¡Se chupará el dedo!

Nina y su mano izquierda.

Nina y su mano izquierda.

Nina crece. No solo en peso y talla. Recién ha descubierto sus manos. Ya la había visto observándoselas, abiertas, cerradas… hasta que la encontré chupándoselas, sobre todo la izquierda, que le encanta (Nina también prefiere mi teta zurda. No sé si definirá algo en su futuro).

Se dispararon todas mis alarmas: mi amiga de la primaria que tenía el dedo pulgar deforme, acompañado de un huequito en el ceño que se hacía con el índice. Mi amiga de la secundaria que aún a los 14 años dormía con su boca aferrada a su pulgar. Mi hermana a la que quitarle el tete fue un trabajo arduo y otras muchas historias escuchadas en las largas esperas de consultas de odontología. Dientes y paladar deformes, aparatos, bichitos que están en sus manos y lleva a la boca, manos que luego tocan sus ojos, su nariz… Bichitos de aquí para allá. Su hambre. Surgieron todas las preguntas: ¿Sería posible que no la estuviera saciando? ¿Se sentiría muy mal por los efectos de la vacuna pentavalente*? ¿Necesitaría más afectos? ¿Más tiempo?

Gracias al 3G carísimo, sin tener que moverme a mi vieja oficina de contén y hormigas, me dediqué a investigar sobre el tema en foros de madres y padres, en espacios especializados. Entonces, ignoraba que sus manos sería lo primero que reconocería de su cuerpo y cómo evolucionaría este hallazgo.

Encontré a muchos padres preocupados como yo. A muchos ocupados, justo cuando sus hijos cursan su tercer trimestre de nacidos. Mucha alarma. Mucho miedo a no estar cumpliendo bien con sus roles.

Averigüé que muchos bebés se chupan el dedo incluso en la pancita de sus madres y que hacerlo puede darles seguridad y hasta felicidad. Chupan su pulgar cuando están cansados, hambrientos, aburridos, estresados o cuando están tratando de calmarse o dormir.

Concluí, sobre todo, que aún Nina no está en problemas. No hasta que sus dientes permanentes empiecen a salirle, sobre los 6 años. A los 3 meses de edad nuestros hijos comienzan a descubrirse, y empiezan por sus manos, como ya les conté. Así que, hasta ahora, Nina no se chupa el dedo, sino que se explora.

Resolví estar tranquila, pero alerta. Lavar sus manos con mayor frecuencia, mantener sus uñitas cortaditas y limpitas, ofrecerle mi teta por si tiene hambre, y no censurarla por chuparse las manos; vigilar la salida de sus primeros dientes y evitar ofrecerle un tete (esta decisión es mía, pero odontólogos no la desaprueban, de ser necesaria). También, continuar con los ejercicios de estimulación temprana (de estos hablaré en próximo Martazos).

Nina no solo emplea sus manos en llevárselas a la boca, sino que me acaricia mientras toma la teta que agarra fuerte o suave, según siente (es simplemente, emocionante), descubre las texturas de sus juguetes, practica su agarre, cada vez más fuerte, y comienza darle la orden a sus brazos para que se estiren y alcancen más juguetes que cuelgan. Mientras, yo pienso en la evolución de nuestra especie, en cómo nos erguimos y andamos sobre nuestras piernas. Me vuelvo a emocionar y la beso, le digo que la amo y seguimos jugando.

Me anoto en mi lista de previsiones para el futuro de mi criatura y comparto:

-No volverme loca si se chupa el pulgar.

-No regañarla ni censurarla para que deje de chuparse el dedo.

-Entender que, si se chupa el dedo más adelante, será su manera de calmarse, de consolarse.

-Tener en cuenta de que es un hábito difícil de vencer.

-Empezar a hablarle sobre suspender este hábito cuando tenga 5 o 6 años de edad, cuando sus dientes permanentes estén a punto de salir.

-Brindarle ayuda si chupar su dedo la avergüenza.

-Buscar maneras de consuelo y seguridad que suplan su hábito, como ofrecerle un juguete, ponerla a dormir su siesta cuando sepa que le está entrando el sueño y ayudarla a hablar de lo que la frustra o entristece.

-Felicitarla por no chuparse el dedo.

-Consultar con su odontólogo todo, incluido untar su dedo con medicamento amargo, y pedirle ayuda para que le hable sobre los perjuicios de su hábito.

*Nina fue vacunada por segunda vez, con la llamada pentavalente. Sus efectos de tres días (febrícula, fiebre e incomodidad) los sobrevivió con amor, medicamentos antipiréticos, que bajan las altas temperaturas, y chupando sus manos, golosa.

Salir de la versión móvil