no parece ser la mejor opción. “Lo local no es la utopía de un desarrollo desde lo pequeño, sino la construcción de capacidades desde el territorio para promover un desarrollo sostenible a escala municipal, regional, nacional e internacional”1 Hay que asomarse al brocal del pozo y mirar desde allí hacia adentro y hacia fuera.

Es imprescindible profundizar las reformas allí donde la realidad ha demostrado que lo hecho no es suficiente. Demorar esa profundización no es saludable, como sabemos.

Si se logra crecer al 4% estaremos aún muy lejos de la dinámica de crecimiento que necesitamos, lejos incluso de lo alcanzado en un año como 2019 y todos sabemos que tampoco en aquel año nuestra producción alcanzaba a satisfacer adecuadamente la aquella parte de la demanda que dependía de ella. Será bueno crecer y mejor será si todos los cubanos logran percibirlo.

Nota:

1 Carrizo Luis y Gallicchio Enrique (2006): “Desarrollo local y gobernanza. Enfoques transdisciplinarios. Investigación y políticas para el desarrollo en América Latina”,  Uruguay, Centro Latinoamericano de Economía Humana CLAEH.

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