Entre mamada y mamada

Me pregunto cómo las mujeres que conozco no lloraban cuando sus criaturas succionaban golosas sus pezones, aún maltrechos por la mamada anterior.

Nina aumentó 80 gramos y creció 1 cm en su primera semana de vida.

Nina aumentó 80 gramos y creció 1 cm en su primera semana de vida.

En solo una semana de vida exterior, Nina aumentó 80 gramos y creció 1 cm. Ella luce tranquila, satisfecha, feliz… y todo gracias a las tetas de mamá.

Que esté cerca, en mis pechos, unas 8 veces al día, nos produce toda la gratificación que necesitamos en esta etapa. Es nuestro momento íntimo, de comunión, de placer y amor.

Amamantar es un proceso que los científicos describen como capital para el desarrollo del cerebro. Mis amigos sexólogos –psicólogos en general– lo consideran definitorio en la construcción de los vínculos afectivos para toda la vida.

Además de la confirmación médica de que la estamos cuidando bien, yo me recupero divinamente. Mi útero volvió al tamaño anterior al embarazo, y mi sangramiento posparto (los llamados loquios) se reducen cada día.

También mi cuerpa lo agradece. Aunque tengo un apetito atroz (¡estoy irreconocible!), he bajado 5 kg. Mi dieta rica en calorías garantiza un buen suministro de leche para Nina y la energía que necesitamos.

Pero no ha sido tan sencillo. Por primera vez he tenido que usar los incómodos ajustadores con regularidad. Y, a pesar de que elegí la lactancia natural desde que supe de mi embarazo, no sabía que era un proceso doloroso.

Me pregunto cómo las mujeres que conozco no lloraban cuando sus criaturas succionaban golosas sus pezones, aún maltrechos por la mamada anterior. Yo, mientras río, siento que me baja una lagrimita de cocodrila por una mejilla: una especie de masoquismo maternal.

Solo Argelia, Deymi y Lily me advirtieron sobre el proceso incómodo. Yo las escuché sin dar mucho crédito a que esto me sucedería a mí, y estaban en lo cierto. Dar de mamar duele, y mucho.

Para aliviar mis pezones utilizo una cremita a base de rosa mosqueta que me regaló Lily. También la miel y mi propia leche han sido buenas aliadas. Con las tres, indistintamente, masajeo la aureola entera. Cuando Nina se demora en chupar un poquito más de las dos horas habituales, los fomentos de agua hervida tibiecita también alivian la turgencia.

Nuestro peor día fue el tercero de la vida de Nina, mientras ella dormía plácida, mis tetas estaban a punto de estallar. Se endurecieron mucho, se pusieron calientes, dolían mucho, y a eso se sumaban mis pezones destrozados. La inexperiencia me llevó a tomar una infusión para la producción de leche, científicamente probada, a base de hojas de frambuesa roja (Third Trimester Tea). Nina seguía durmiendo y yo empeoraba.

En mi biblia para embarazadas volví a leer algo que había olvidado. Yo pasaba por la llamada subida de la leche, cuando el bebé deja de beber pequeñas cantidades de calostro. Acudí a sus remedios. Transcribo algunos de los que usé y otros que me parecen útiles para mujeres en Cuba):

En el próximo Martazos les contaré sobre nuestra experiencia del colecho, tan relacionada con la lactancia materna.

Salir de la versión móvil