Oportunidad de exportar vs capacidad de exportación

Las empresas cubanas no nacen con el derecho a exportar, alguien debe concederlo.

Baracoa. Foto: Christopher P. Baker / Archivo.

Foto: Christopher P. Baker.

En un trabajo anterior intente exponer lo complejo de lograr buenos diseños de política económica, con la coherencia y la consistencia necesaria, capaces abrir los caminos del crecimiento y del desarrollo. Las exportaciones son uno de esos asuntos que requieren de esas políticas y las necesitan urgentemente.

Un artículo sobre la exportación de coco en Baracoa y otro, de unos meses atrás sobre las exportaciones de la empresa Ceballos me han movido a escribir sobre uno de mayores problemas que enfrenta hoy la economía nacional, el incremento de las exportaciones.

Vayamos primero a los números. Las exportaciones de Cuba en el año 2017 fueron de apenas 2.402 millones dólares, la mitad de lo que se exportó en el año 2014, las importaciones alcanzaron los 10.172 millones de dólares, mientras el balance comercial de bienes fue negativo en 7.770 millones dólares.

La cuenta de exportaciones de servicios cubana ha permitido compensar esa situación, pero cada vez de forma más restringida. En el 2018 esa situación no cambió para positivo y en el 2019, lograr un mejor equilibrio entre exportaciones e importaciones descansará en el recorte de las importaciones.

Además, la “calidad” de esas exportaciones de bienes, en términos de su estructura por complejidad tecnológica está concentrada en bienes exportaciones de bienes primarios, en manufacturas provenientes de recursos naturales y en bienes de baja tecnología, todos ellos tres sumados alcanzan el 91 por ciento de todas nuestras exportaciones, mientras que las exportaciones de bienes de mediana y alta tecnología apenas alcanza el 9 por ciento.

El presidente Díaz-Canel ha exhortado una y otra vez a incrementar las exportaciones. Hoy sobre todos los municipios del país y también sobre todos los Ministerios, OSDEs y empresas hay un reclamo para incrementar las exportaciones, para buscar y encontrar que exportar.

Es de alguna forma paradójico que un país de economía abierta, con un mercado pequeño, donde exportar debería se casi, casi, la condición misma de existencia de cualquier empresa, haya que estar rompiendo cuerdas vocales exigiendo más exportaciones.

Exportar requiere primero que todo identificar una oportunidad de mercado. Para las empresas cubanas, entrampadas entre el plan y una madeja regulatoria que poco propicia la autonomía, es un ejercicio difícil lograr identificar esas oportunidades.

Salvo raras excepciones bien conocidas, Habanos S.A, Internacional Cubana del Tabaco, Havana Club Internacional, Sherrit International, Biocubafarma, y alguna otra, la empresa cubana tiene más tradición de esperar que aparezca una oportunidad que de construir una estrategia ofensiva buscando esas oportunidades, cierto que tampoco tiene mucha autonomía para hacerlo.

Supongamos pues que logran identificar esa oportunidad, supongamos incluso que la tecnología de esa empresa, aun sin ser de punta, permite esa producción. Supongamos más: que la calidad de ese producto demandado puede ser alcanzada por esa empresa. Entonces, hay que aprovechar la oportunidad.

Eso significa, ante todo, producir lo que el mercado demanda, en el tiempo que el mercado lo pide y a los precios que ese mercado está dispuesto a pagar. Para lograr esa trinidad virtuosa es necesario un marco institucional que “ayude”, “apoye”, “facilite” ese propósito.

Aquí pudiéramos hacer un pequeño listado de preguntas:

Desde mi perspectiva son demasiados los intermediarios y las intermediaciones que se han creado para las exportaciones cubanas. Pareciera que hay una correlación alta entre cantidad de intermediarios y baja dinámica de las exportaciones.

En el balance del MINCEX Díaz-Canel recordaba que era en los territorios donde se producen los productos que se exportan. Eso es cierto, pero también lo es que casi siempre están lejos de los productores, los intermediarios a los que se les ha dado el derecho de exportar esos productos.

Hay una gran diferencia entre ofrecer el servicio de exportación y competir por los clientes (los productores de los productos exportables), a tener, por decreto de alguien, el privilegio de ser la compañía a través de la cual hay que exportar.

Los monopolios de exportación e importación fueron uno de los instrumentos más útiles a los intereses de los Estados feudales en la época de la colonia y también fueron grandes obstáculos al progreso del comercio y de la industria y un enorme freno a la productividad y la innovación.

Ahora retomemos aquellos dos artículos de las cuales comenté al principio.

Pues resulta que por allá tan lejos como Baracoa, una empresa baracoense ha encontrado una oportunidad de exportación que ha aprovechado, insertándose como suministrador de materias prima para la producción de colchones en otro país; esa empresa exporta fibra de coco. No sé si lo hace directamente, no sé si depende del grupo nacional del coco o de la empresa nacional exportadora de coco, no sé si ambos existen, realmente no lo sé, pero esa empresa productora aprovechó esa oportunidad y ahí están. Lo han hecho incluso a pesar de que las respuestas a las preguntas que hice anteriormente no dejaran un saldo muy favorable. Lo hicieron, exportan fibra de coco desde Baracoa, ¡y lo hace una industria local!

DESFIBRADORA DE COCO BARACOA

Es cierto que quizás a alguien muy brillante se lo ocurra preguntarse por qué exportar la fibra de coco en vez de hacer los colchones que tienen mayor valor agregado. Ojalá exista otro tan inteligente como el primero que pueda darle una respuesta adecuada o impedir que entremos en un gran plan de desarrollo del colchón nacional de fibra de coco y logremos perder la exportación de fibra de coco, el colchón y el coco.

La segunda de las noticias fue la del éxito exportador de la empresa Ceballos, y es también aleccionador, pues ellos han logrado exportar frutas y vegetales. Frutas cubanas, vegetales cubanos, en los mercados de algún país.

Lo que me llamó la atención del artículo es que en él se dice que a Ceballos se le “concedió capacidad exportadora”. Siempre se aprende algo más, no lo niego. He intentado explicarme a mí mismo qué significa conceder a una empresa “capacidad exportadora”. Me respondí que quiere decir conceder capacidad exportadora a una empresa significa eso, decirle a la empresa que puede exportar, atribuirle esa condición, otorgarle determinadas prerrogativas. O lo que es lo mismo, las empresas cubanas no nacen con el derecho a exportar, alguien debe concederlo.

Espero que se deba al carácter experimental de lo hecho en Ciego de Ávila, si no es así, sería entonces una gran paradoja que un país que necesita exportar de todo en todo momento y desde cualquier forma de propiedad, existe un diseño institucional que no reconoce por omisión el derecho a exportar de la empresa, si no que lo trata como algo excepcional. Pero igual, a pesar de todo, Ceballos, sus hombres y mujeres, también lo lograron.

Son pequeños ejemplos. La doctora Pogolotti nos recordaba en estos dos días dos verdades indiscutibles: la primera es que desde lo pequeño se hace lo grande y la segunda que  “los malos hábitos adquiridos no se destierran con exhortaciones”.

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