Fe, política, censura y El Reino

Sobre la polémica serie de Netflix “El Reino” y los cuestionamientos a su escritora, la argentina Claudia Piñeiro.

El actor Diego Peretti interpreta al pastor evangélico Emilio, protagonista de El Reino.

“Vivimos un tiempo atravesado por una reacción conservadora que pretende cercenar derechos, silenciar a quienes piensan distinto y atacar la creación artística confundiendo deliberadamente la realidad con la ficción”. Así comienza el comunicado que la Unión Argentina de Escritoras y Escritores lanzó el pasado 19 de agosto en solidaridad con Claudia Piñeiro, quien recibió varias embestidas, algunas rápidamente retiradas por lo que se sabe, debido a su trabajo en una serie para Netflix.

La serie, que está siendo muy popular a menos de un mes de su estreno, se titula El Reino y en su guion también están las ideas del director Marcelo Piñeyro, quien, por cierto, no estuvo tanto en la mira de los críticos, razón por las que algunos analistas que salieron en su defensa, interpreten los cuestionamientos a Claudia Piñeiro como un ataque frontal a su “militancia feminista” y al feminismo mismo.

En ocho capítulos donde el suspense te lleva de la mano hasta la hora final se desarrolla esta historia que tiene por centro a cierta familia responsable de una Iglesia Evangélica. A través de ella y desde aquí se nos presentan todos los dilemas de la fe, las mezquindades de la política, la vanagloria del poder, la atracción del dinero y una serie de elementos morales que van desde el abuso sexual, la hipocresía, el chantaje y el homicidio.

Presentada así, de repente, la serie tiene todas las condiciones para atrapar al público para el cual ha sido pensado, pero también ha alarmado al grupo social que toma para desarrollar sus tesis. Los evangélicos son muchos, según el académico Hilario Wynarczyk en “Los evangélicos en la sociedad argentina, la libertad de cultos y la igualdad. Dilemas de una modernidad tardía”, entre 1 800 000 a 3 600 000 en este país.

Muchos de ellos puede que se sientan ofendidos, aunque quede la interpretación de que si hay ofensa es porque algo revela o puede develar la crítica que lo motivó; una realidad incluso que no tiene relación solo con la forma en que se les presenta ante la religión y tampoco en lo que podría esconder, sino con esa actitud conservadora, digamos retrograda campante, de la que hablaban los escritores.

Lo cierto es que, aunque a veces el tono resulta ambiguo, El Reino se mueve entre la sátira y el drama realista, pero, parece ser sobre todo lo primero: la aproximación sarcástica a un mundo, este que vivimos, amenazado por fuerzas de todo tipo y tan invisibles como sus ambiciones, que manejan la realidad a través del fanatismo y la influencia de información, los recursos financieros y la falta de educación o instrucción mínima de la sociedad.

Para la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) el tema no pintó muy gracioso, y desde allí consideraron que “Utilizar un guion televisivo o cinematográfico para crear prejuicios o estereotipar a quienes representan un pensamiento contrario, no sería una expresión artística genuina o pura, sino que estaría contaminada por aquellos condicionamientos ideológicos que no tienen otro fin que dinamitar la misma esencia del arte. Crear un producto cultural, como es una ficción de cine o una serie, desde la base del odio, para generar rechazo social a un colectivo religioso, es un acto que no realza la belleza de una profesión que se debería caracterizar por la transparencia y pureza intelectual y creativa, y no por usar la actuación para denostar y fogonear el rechazo social a quienes piensan distinto a quien produce esa obra.”.

https://twitter.com/claudiapineiro/status/1433855138653933571

Ya la demanda de los evangélicos en este sentido comete un error, porque el arte no solo “realza bellezas de la vida”, elemento que no deja de estar presente en la serie, ni tampoco debe caracterizarse por su “transparencia” y “pureza”, sino que tiene el fin de hacernos pensar sobre la realidad que nos intenta describir. Para conocer los intereses que mueven a este material, presentado por cierto en un momento de peculiar importancia política ya que están a punto de realizarse las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en la Argentina, habría que preguntarle no solo a Piñeiro, que es una de las escritoras con más reconocimiento hoy aquí, sino también a su director y a sus productores.

La otra pregunta sería para los evangélicos, porque cuando un grupo se encuentra ofendido es porque lo que se ha dicho despierta una chispa demasiado potente como para ser ignorada. Ejemplos semejantes a los de El Reino aparecen ahora cada vez más. Situaciones donde la política y la iglesia evangélica se juntan, también. A todos les viene a la cabeza el caso de Brasil.

La escritora argentina, Claudia Piñeiro. Foto: La Tercera.

No hace demasiado leía otra polémica que tienen como centro a esta congregación; entonces, partiendo de la presencia de algunos evangélicos famosos en un popular programa que transmite en canal Telefe y que se presenta bajo el nombre de La voz argentina. Lo que sucede cada noche en el espacio, según un artículo de opinión publicado por elDiarioAR firmado por Franco Torchia, “es un ejemplo de evangelismo espectacularista y ultrafamiliarista”, criterio sobre el que no puedo emitir opinión porque no he visto el trasmisión, pero que traigo dado que el autor mezcla en sus planteos la relación entre políticos (en este caso el ex candidato presidencial Daniel Scioli) y evangelistas, aludiendo al popular cantante Ricardo Montaner, jurado en dicho programa y amigo personal del ex candidato, al punto de componer tema para su campaña presidencial.

El asunto no es nuevo, y enfrentar los dogmas siempre es una tentativa del arte. Desde hace un tiempo el interés ha pasado a estas congregaciones de cristianismo protestante por una razón lógica. Sus filiaciones han aumentado considerablemente. En Argentina, sobre el 15.3% de la población se confiesa  adscrita a ella, según la Segunda Encuesta Nacional Sobre Creencias y Actitudes Religiosas, del año 2019. Citado por la BBC, según el Pew Research Center, principal centro de investigación sobre religiones en Estados Unidos, de 1900 a 1960, apenas el 9% de los latinoamericanos crecieron como evangélicos, pero el 19% dice seguir esa religión en la actualidad.

Para el historiador estadounidense Andrew Chesnut, autor de libros y artículos sobre el crecimiento de las iglesias pentecostales, citado por esta misma fuente, el fenómeno se inició allí y comenzó a ganar fuerza en América Latina en la década de los 80, con el ascenso de un pastor evangélico como presidente de Guatemala: José Efraín Ríos Montt.

Para que se hagan una idea del comienzo de El Reino, la serie de Netflix: una fórmula presidencial está a punto de ser presentada. La componen un hombre de la política y su vicepresidente, pastor evangélico. En medio del acto, a poco de haber comenzado con la espectacularidad propia de estos eventos, alguien se acerca a la plataforma desde la cual saludan y por la espalda apuñala a uno de los dos. El que cae es el político, justo en el momento en el que su compañero, el pastor, le ha colocado una capa que minutos antes vestía como regalo de su esposa la pastora.

Concluyendo: el arte traduce la realidad, pero no se puede confundir realidad y ficción en una obra de arte, con el derecho de expresar lo que su autor considera necesario para plantearnos el problema o las preocupaciones que lo mueven. De lo contrario, como afirma la escritora Claudia Piñeiro en uno de sus tuit tras la polémica: “censura es censura”. Así no más, como se dice, esta serie tan polémica y estas ideas para pensar ambos temas.

El Reino | Tráiler oficial | Netflix

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