“Responder con acciones distintas”. No ha sido por falta de ideas

Son transformaciones que pueden hacerse ya, sin esperar al próximo Congreso pues todas fueron aprobadas en los dos anteriores, son deudas que deben ser saldadas y cuanto antes, mejor.

Foto: Otmaro Rodríguez

Esta pandemia ha provocado que volvamos a mirar hacia los documentos que, desde hace ya más de diez años, se han ido construyendo, discutiendo y aprobando, como guía para todo aquel proceso de transformaciones que debía propiciar liberar las fuerzas productivas”. Esos documentos, públicos y conocidos por todos, fueron:

Todos ellos fueron consensuados desde la más alta dirección del Partido y el Estado hasta los mismos barrios, todos fueron discutidos y aprobados por los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular en sus diferentes sesiones, algunos, como los lineamientos, se convirtieron en obligatoria referencia en cualquier informe de cualquier organización, política, de masas, empresarial. Era casi un ritual informar cuáles lineamientos se cumplían cuando una empresa u organización hacía su balance anual o semestral.

Esos documentos fueron, además, construidos desde la ciencia, con la participación de científicos diversos, politólogos, filósofos, sociólogos y…. hasta economistas, porque ciertamente la economía es algo tan serio y tiene impactos tan disímiles que se necesita no solo la visión desde ella misma.

Pocos procesos de reformas, o de transformación o de actualización han contado con tantas ideas plasmadas en tantos documentos, pocos han puesto a trabajar de conjunto a tantas decenas de científicos de tantas y tan diferentes ramas de la ciencia. Sin embargo, hoy estamos aquí, volviendo a tropezar con piedras que pareciera que amamos tanto, que no podemos dejarlas a un lado.

No ha sido pues “escasez de ideas” lo que nos ha faltado.

Tampoco puede afirmarse que nada se ha hecho. Cada cierto tiempo se informa de la cantidad de las políticas que se han ido aprobando asociadas a los lineamientos. Son decenas, mas bien centenares.

Sin embargo, diez años después, las fuerzas productivas aun esperan su liberación.

Los urgentes pendientes

Mientras esta pandemia ha puesto muy de manifiesto la tremenda capacidad que tiene el país para lidiar exitosamente con un fenómeno que está matando a miles de personas en el mundo y para el cual economías poderosas no han encontrado solución adecuada, también ha hecho más evidente las debilidades en temas decisivos como producción agroalimentaria, dependencia energética, sistemas de comercialización de productos, debilidad de las economías locales, falta de complementariedad de los sistemas productivos, etc. etc. etc., todos asuntos que aparecen nominalizados en aquellos documentos mencionados antes.

De todas formas, siguen existiendo un grupo de pendientes urgentes, en el sentido de que en la “nueva normalidad” serán decisivos:

La reforma de la empresa estatal que va más allá de quitarle trabas y que debiera, a mi juicio, impulsarse, adelantando la discusión de una ley de empresas que parece no debe postergarse más, especialmente no hasta el 2022. Poco más hay que argumentar a favor de ello, existen decenas de cuartillas escritas con propuestas concretas.

La modernización, actualización, de la ley de inversión extranjera, para ponerla a tono con estos tiempos, facilitar adecuadamente los nuevos negocios, acortando los tiempos y flexibilizando o eliminando regulaciones que conspiran contra la percepción que los inversionistas tienen de Cuba como destino de sus inversiones. Generando mayores incentivos para promoverla en industrias decisivas como la producción de agroalimentos y la energía, en especial en los segmentos de energía renovables.

El reconocimiento legal de la pequeña y mediana empresa y la apertura a la misma de todos los sectores de la economía nacional, con la excepción de los que también aparecen en la ley de inversión extranjera. De los peligros y de las ventajas se ha hablado demasiado, lo cierto es que desde que se retomaron, a inicios de los años noventa, han pasado treinta años en los cuales hemos desperdiciado un potencial productivo indiscutible. La mejor prueba de lo que significa una alianza entre esas pequeñas empresas privadas y el sector estatal ha sido el turismo; pero también la producción de carne de cerdo, y la red de restaurantes privados que lograron, lo que en cuarenta o más años no se logró a través del Ministerio de Comercio Interior y de las direcciones de gastronomía de gobiernos provinciales y municipales.

“No se trata de improvisar, sino de introducir en los esquemas económicos y en las políticas de desarrollo, los nuevos actores y prácticas que han estado aprobadas en la Conceptualización, en los Lineamientos de la Política Económica y Social, y en las Bases del Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030”. Presidente Miguel Díaz-Canel, Reunión del Consejo de Ministros, 4 de mayo de 2020

Ahí está todo el potencial productivo (y de servicios productivos) de nuestro país.  Son transformaciones que pueden hacerse ya, sin esperar al próximo Congreso pues todas fueron aprobadas en los dos anteriores, son deudas que deben ser saldadas y cuanto antes, mejor. Incluso, aún sin esperar por la tan anunciada unificación cambiaria y monetaria, que ahora tiene una situación más compleja para realizarse.

Hay otros temas también importantes, pero que de alguna manera están casi umbilicalmente conectados a los tres anteriores; el primero de todos es actuar consecuentemente con aquella definición de medios fundamentales de producción que aparece en la conceptualización, e impulsar la racionalización del aparato del Estado y del Gobierno, así como de los cargos y puestos en organizaciones sociales -algo que la pandemia ha demostrado no solo que es necesario sino posible (teletrabajo, trabajo a domicilio, trabajo online)- y redirigir muchos trabajadores hacia el sector productivo, para lo cual hacen falta inversiones y nuevas empresas, estatales y no estatales. Ello, además, generaría reducción de gastos. ¿Qué mejor ejemplo que la paralización de autos decidida hace poco?

La deuda con proveedores es otro tema urgente y estratégico. Afecta nuestra capacidad productiva, reduce la oferta de bienes de capital y de bienes de consumo, contribuye a elevar el riesgo país, genera incertidumbre en proveedores. Pero se pueden intentar soluciones, una de las cuales es hacer “swaps”, por ejemplo, dando una parte de la propiedad de algunos bienes del Estado (hoteles1, por ejemplo) a cambio de esa deuda. Sin dudas es algo distinto, sin dudas es algo no bien visto por muchos, pero Cuba necesita liquidez inmediata y no tiene mucho sentido mantener moles de concreto utilizadas a menos del 50%, hoy vacías y con niveles de explotación aun por ver en los próximos dos años y, a la vez, no disponer de los dineros necesarios para comprar el alimento que el país necesita.

 

Es cierto que todos son asuntos complejos, más complejos ahora que al cerco de Trump se le ha sumado la Covid-19. Es cierto también que todos tienen implícitos temas de orden político altamente sensibles para Cuba, no solo en su condición de país socialista, sino y derivado de lo anterior, porque rompen esquemas asumidos, aceptados y practicados desde hace muchas décadas que no fueron corregidos a su debido tiempo y que han generado un sistema de intereses colectivos e individuales que será definitivamente afectado. Pero hay que sacudir la mata.

La indiscutible habilidad demostrada para manejar esta pandemia y sus impactos en la población de Cuba, es una credencial innegable para este Gobierno, que favorece poder asumir aquellos otros retos y salir exitoso.

***

1 Existen cientos de hoteles que son propiedad del Estado 100%. Si se decidiera capitalizar el 20% de la propiedad de cada uno de ellos el país podría ingresar una cantidad no despreciable de divisas. Es cierto que en estos momentos son activos con un precio de mercado a la baja, pero aun así no es imposible. Claro que implica cambiar determinadas reglas de juego.

Salir de la versión móvil