La canción cubana que ha unido al mundo

Dos niños y su padre se volvieron virales con su interpretación de "Veinte años", de la trovadora cubana María Teresa Vera.

Isaac y Nora junto a su padre, Nicolás. Captura de video.

Isaac y Nora son dos niños, de 11 y 8 años respectivamente. Viven en la localidad de Quimper, Bretaña, Francia. Han crecido en un ambiente propicio a la creación musical, gracias a sus padres, y por su consagración y talento la música y el público los bendice.

No hay dudas de que su vocación empieza a ser admirada y requerida por quienes los conocen; cada vez más gracias a las redes sociales, donde saltaron a la fama debido a los videos que sus progenitores colocan en su perfil de Facebook.

Ya son más de 294 mil seguidores. Y cientos de miles de veces se han visto los temas que la familia graba en completo ambiente de descarga, demostrando además, eso sí, una cuidadosa y admirable selección de temas con los cuales quieren que se les identifique.

De esta manera puede verse a la pequeña Nora, acompañada por la trompeta de Isaac o la guitarra de su padre, Nicolás Restoin, cantando lo mismo el “Hallelujah”, de Leonard Cohen, que el “I just called to say I love you”, de Stevie Wonder; incluso más, pues también interpretan canciones del tipo “Bei Mir Bistu Shein”. Porque entre sus preferencias parece estar el jazz, género del que ya grabaron su primer CD a presentarse próximamente.

Pero, la apoteosis sucedió este mes con la interpretación de la famosísima canción “Veinte años”, de la trovadora cubana María Teresa Vera. Hasta el lunes, el video había sido visto unas 34 millones de veces, éxito que a la propia familia asombra lo suficiente como para que Nicolás declarase a un diario local: “esta canción cubana está llegándole a la gente en todas partes.”

“Es una clara evidencia de que existe un vínculo común entre la humanidad. ¡Por qué acentuar la diferencia, si tenemos tanto en común!”, dijo.

Nicolás tampoco es un improvisado, se trata de un verdadero genio que junto a su esposa, Catherine Eloy, atrajo la opinión pública en 2014 por la creación de sus cajas de música construidas con latas de conservas usadas. Nació en Seúl, pero su familia se mudó a Francia cuando tenía 4 años.

Ha sido cartero y profesor de matemáticas en Quimper, donde conoció a su esposa, cuenta que, camino a la escuela de los niños, muchos vecinos se detienen ahora a saludarlos. Los felicitan por el apabullante éxito que consiguen en las redes tras la publicación del tema de la trovadora cubana nacida el 6 de febrero de 1895 y fallecida un 17 de diciembre, setenta años después.

Ya los han invitado a España e incluso terminaron localizándolos desde Miami para invitarlos a la televisión; sobre todo porque a la comunidad cubana, y a todos conocedores de esta canción que María Teresa Vera compuso junto a Guillermina Aramburu, a quien se debe la letra, les ha fascinado el talento de Nora, su ingenua y magistral interpretación.

La genialidad de estos pequeños se sustenta en una disciplina favorecida por un ambiente totalmente dedicado a la ejecución musical y a la creatividad. Su padre comenzó a enseñarles música cuando eran muy pequeños y durante los últimos cuatro años han estado presentándose asiduamente.

Nada de esto sabría yo si no me hubiera sorprendido también con la versión de “Veinte años”, que, como un verdadero clásico, tiene la virtud de renacer cada vez que algún intérprete se apropia del tema. Son muchas las veces que alguien lo incorpora a un disco, filme o estremece al público en un espectáculo.

La canción, una habanera por género, ha sido tan popular que cuenta con decenas de adaptaciones. Por eso, la hemos escuchado en voces como la de Pablo Milanés, Diego El Cigala o la joven española Silvia Pérez Cruz.

Omara Portuondo la hizo suya y resulta frecuente escucharla en su estilo. Desde hace años integra su repertorio y no falta desde que formó parte del Buena Vista Social Club; aunque, también se recuerda aquella versión grabada para el filme Lejanía, de Jesús Díaz, donde le acompaña la trompeta de Arturo Sandoval.

"OMARA PORTUONDO" VEINTE AÑOS ( Maria Teresa Vera )

Veinte años contó por primera vez con arreglos de Antonio María Romeu, en 1935,  momento en el que María Teresa Vera no se encontraba demasiado activa. Por exigencias de su religión, la santería, estuvo obligada a pausar su carrera durante unos pocos años.

La pieza en cuestión surgió en ese periodo, luego de un momento de gran éxito para su creadora, debido a varias giras por Nueva York junto al Sexteto Occidente, que precisamente debido a  la interrupción de María Teresa Vera pasaría a llamarse Sexteto Nacional, con Ignacio Piñeiro, su compañero musical, a la cabeza.

Para entonces, y años después de su debut en 1911, María Teresa Vera era una voz reconocida que se asentaba en el gusto popular. Hoy se recuerdan sus famosos e impecables dúos con Rafael Zequeira o Lorenzo Hierrezuelo, junto a quien realizó no pocas giras internacionales y trabajó para la CMQ y, después del 59, para CMZ, del Ministerio de Educación.

Había crecido en Centro Habana y descendía de un matrimonio compuesto por una negra liberta y un asturiano. Perdió la timidez de cantar en público y fue imponiendo su estilo de a poco. Con cuarenta años tenía un lugar ganado en el ambiente musical cubano, tan patriarcal como cualquier otro de la época.

Fueron su talento, personalidad, voz y una obra donde destacan creaciones propias y cientos de versiones de clásicos de la trova tradicional los factores que la ubicaron al nivel de creadores que ella misma admiraba como Manuel Corona o Sindo Garay.

Ahora esta familia francesa, sobre todo el pequeño trompetista y esta niña asombrosa, con su tierno modo de interpretar, demuestra que toda obra renace tantas veces como sea imprescindible para quien la escucha, y que lo verdaderamente importante se difunde solo, porque conecta a la gente por muy diversa que sea su cultura, idioma o ideología.

¡Qué maravilloso seria tener un disco completo con canciones tradicionales cubanas cantadas por infantes como Nora e Isaac!, niños que no intentan parecer como los grandes, que no aspiran a comportarse como los artistas de moda, sino que se imponen así, ingenuamente hasta enamorarnos.

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