El Mundial de las “abuelas la la la la la”

Cualquier abuela es ya la “abuela la la la la” en las celebraciones por el triunfo de Argentina en la Copa de Qatar.

Foto: Kaloian.

Cualquier abuela argentina es ya la “abuela la la la la la”. Y eso les infunde alegría, las llena de orgullo porque, de repente, pasan a ser protagonistas, reciben pleitesía de la juventud que, orgullosa, no escatima en vítores. Al menos ahora, otra vez, se les ha puesto en el lugar que corresponde como parte de una breve, pero potente euforía.

La persona, el grupo, la multitud que les advierte mientras hincha por su equipo en una entrecalle, ante la puerta del edificio o en un balcón reciproca la lealtad y entusiasmo por la selección de estas mujeres y hombres (ejemplos ha habido varios) de una manera entre tierna y emocionante.

En la medida en que se fue haciendo real la posibilidad de que la selección argentina se hiciera con la Copa, el cántico iba masificándose en estos lares hasta que se convirtió en el hit que ha sido en Twitter; incluso podría resultar éxito inevitable, porque de seguro habrá de convertirse en la nueva cábala.

Cientos de miles de personas lo han gritado, y no sólo en Argentina. Llegó a los lugares más alejados, donde se hablan lenguas distintas y posiblemente la gente no tiene idea de lo que dice y mucho menos de cómo se inventó.

“¡Abuela, la la la la la!”, “¡Abuela, la la la la la!”  y aparece siempre una abuela orgullosa de que así se le prodiguen alegrías por su presencia. Puede estar en pie o en sillas de ruedas. Puede retener 50 primorosos años o 103 dignos y muy bien vividos. No importa. Se torna el centro. Y vienen las palmas y los saltos. Y todo el mundo entona.

Foto: Kaloian.

Hoy mismo, en medio de la apoteosis que ha vivido Buenos Aires por la llegada de sus campeones, se han visto algunas “abuelas la la la la”. Sobre la cama de una camioneta, caminando las aceras, tumbadas en el césped o esperando en vano a que pasara el ómnibus, porque las multitudes colapsaron los caminos y Messi, Di María, Julián Álvarez, El “Dibu” Martínez y los demás acabaron saludando desde dos helicópteros, y “chau”.

Pero, “abuela la la la la” hay una sola… al menos existe la primera, la inspiración.

Se llama Cristina, tiene 76 años y vive en La República, una zona de Liniers, que es un sector situado a unos trece kilómetros del centro de Buenos Aires. Supimos de su existencia por Twitter y los videos de Tik Tok, por los cuales ella misma y su familia se enteraron de que Cristina se volvió una imagen viral luego de haber sido captada en medio de unos festejos en los primeros días de este mundial histórico.

La “abuela la la la la la”, o esta que dio pie al cántico, Cristina, vio todos los partidos de la selección. El primero, en la Fase de Grupos, trajo la derrota ante Arabia Saudita. Sin embargo, durante el tercer partido —ya superado México— que veía sola en su casa, un gesto la hizo conectar su alegría con la de los chicos que celebraban a pocos metros de su vivienda, desde donde ha contado esto, según puede verse en el perfil en Instagram, que hoy tiene gracias a sus sobrinos.

La victoria de la Albiceleste contra Polonia aseguró el pase a los octavos de final y ella salió a la calle pertrechada de una banderita, otra vez a celebrar con los chicos. Entonces volvió el tema que había nacido hit. “No soy abuela, porque no tengo hijos. Soy tía”, contó en un programa de televisión. Así les había advertido a aquellos muchachos junto a quienes se le ve saltando, pero no importó. Dominados por la euforia ya los chicos gritaban el famoso estribillo.

Cuando Argentina también dejó en el camino a Australia, se le ve a Cristina caminar con su bandera hasta donde se encontraba un grupo celebrando. Alguien la grababa. Algunos la abrazaron mientras seguían con lo mismo. “Abuela la la la la la”.

Ya se presiente el ambiente de locura superados los cuartos de finales. Argentina logró dejar en el camino a Países Bajos y en Villa Luro, como en todo el país, hay un verdadero “quilombo”. En el centro de un grupo, Cristina, la abuela que es tía, ahora ovacionada por una multitud que la reverencia como su mejor cábala para los finales.

El domingo pasado se repitió la escena, con la única diferencia que la multitud seguía siendo mayor y que el cántico no se había quedado en Liniers, sino que se había expandido por todo el mundo gracias a internet. En la puerta de su casa, para unos periodistas de Washington y de París, Cristina, siempre con su barbijo puesto por precaución, comparte la historia.

Hincha de Messi y Boca, ahora tiene una cuenta en Instagram, ha sido replicada como una muñeca que tal vez se pueda adquirir en algunos mercados y la frase inventada por aquellos chicos está en remeras y establecimientos.

Y no hay que entristecerse si no se le conoce en persona, si acaso se estuviera lejos de Liniers o de la Argentina; al ser la inspiración, “abuelas la la la la la” y “abuelos la la la la” los habrá cada vez más: en las calles, en un hogar de ancianos, en una casa que se supone vacía. Sólo se necesita una muchedumbre entusiasta, muchos corazones como los de estos chicos de Luro y un alma que, como la de ella, esté dispuesta a no escatimar en ánimos.  

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