El turismo y la velocidad

Foto: Claudio Peláez Sordo

Foto: Claudio Peláez Sordo

Fast and Furious, Chanel, Carnival… Todas estas grandes marcas y algunas otras empresas y empresarios menos divulgados han estado y están de paso por La Habana. Casi todos a la misma vez, todos con sus exigencias y costumbres propias, todos medio fascinados.

Su presencia ha desatado reacciones, muchas encontradas, desde la cultura hasta la ideología, pasando lógicamente por la economía. Bueno, aunque en realidad se habló menos desde la economía… ¡De hecho nada exacto sabemos sobre cuánto ingresó la ciudad por estos eventos!

Las “marcas” reconocidas se sumaron a la presencia ya cotidiana de muchos turistas y por momentos La Habana pareció colapsar. Ni hoteles suficientes, ni siquiera casas de renta con suficiente calidad, ni autos suficientes  y lógicamente ni calles, ni conexiones a internet…

No obstante, la filmación, el desfile, el recorrido del crucero y todo lo demás se ha hecho y eso hará que muchos más grandes consorcios deseen venir. Cuba está de moda y hay que aprovecharlo, aunque también hay que cuidar que los efectos negativos de la moda sean superados por los positivos. Y también debemos todos entender que las modas pasan. Y a veces “too fast”.

Lo mismo ocurre con el turismo, a pesar de nuestros déficits, Cuba es un destino ansiado, con potencialidades de seguir creciendo en los próximos años y algunas compañías (World Travel and Tourist Council) estiman que para el 2025 el crecimiento de los arribos a Cuba será un 66{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} mayor que en el 2015. Ello significa que Cuba podría recibir unos 5,8 millones de turistas. ¡Qué oportunidad, pero qué reto!

La buena noticia es que las instituciones reguladoras y promotoras de Cuba han lanzado todo un programa de crecimiento y desarrollo que se divulgó en la Feria Internacional de Turismo, FITUR 2016.

Pues bien, ese programa contempla más de 100 mil habitaciones nuevas habitaciones hasta el 2030, esto es, que nuestras empresas constructoras deberán construir unas 7 142  habitaciones cada año, desde este año hasta el 2030. Solo para que tengamos idea del esfuerzo, si asumiéramos que las 64 000 habitaciones que tenemos hoy en el país hubieran sido construidas todas entre 1990 y 2015, entonces ello significaría que se habrían construido una 2 560 habitaciones por año. En otras palabras, de aquí al 2030 pretendemos construir casi tres veces mas habitaciones por año que lo construido hasta hoy.

Tampoco podemos descuidar el esfuerzo necesario para mantener y modernizar las 64 000 que ya existen. Si asumiéramos que todos los años se debe dar servicios de mantenimiento a un 10 por ciento de la planta existente, pues entonces habría que sumar unas 6 400 habitaciones más. Esto es, necesitamos recursos, empresas, constructores, etc., para construir o reparar más de 13 mil habitaciones por año.

Evidentemente se espera una explosión en la demanda de insumos (alimentos incluidos) pero también de constructores, pintores, diseñadores, contadores, financistas y a todos debemos sumarle también una explosión de la demanda de servicios bancarios. Con ese escenario de crecimiento es difícil imaginarse hasta dónde podrá crecer la demanda de servicios de consultoría, de esos mismos que hoy se encuentran tan raramente regulados y cuánta demanda de empleados nuevos en el sector del turismo se llegará a acumular.

Necesitaremos un esfuerzo inédito en infraestructura. Carreteras, nuevos acueductos, mejora y modernización de nuestros aeropuertos y puertos, una sustancial mejora en los vuelos nacionales (¿tenemos aviones suficientes?) ¡cajeros automáticos! internet en la versión post-banda ancha  (ojo hablamos a 15 años vista) autos, estaciones de gasolina o mejor aún de recarga de acumuladores de energía, un sistema de comercio ágil, moderno, que garantice oferta variadas para esa casi mitad de población flotante que vamos a tener además de hacerlo para los que vivimos aquí permanentemente.

Lo que veo cuando me imagino ese escenario es una enorme cantidad de oportunidades para nuestras empresas, estatales, cooperativas, privadas, para todas y para todos.

Foto: Claudio Peláez Sordo
Foto: Claudio Peláez Sordo

Si alguien duda que el turismo puede ser uno de esos sectores que impulse la modernización del país, incluso que promueva la generación de productos y servicios de alta tecnología, solo tiene que mirar hacia las nuevas maneras, materiales constructivos e implementos asociados al levantamiento de hoteles, y al componente de investigación y desarrollo que esas esferas contienen. Lo que deberíamos pretender es desarrollar el turismo al estilo del siglo XXI, no al estilo del siglo XX.

El programa de desarrollo turístico contempla crecimientos importantes en polos ya conocidos y el desarrollo de nuevos espacios allí, pero también, como nunca antes, el desarrollo de capacidades en nuestras ciudades, en especial, en la Capital de todos los cubanos. ¡Qué oportunidad, qué reto!

Como Cuba, La Habana está de moda. Sí, porque una parte de todos los nuevos turistas no prefieren las playas y los polos como principal destino. Ellos prefieren bañarse en el “mar” de la vida de la ciudad, tomar el sol del Malecón, refrescarse a la sombra de un alero, conversar con las gentes comunes de la urbe.

El programa dado a conocer en Fitur 2016 contempla crecer en más de 6 500 habitaciones en la Ciudad de la Habana hasta el 2025. Hoy la capital tiene más de 12 mil  habitaciones estatales y 8 mil habitaciones más entre casas completas y habitaciones individuales privadas. El plan de crecimiento divulgado significa crecer en el 50{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} de las habitaciones hoteleras (estatales) existentes hoy. La ciudad necesita ponerse a tono con este crecimiento hotelero.

Ahí están las fotos de la ampliación de la calle 23 a mediados del siglo pasado, la terminación de todo el Malecón, la ampliación de la calle 17, la construcción de la avenida de Rancho Boyeros, la construcción de la avenida 31, la Carretera Monumental, la Vía Blanca, la construcción de los túneles… un gran proceso de desarrollo de infraestructura que se desarrolló con arquitectos, ingenieros y obreros cubanos. Esa infraestructura, que hoy tiene más de 80 años, ha soportado el crecimiento de una ciudad que ha duplicado sus habitantes y ha recibido muy poco para su mantenimiento y modernización.

La expansión de las capacidades turísticas en la magnitud prevista para apenas nueve años demandará esfuerzos notables en la infraestructura: hará falta dotarnos de mejores redes para el agua, la energía, las telecomunicaciones, hará falta un sistema eficiente de saneamiento ambiental, de limpieza de las calles, de menos ruido; necesitaremos drenajes pluviales eficientes (para que muchas avenidas dejen de ser ríos cuando llueve, y muchos barrios, lagunas) Deberíamos tener mejores buses (sí, porque los turistas también montan la guagua, cuando pasa) menos contaminación y sobre todo gente, buenos ciudadanos, amistosos y responsables con su ciudad.

Desarrollar el turismo de ciudad es ante todo desarrollar la ciudad y sus gentes, es respetar su pasado y su legado, de eso se trata. Qué bueno que tenemos que enfrentar tan grande reto y que tenemos esa oportunidad de mejorar, crear nuevos empleos, generar nuevas oportunidades de negocios, etc., etc.

La otra parte de este gran programa de desarrollo turístico en el país es la importante demanda de recursos financieros. Si miramos el nuevo portafolio de inversiones lanzado en la Feria de la Habana 2015, comprobaremos que en los proyectos de desarrollo del turismo, los costos directos de poner en funcionamiento una habitación, como promedio, rondan los 200 mil dólares (los costos totales de cada proyecto solo se recuperan cuando las habitaciones pueden alquilarse, pero poner en explotación un hotel es más que tener un grupo de habitaciones).

Entonces hagamos las cuentas, si asumimos como promedio 200 000 dólares por habitación, necesitamos alrededor de 20 mil millones de dólares para los próximos 15 años o lo que es lo mismo unos 1 428 millones de dólares por año.

Necesitaremos mucha inversión extranjera para lograrlo y necesitaremos nuevas empresas en muchos otros sectores, y no solo en el sector turístico, para satisfacer plenamente el crecimiento de la llamada industria sin chimeneas.

Creo que esas nuevas oportunidades hacen muy visibles las palabras del presidente Raúl Castro en el reciente congreso del Partido.

Sin menospreciar en lo más mínimo el obstáculo que en este sentido significa el bloqueo norteamericano y su aplicación extraterritorial, se requiere dejar atrás prejuicios arcaicos respecto a la inversión extranjera y avanzar resueltamente en la preparación, diseño y concreción de nuevos negocios.”

Lamentablemente, todavía hoy crear una nueva empresa en Cuba, con capital extranjero, demora demasiado. La “permisología” es tan compleja, las instituciones que deben emitir documentos de este tipo, muchas veces están sobrepasadas, nuestra regulaciones mismas reducen tanto la posibilidad de utilizar otros servicios, que por mucho esfuerzo que se haga, los tiempos sobrepasan comúnmente los doce meses de un año. Qué paradoja. Tanto que lo necesitamos y pareciera como que nos empeñamos en hacer bien difícil y complejo crear nuevas empresas en los plazos que más o menos se acostumbra en otros países, incluso en aquellos que son competidores nuestros en la región.

Una habitación para el turismo puede ser una de las grandes fábricas de Cuba, me dijo un amigo, y es verdad. Si lo dudan, hagan el inventario de la “materia prima” que reclama esa habitación, desde los picaportes, hasta los  jabones. Seguro nos alegraríamos mucho cuando la mayoría de los productos que esa habitación necesita, puedan ser producidos en Cuba. Porque el turismo es más que turistas en una playa o caminando por la ciudad, es una oportunidad de relanzar nuestros sectores productivos y de servicios.

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