On-Décimas: La ciudad de los pregones

“Compro”. “Arreglo”. “Ambientador”. “El bocadito de helado”. Voz de silencio mojado. Pregones al por mayor.

Foto: Kaloian.

 

Play para escuchar las décimas en voz de su autor Alexis Díaz-Pimienta: 

 

¿Se acuerdan de la gran Rita? 

(“El manisero llegooooó”)

—Maniiiiií…!! ¿Se acuerdan o no?

—Maniiiiií…!! Qué voz exquisita.

—Maniiiiií..!! Canta, más que grita.

—Maniiiiií…!!! Pregones. Canciones.

Hoy comprobé (con millones 

de decibelios: tremendo)

que La Habana sigue siendo 

la ciudad de los pregones.

 

En mi barrio por lo menos 

parece que entra en acción 

“El Festival del Pregón”.

Voces mezcladas, sin frenos.

Pregones malos y buenos.

Barítonos y sopranos.

Contraltos inhumanos.

Gritadores rompe-oídos.

Asesinos de sonidos

Y tenores antillanos.

 

“Compro botellas vacías”

(voces que merecen coro).

“Compro todo tipo de oro”

(voces que dan energías).

“El buen cloro”. “La lejía”.

“El bocadito de helado”.

“La frazada”. “Mantecado”

“El palo”. “El recogedor”

“Veneno para…” “Sabor”.

“Compro” “arreglo”, “preparado”.

 

“Compro oro”. “Compro plata”.

“La escoba y el trapeador”.

“Salfumán”. “Ambientador”.

“La cebollita barata”.

Y sigue la serenata.

“Veneno para ratones”.

“Se arreglan viejos colchones”.

“Reparo fogón de gas”.

“Tapizo camas, sofás

butacas y butacones”.

 

“La lechuga fresca”. “El ajo”.

“La cebolla”. “El vino seco”.

(Voz con sordina y con eco;

gritos de “ño, qué relajo”).

“El asesino del grajo”

(o sea, el desodorante).

“Perfume”. “Desengrasante”.

“Galletas”, “tamal”, “floreroooo”.

“Compro”, “arreglo”, “cambio”, “pero…”

“Barato”, “desincrustante”.

 

Y el cántico cambia el modo

en los parajes sombríos.

“Se compran pomos vacíos”

(de perfume, sobre todo).

A escucharlos me acomodo.

Soy muy fan de los pregones.

Desde todos los rincones 

siempre me gustó escuchar.

En Cuba este pregonar

dio pie a famosas canciones.

 

Dos pregones eran ley

en tiempos de Lada y Volga:

“Los tamalitos de Olga”, 

y “Las frutas del Caney”.

De Pinar a Camagüey 

y a Guantánamo (o cerquita).

Hasta en La Antigua Chiquita 

se escuchaba el día entero

el canto de “El manisero”, 

de Simons (en voz de Rita).

 

Pero el pregón no se acaba.

Vuelven las voces de nuevo.

“El afilador”. “El huevo”.

“El rico pay de guayaba”.

Compra hasta el que no compraba.

“La bolsa de pan”. “Las flores”.

Aumentan los vendedores.

Metáforas. Palabrotas.

“Compro lavadoras rotas”.

“Arreglo televisores”.

 

“Compro”. “Arreglo”. “Ambientador”.

“El bocadito de helado”.

Voz de silencio mojado.

Pregones al por mayor.

En blanco y negro. A color.

“Compro”. “Arreglo”. “Pan”. “Maní”.

“El bocadito”… “Oro”. “Aquí”.

“Plata”. “Gallegas”. “El cloro”.

“Compro”. “Arreglo”. “Ajos”. “Oro”.

“Pa’ cucarachas”. Me fui.

 

Eso sí, ya los pregones

no son nada musicales.

Invaden nuestros portales

con infames grabaciones.

Son vendedores gritones 

Más que buenos pregoneros.

Yerberos. Carretilleros.

Todos gritan sin parar.

Dan más ganas de llorar 

que de gastar los dineros.

 

Y ese que va en bicicleta 

pregonando en cualquier lado

“El bocadito de helado”,

asere… ¿usted no respeta?

Vaya con la cantaleta.

Voz monótona. Zumbido.

Voz metálica. Ladrido.

—Asere, si no te educas

ganarás el Premio Lucas 

al pregón más aburrido.

 

Dicen que están preparados 

Los mataperros de esquina 

Pa joderles la bocina 

Al que vende los helados.

Pobres gritos comparados

con los pregones de ayer.

Ya me comienza a doler

la tradición que mutó.

“El manisero llegóooooo!!”

Se extraña a la Montaner.

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