Hasta que se seque el Malecón

Inundación en La Habana. Foto: Kaloian.

Inundación en La Habana. Foto: Kaloian.

A mal tiempo, buena cara.

Refrán popular

 

 

Lunes. 23 de enero.

Inundación en La Habana.

¿En este play off quién gana?

Mar, 4. Rubiera, 0.

Mar Caribe traicionero.

Vaya, qué poca empatía

¿Por qué tu alma de agua fría

con dientes de sal se ríe

y hace que uno desconfíe

de la Meteorología?

 

 

Otra vez el malecón

se ha vuelto protagonista

del asombro del turista,

del miedo en la población.

Otra vez, inundación.

El mar entrando al Vedado.

Otra vez todo mojado.

Otra vez, la sal, el yodo,

el salitre entrando en todo

y el tráfico desviado.

 

 

Varios carros de turismo

(matrículas estatales)

se dieron baño de sales.

¡Qué descuido! ¿Da lo mismo?

¿De quién son? ¿De qué organismo?

Peces con carrocería

nadando en el agua fría

como balsas de metal.

¿Y el seguro? ¡Menos mal

que ya el alquiler vencía!

 

 

Lo del parqueo es tremendo

¡Nadie los carros movió!

El océano alquiló

tours que yo jamás arriendo.

“¡Te los compro!” “No los vendo”,

le respondió el malecón.

“Te pago en fulas” (Tritón).

“En chavitos” (Yemayá).

Y el edificio: “Que va,

Yo prefiero un almendrón”.

 

 

Cada cierto tiempo pasa

lo que el lunes ha pasado,

que el mar entra en el Vedado

como Pedro por su casa.

Ante tamaña amenaza

muchas cosas sucedieron.

A dos turistas los vieron

en un tour que uno alquiló

pero el mar los zarandeó

se bajaron y se fueron.

 

 

La televisión filmó

a todos los rescatistas,

sus esfuerzos, sus conquistas,

pero en las casas no entró.

El mar sí, el mar se paseó.

El mar andaba en chancletas.

Abrió ventanas, gavetas,

y en muchas casas, señores,

vio los refrigeradores

subidos en las mesetas.

 

 

Enfangados muladares.

Puertas rotas. Bancos rotos.

Y la gente haciendo fotos

con modernos celulares.

Los selfies, tan populares,

con el malecón de fondo.

El mar habla y yo respondo.

El mar canta y yo lo grabo.

¡Marino, tírame un cabo!

¡Hoy Paseo está muy hondo!

 

 

Curioso. La inundación

dejó sin agua a la gente

porque el agua tendió un puente

a la contaminación.

Ahora las cisternas son

estanques contaminados.

Hay peces por todos lados

aunque en verdad, lo más grave

es que la gente no sabe

si son pollos o pescados.

 

 

Fotos espectaculares

regaló la marejada.

Y hasta el que no cree en nada

puso a salvo los altares.

Las creencias populares

sobreviven al asalto

del agua sobre el asfalto.

Todo bajo el agua está

pero eso sí, el Elegguá

siempre a salvo, en lo más alto.

 

 

Botas de goma. Fanguero.

Improvisados fotógrafos.

Amateurs oceanógrafos.

Mar, 5. Drenaje, 0.

Pobre perro callejero

cuántos temblores salados.

Los sótanos anegados.

Los automóviles móviles

ya no son tan “auto-móviles”,

más bien autos “liquidados”.

 

 

Muros rotos, destrozados.

Ronroneo de camiones.

Y  otra vez otros colchones

de otros vecinos, mojados.

A la intemperie, calados

gatos con escalofrío.

La calle Línea es un río.

Paseo es el Orinoco.

Agua mucha. Viento poco.

Y el mar dice: ¡Todo es mío!

 

 

Lunes 23 de enero.

No fueron penetraciones

leves. Fueron predicciones

De efecto poco certero.

Caribe, 8. Habana, 0.

Pavimento desbordado.

Selfies. Vídeos. Pan mojado.

Pero todo el mundo habla

del que hizo surf con la tabla

de planchar en el Vedado.

 

 

Por culpa del agua fría

Y del viento –dos tiranos–

muchísimos artesanos

perdieron su mercancía.

“Lluvia”, palabra del día.

Rima del día, “fanguero”.

Mar Caribe traicionero,

Enfermaste a la ciudad:

no agua, no electricidad

(agua y luz: empate a cero).

 

 

La feria de Artesanía

que se halla en 1ra y B

más que una feria se ve

como una casa vacía.

Un mocasín desvaría

por no encontrar su pareja.

Una sandalia se queja

por lo joven que ha enviudado.

Y el artesano, enfadado,

con la mosca tras la oreja.

 

 

¿Y si un zapato se aleja

de su pareja nadando

en el fondo, aprovechando

para cambiar de pareja?

¿Y si una sandalia vieja

aprovecha el maremoto

para hacerse alguna foto

con una sandalia joven

antes que se la roben

los yumas del carro roto?

 

 

Y una vecina que vive

en Paseo y Malecón

Repite: ¡Qué salación

vivir junto al mar Caribe!

Dice que esto le prohíbe

porque no puede su hogar

venderlo ni permutar,

que es lo que el cuerpo le pide,

hasta que la gente olvide

los estropicios del mar.

 

 

La Cruz Roja. Los Bomberos

y la Defensa Civil

multiplicaron por mil

sus esfuerzos, compañeros.

Mal tiempo para balseros.

Peor para deportados.

Y hay trumpistas enfadados

porque estos marinos ecos

dejan muy pocos “pies secos”,

triplican los “pies mojados”.

 

 

La baja extra-tropical

que vino de Carolina

fue marejada asesina

y atravesó el litoral.

Mordiscos de yodo y sal.

Todo roto, sucio, feo.

Y un informante (le creo)

dice que encontró después

un pargo por A y 23

y dos chernas en Paseo.

 

 

En fin, que el mar penetró

por huecos y farallones.

Destrozó las predicción

y La Habana se anegó.

El fango capitaneó

la agresión como otras veces.

Pero el frente a los reveses

sabe nadar el humor.

La risa, el coro mejor

para el canto de los peces.

 

Todo el mundo intentando ahogar en ron

 las pérdidas, las penas, el apuro,

y los peces cantando sobre el muro

¡ah, ah, ah, ah!

“hasta que se seque el malecón…”.

 

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