Inversión extranjera, abrir la otra hoja

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Fue Goyo quien me llamó la atención sobre un hecho cotidiano de lo más interesante, me dijo “¿te has fijado en que los P tienen una puerta delantera que tiene dos hojas y que casi siempre los choferes mantienen una de ellas cerrada o la han clausurado?”. Entonces vino la pregunta real: “¿Y cómo es posible si a ellos lo que le conviene es que la gente monte? ¡Qué contradicción hermano hacerle pasar trabajo al que le ayuda a cumplir su propósito!”

Pasa con la inversión lo mismo. En 2016 el crecimiento planeado de la inversión (13 por ciento) fue menor que la de 2015, cuando creció en un 24 por ciento. Pasamos mucho trabajo para materializar nuestros planes de inversión. Tanto la IED como también la inversión nacional. Tiene que ver con muchas cosas, desde deformaciones estructurales no superadas, hasta una cultura y unas regulaciones que muchas veces no acompañan adecuadamente el propósito y limitan el completamiento del proceso inversionista o lo dificultan y demoran demasiado. A veces un proyecto de decenas de millones se detiene por un producto o equipo que apenas cuesta la veinteava parte del monto del proceso, y nuestras empresas y empresarios no pueden vencer la tramitología para resolver en tiempo adecuado esa situación.

Lo publicado recientemente en Cubadebate sobre nuestra Zona Especial de Desarrollo fue quien me trajo a la mente la conversación. Creo que nunca antes se había publicado tan detallada información sobre el proyecto de inversión para el desarrollo más importante que el país ha acometido en los últimos cinco años. A los dueños de ese proyecto –todo el pueblo de Cuba– les hacía falta esa información.

Casi mil millones de pesos invertidos en un pequeño territorio que nos permitirá incorporarnos a una de las ramas más dinámicas de la economía de servicios: la de la logística del transporte de carga; en momentos en que ese negocio experimenta cambios decisivos ante la multiplicación de la capacidad de transportación debido a las nuevas esclusas del Canal de Panamá. Esa “ala” de ese gran proyecto ya está terminada en su primera fase. Es una nueva ventaja que tenemos y que bien explotada deberá ayudar a nuestro desarrollo.

La otra “ala” es la de la Zona Especial. Esa nos debe permitir dar un salto tecnológico, fomentar las exportaciones, generar encadenamientos hacia el sector productivo doméstico y generar más “empleo adecuado” para nuestra población, sobre la base de inversiones con capital extranjero.

Si embargo, desde mi perspectiva, a nuestra Zona Especial le vienen bien las palabras de nuestro Presidente el 27 de diciembre pasado, mismas que ha repetido incesantemente casi en cada una de sus intervenciones sobre la necesidad de actuar de forma más dinámica con respecto a la inversión extranjera. Aquí es donde el “síndrome de la tranquera”, ese que alimenta la hoja cerrada de la puerta del P se hace evidente.

Hace algún tiempo, nuestra prensa ya había publicado que centenares de empresas se habían interesado en la zona. Hoy conocemos que de todas ellas apenas se han aprobado veintitrés contando esta última, que es notica, entre AT Comercial e Iberoestar para suministrar productos al turismo. Por cierto, ojalá que se aprueban tres o cuatro más, al menos una entre ITH y una empresa de logística reconocida y otra entre alguna otra organización cubana y otra empresa extranjera y una entre una cooperativa y una empresa nacional y que todas compitan por el mercado turístico más dinámico del mundo en el año 2016.

Reconociendo todo el esfuerzo realizado, me llama la atención el tiempo transcurrido para crear las necesarias facilidades de infraestructura que permiten la radicación de los inversionistas.

“Uno de los mayores incentivos para atraer la inversión extranjera es que haya una infraestructura en la Zona con todas las condiciones necesarias que permiten lograr la sinergia entre las diferentes inversiones y los encadenamientos productivos. Recordemos que tan importantes son los incentivos monetarios y fiscales como los requerimientos técnicos de las obras de infraestructura; en eso nos hemos enfocado durante este tiempo”, afirmaba una de los ejecutivos de la ZEDM.

Si una limitante es la ausencia de infraestructuras, entonces, ¿por qué en vez de un concesionario no tenemos dos? ¿O quizás tres? Así compiten entre ellos. Así tienen que demostrar que son realmente buenos construyendo infraestructuras y promoviendo la zona. ¿Deberemos esperar otros tres años para completar las infraestructuras necesarias? ¿Cuánto cuestan las oportunidades pérdidas? ¿Debemos o no cambiar el concepto y el enfoque?

Pensemos en que una de las fuentes de crecimiento del año 2017 y de todos los siguientes es la inversión, la nacional y la extranjera directa.

Podemos hacer una pequeña comprobación. En la cartera de Oportunidades de Inversión publicada en noviembre de 2016 podemos encontrar los proyectos de IED por sectores.

Negocios con IED
Fuente: MINCEX.

Aunque no tiene por qué ser conclusivo ni existir una relación directa entre una cosa y otra, lo cierto es que aquellos sectores que han sido más proactivos hacia la inversión extranjera directa exhiben algunos resultados mucho mejores que aquellos otros que han sido reticentes a esa política.

Comparemos, por ejemplo, el Turismo y el Azúcar, o el sector de la Minería y la Agricultura o cualquiera que decidamos. El sector agrícola, la construcción, la producción de alimentos, las telecomunicaciones son, hoy por hoy, cuellos de botella para nuestro futuro desarrollo. En ellos la “penetración” de IED es mucho menor que en el Turismo, en la Minería, etcétera.

¿No podemos aprender de la evidencia? ¿Qué más hay que demostrar? ¿Cuántos cursos hay que pasar para darnos cuenta de algo tan a flor piel? Y conste: el sector turístico cubano ha tenido que competir, en desventaja, debido al bloqueo norteamericano y a nuestras propias limitaciones, con países muy bien favorecidos y que tenían muchos años de ventaja en relación a Cuba.

Para 2017 la inversión nuevamente se incrementará respecto al año anterior, con un aumento del 49 por ciento de los fondos que el Estado dedicará a apoyarla. Hasta ahora, la información publicada no nos dice cuanto de ello será inversión nacional y cuánto inversión extranjera.

Hasta el momento tampoco podemos saber cuánto de esa inversión será inversión estatal y cuánto será inversión no estatal. Sería provechoso conocerlo. No obstante, usando las cifras del año 2015 podríamos decir que el volumen de inversiones en el 2016 (si el crecimiento planeado, 13,5 por ciento) se hizo efectivo, debió alcanzar los 6 703 millones de pesos, muy lejos del volumen que realmente necesitamos, que está alrededor de los 14 000 millones anuales, o sea, una proporción de entre el 20 por ciento y el 25 por ciento del PIB.

También es cierto que hoy no sabemos a cuánto asciende la inversión privada en el país, pero es muy evidente que esa inversión se ha convertido en un factor importante que impulsa la demanda efectiva. Solo en el caso de la hostelería, restaurantes y habitaciones privada en renta, esa inversión, sin ser decisiva ni mucho menos, mueve un volumen considerable de recursos. Algunas agencias estimen hoy que Cuba recibe entre 2 500 y 3 700 millones de dólares en remesas.

Algunos economistas cubanos estiman hoy que entre el 30 y el 40 por ciento de esas remesas tiene como destino la inversión privada, pongamos que sean 3 000 millones en remesas y que el 30 por ciento se destine a la inversión, ello significa que alrededor de 900 millones de dólares son invertidos por el sector privado en creación de nuevas capacidades y puestos de trabajo.

¿Cuánto dinero tiene la Banca cubana en cuentas de ahorro hoy? Pues según el Anuario Estadístico de Cuba del año 2015 esa cifra asciende a 23 600 millones de pesos cubanos. Si multiplicamos esos 900 millones de dólares por 25, entonces tendremos uno 22 500 millones de pesos cubanos, casi lo mismo que hay en cuentas de ahorro. Definitivamente no es poco dinero.

Si comparamos esos 900 millones dólares con el volumen de IED ejecutado, alrededor de 400 millones, entonces tampoco parece que sea poco dinero. Pero incluso si reducimos a la mitad esa cifra original de 900 millones, entonces serían 450 millones de dólares, muy parecido a la IED del año 2016.

Sin duda el ejercicio hecho más arriba no es para nada riguroso, pero solo quería llamar la atención de que hoy, cuando hablamos de inversión, debemos considerar todas estas modalidades, donde la inversión privada nacional ha comenzado a jugar también un cierto papel dinamizador como parte de la demanda efectiva nacional y como factor estimulador de cadenas productivas que lamentablemente aún permanecen, en parte o en todo, en circuitos aislados de la dinámica general de nuestra economía.

Así que pensemos en la inversión, pero en toda, en la Inversión Nacional Estatal, en la Inversión Nacional no Estatal y en la Inversión Extranjera Directa y pensemos que debemos tratar de organizar nuestro país y crear las regulaciones necesarias para facilitarla. Hay que lograr abrir esa otra hoja de la puerta delantera de los P.

Sigo estando convencido de que podemos crecer al 2 por ciento o quizás al 1,5 por ciento o quizás al 3 por ciento, porque una parte de lo que necesitamos no son recursos, sino, nuevas reglas de juego (instituciones) incentivos que premien los resultados.

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