En Cuba el problema no sería la magnitud de los terremotos y tsunamis, sino la calidad y el estado de las construcciones

Entrevista con Enrique Diego Arango Arias, vicedirector técnico y jefe del Servicio Sismológico Nacional de Cuba

El Dr. Enrique Diego Arango Arias. Fotos: cortesía del entrevistado.

Enrique Diego Arango Arias es ingeniero geólogo, graduado del Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa. En el 2014 culminó el Doctorado en Ciencias de la Tierra, con especialidad en Geofísica, en el Centro de Investigación Científica y Enseñanza Superior de Ensenada, Baja California, México. Actualmente se desempeña como vicedirector técnico y jefe del Servicio Sismológico Nacional de Cuba. A él acudo porque acumula todos estos saberes y puede disipar algunas dudas de nuestros lectores. También, y no de menor importancia, porque Enrique es mi amigo y no se va a negar a esta entrevista. 

¿Cómo se forma un sismólogo en Cuba?

En nuestro país no se forman sismólogos como carrera de nivel superior. Los sismólogos cubanos se han formado de manera autodidacta o en estudios de postgrado en diversos países. Tienen especialidades de pregrado en zonas de conocimiento afines, como Física, Matemática, Geología, Geofísica y Ciencias de la Computación… Precisamente, esa es nuestra principal fortaleza, contar con personal preparado en diferentes institutos del mundo, tanto en investigaciones fundamentales relacionadas con el peligro de terremotos (física de tierra y sismorresistencia) como en las herramientas de adquisición y procesamiento de la señal sísmica y la instrumentación sismológica.

¿Desde cuándo hay registros de movimientos sísmicos en Cuba?

De manera regular, desde julio de 1964, cuando se fundó la primera estación sismológica en Soroa, perteneciente a la antigua provincia de Pinar del Río. Al año siguiente se construye la estación sismológica de Río Carpintero, a 15 km de la ciudad de Santiago de Cuba.

¿Por qué en Soroa? 

Porque muy cerca de este lugar se encuentra la localidad de San Cristóbal, la cual fue sacudida por un terremoto el 28 de enero de 1880. Este tuvo una intensidad de VIII grados en la escala MSK y ocasionó importantes afectaciones en viviendas y otras instalaciones de carácter social y económico.

Oficialmente, la primera estación sismológica en Cuba fue instalada el día 3 de febrero de 1907 en el antiguo Colegio de Belén, en el barrio habanero de Luyanó. Estuvo en funcionamiento hasta 1920. Esa estación registró el terremoto de Gibara del 28 de febrero de 1914, que tuvo una intensidad máxima de VII grados en la escala MSK.

En estos momentos, Cuba cuenta con 18 estaciones digitales para el monitoreo de la sismicidad del archipiélago y sus alrededores, las cuales pertenecen al Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS), con sede en la ciudad de Santiago de Cuba. Las estaciones están situadas en Soroa (Artemisa), Camarioca (Matanzas), Caibarién y Manicaragua (Villa Clara), Cascorro (Camagüey), El Paraíso, Moa, Nuevo Mundo y Pinares (Holguín), El Yarey, Las Mercedes y Pilón (Granma), Chivirico, Río Carpintero y Mar Verde (Santiago de Cuba), Quimbuelo, Maisí y Sabaneta (Guantánamo).

Todas las estaciones tributan el registro sísmico en tiempo real a la Estación Central, donde se determinan de manera automática, primeramente, los parámetros de los terremotos, que luego son revisados y recalculados por especialistas que trabajan las 24 horas del día los 365 días del año.

En la actualidad, el registro sismológico se comparte también en tiempo real con la mayoría de los países que cuentan con redes de monitoreo digital, por medio de consorcios internacionales que reciben y distribuyen la señal sísmica. Esto permite determinar con exactitud los parámetros de cualquier terremoto fuerte que ocurra en cualquier parte del planeta.

Enrique Diego Arango Arias es el vicedirector técnico y jefe del Servicio Sismológico Nacional de Cuba.

La escala de Richter mide solo el efecto, no así la dimensión del terremoto. ¿Por qué se emplea este sistema de cálculo y no otro? 

La escala de Richter es una medida de la energía liberada al ocurrir un terremoto. En la actualidad, para representar esta energía liberada se utilizan varias escalas de magnitud que dependen de la distancia del epicentro a las estaciones, el tipo de estación, etc. Por ejemplo, la Mb y la Ms utilizan las ondas de cuerpo y superficiales, respectivamente. La Md atiende a la duración del registro y la Ml a la amplitud. Esta última es más efectiva para terremotos locales. Para terremotos fuertes se utiliza la escala de magnitud denominada de momento (Mw).

Las escalas de magnitud responden al registro de los sensores sismológicos que igualmente se han modernizado con el tiempo, desde registros en papel ahumado y papel fotográfico hasta registros digitales.

Para medir los daños humanos y materiales se utilizan las escalas de intensidad, como son la escala MSK, la escala de Mercalli, la escala Japonesa y la escala EMS-98, que es la que se maneja actualmente en nuestro país.

Un terremoto tiene una única magnitud, pero diferentes intensidades, en dependencia de la distancia del epicentro hasta donde se reporten daños o solamente fue percibido. Como es lógico, mientras más cerca se encuentre una localidad del epicentro, más daños sufrirá y, por consiguiente, será más alta la intensidad.

Entonces, ¿por qué en los noticieros siguen refiriéndose a la escala de Richter?

Se debe a que los periodistas y otros profesionales vinculados con estas temáticas, que no son sismólogos, desconocen los detalles técnicos y siguen el cliché. Incluso es muy frecuente a escala internacional que confundan magnitud con intensidad.

¿Cuál es el mayor sismo ocurrido en Cuba? ¿Y el que más daño ha causado? 

El terremoto de mayor magnitud registrado instrumentalmente en Cuba fue el del pasado 28 de enero, cuyo epicentro se situó a 555 km al sureste de La Habana, con mediciones de 7.7 Mw. Antes de este, hubo otro destacable, el 25 de mayo de 1992, cerca de Cabo Cruz, de 6.9 Mw.

Los terremotos que más daños nos han causado fueron los ocurridos en las inmediaciones de Santiago de Cuba en 1766 y 1852, evaluados los dos de IX grados en la escala MSK y el del 3 de febrero de 1932, con una intensidad de VIII grados en la misma escala. El de 1776 provocó la destrucción de la mayor parte de la ciudad. Se reportaron 120 muertos y más de 600 heridos. Se estima que el de 1852 ha sido el más dañino entre los verificados en el país, pues dejó en ruinas casi toda la ciudad y algunos pueblos de su periferia. A los numerosos muertos provocados por el movimiento telúrico se sumaron los provocados por la plaga de cólera que sucedió al sismo. La ciudad tardó años en recuperarse.

El sismo de 1932 dañó el 80 % de las edificaciones y el 5% colapsaron. Se reportan varios muertos y más de 300 heridos. Este es el terremoto que se toma como referencia como el último fuerte que ha afectado a Cuba.

¿Cuáles son las principales zonas sísmicas?

La más activa está situada al sur de la región oriental, relacionada con la Falla Oriente, que constituye el límite entre la Placa Tectónica de Norteamérica, a la cual pertenece nuestro archipiélago, y una pequeña placa denominada Microplaca de Gonave.

En esta falla han ocurrido los terremotos más fuertes registrados, tanto histórica como instrumentalmente en Cuba. En nuestra área ocurren al año, como promedio, de 3000 a 5000 sismos de diferentes magnitudes.

En el territorio cubano existen condiciones propias relacionadas con la dinámica de la corteza y fallas de menor categoría que provocan terremotos de moderada o baja energía. En ese sentido, se debe señalar la zona norte de la región centro-occidental, donde se han registrado terremotos moderados, tanto en períodos históricos como en años recientes. Estos han alcanzado intensidades de VI y VII grados en la escala MSK.

A partir de las zonas potencialmente sísmicas del territorio cubano y de otros datos, como son los sismos históricos, se han elaborado los mapas de peligro sísmico, que estiman las probabilidades de que ocurra un terremoto fuerte para un período de tiempo determinado. Estos estudios ofrecen los valores estimados de aceleración del terreno, parámetro que se utiliza para proyectar las nuevas construcciones o realizar rehabilitaciones importantes.

¿Es cierto que los terremotos no son pronosticables?

El pronóstico de los terremotos abarca los siguientes aspectos: ¿dónde, cómo y cuándo? El desarrollo de las investigaciones sismológicas ha permitido conocer con buena aproximación dónde pueden ocurrir los terremotos más fuertes (límites de placas). También se ha podido estimar cómo; es decir, su tamaño (magnitud máxima probable), atendiendo a las características de la zona de fallas, su dinámica, velocidad de choque entre las placas, energía acumulada, terremotos históricos, entre otros parámetros. Sin embargo, determinar cuándo a corto plazo es la tarea aún pendiente.

El 4 de febrero de 1975, sismólogos chinos lograron pronosticar un terremoto horas antes de que ocurriera, lo que posibilitó que se evacuara la ciudad de Haicheng, y se evitaran así las 150 000 muertes que se habían estimado.  Es prácticamente el único terremoto que se ha logrado pronosticar a corto plazo. Los “síntomas” que alertaron a los sismólogos estaban relacionados con el comportamiento “raro” de muchos animales (vacas y caballos inquietos y aparición de ratas y culebras en las calles).

En los estudios de pronóstico de terremotos se utilizan diversas variables, como son las anomalías magnéticas locales, las anomalías geodésicas, el decremento o incremento anómalo de la sismicidad. También se estudian bioindicadores relacionados con el comportamiento de los animales poco tiempo antes de ocurrir un terremoto, el método de pronóstico más antiguo.

Debido a la incertidumbre sobre el pronóstico de terremotos, se plantea el principio de que el mejor pronóstico es construir bien, acorde al peligro estimado en un territorio, y reducir las vulnerabilidades existentes. La aplicación de este principio ha permitido, por ejemplo, reducir considerablemente las pérdidas de vidas humanas y daños materiales en Santiago de Chile. En cambio, ciudades muy vulnerables ante el peligro sísmico han sufrido grandes pérdidas de vidas humanas y daños materiales, como Puerto Príncipe, Haití, en enero de 2010, donde se estiman unas 300 000 muertes debido un sismo de magnitud 7.0 Mw.

Con la pandemia, la población ha desarrollado una sensibilidad particular a las catástrofes. Muchos piensan que en estos meses la actividad sísmica en Cuba se ha mostrado particularmente activa.

Sí, es así. En el primer semestre del año, en el área de monitoreo sismológico nuestra se han registrado 3076 sismos de diferentes magnitudes. Esta percepción de la que hablas se refuerza, además, por el hecho de que desde febrero de 2017 habíamos tenido una relativa calma.

En 1960 ocurrió un terremoto de 9.5 (escala de Richter) en la ciudad chilena de Valdivia. ¿Es posible que algo así ocurra en Cuba? 

No es posible. Chile se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del planeta, donde la placa tectónica de Nazca choca con la placa continental suramericana a una velocidad relativa de 61  mm/año, lo que condiciona que se acumule y se libere mayor cantidad de energía en menor tiempo. Cuba, como habíamos comentado antes, está próxima a un límite de placas, pero en este caso las placas se deslizan una al lado de la otra a una velocidad relativa mucho menor: 19 mm/año. Por ese motivo, los terremotos que ocurren en la Falla Oriente son menos fuertes y mucho más espaciados en el tiempo.

¿Qué es un terremoto inducido? 

Los terremotos inducidos ocurren principalmente como consecuencia de la actividad humana. Entre sus causas están el llenado brusco de embalses que superan el millón de metros cúbicos de agua y la extracción de petróleo mediante el fracturamiento hidráulico (fracking). En Oklahoma, Estados Unidos, se manifiesta un fenómeno clásico de sismicidad inducida que llega a  generar sismos de hasta 5.8 Mw. En Cuba se han estudiado algunos embalses en cuyos alrededores se manifiesta un nivel de sismicidad anómalo, pero de baja energía. En algunos se ha demostrado que no se trata de sismicidad inducida; en otros los datos aún son insuficientes para sacar conclusiones.

¿Existe en Cuba el peligro de tsunamis?

El territorio cubano, que lo forman la isla grande, la Isla de la Juventud y cientos de cayos e islotes, tiene un bajo nivel de peligro de tsunami. La principal falla sismogeneradora, la Falla Oriente, situada en las inmediaciones del archipiélago, tiene un mecanismo de movimiento predominante (deslizamiento lateral con un plano vertical) que no facilita que ocurra un rebote del fondo oceánico y se genere la ola de tsunami.  El mayor peligro de tsunami para Cuba radica en la zona de fallas situada al norte de la Isla de la Española, que sí presenta un tipo de movimiento que es favorable para la ocurrencia de este fenómeno, y donde históricamente se han reportado eventos importantes. Por esta razón, en Cuba se está implementando un sistema de alerta de tsunami a partir de la instalación de estaciones de medición del nivel del mar y la integración de señales de estaciones sismológicas de República Dominicana, Haití y Jamaica.

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