Premios pendientes

Del cineasta cubano Ian Padrón puede decirse que “tiene en la bola”. La imagen beisbolera adquiere sentido tratándose del autor de Fuera de liga, un documental sobre la pelota que resistió años de silencio. Padrón propuso hace unas semanas que Reinaldo Miravalles –para muchos el más grande de nuestros actores en el reino del audiovisual- recibiese el Premio Nacional de Cine. Muchos apoyamos esa carta abierta en las redes sociales.

Al recibir el Premio Nacional de Literatura, Leonardo Padura –otro que “la tira por ahí”, siguiendo con el lenguaje de la pelota tan caro al formidable novelista de Mantilla- citaba a Abilio Estévez y dejaba claro que su antiguo compañero de aula en la Universidad de la Habana merece ese galardón consagratorio y que no está bien que se le prive de ese derecho por residir –como Miravalles- fuera de Cuba.

He pensado bastante en otros creadores que también deberían recibir alguno de esos Premios Nacionales que otorga el Ministerio de Cultura cubano a la obra de toda la vida y que se convierten en un verdadero acontecimiento nacional. La lista podría ser no larga pero sí nutrida y prefiero mencionar sólo algunos de los que “se cae de la mata” que se les debe, a la vez estimular a otras voces a que nos recuerden más nombres y trayectorias. Ya se sabe que este asunto merece análisis detallado y profundo.

Hay dos grandes músicos, Paquito D’Rivera y Arturo Sandoval, que merecerían esta distinción. Podría sumarse el nombre del formidable jazzista Gonzalo Rubalcaba.

Tan claro como eso tengo que –pesando en el Premio Nacional de Danza y en el de Artes Plásticas- la coreógrafa y creadora de todo un estilo Marianela Boán y el extraordinario pintor  Tomás Sánchez deben engrosar la lista que nos ocupa.

En todos los casos, si las personas aceptan o no la distinción es otro tema. Se trata de ampliar la siempre subjetiva definición de jerarquías artísticas y hacer el noble -aunque casi siempre fallido- intento de dejar a un lado la política en aras de asumir una visión abarcadora del delicado y rico proceso de la creación artística nacional.

Las líneas que me quedan prefiero dedicarlas a la esperanza de que algún dramaturgo cubano acompañe al maestro Abelardo Estorino en el Premio Nacional de Literatura. En este caso, no se trata únicamente de exclusión por lugar de residencia. Se quedó sin ser distinguido un comediógrafo  muy popular y con una zona formidable  en su desigual dramaturgia: Héctor Quintero. Hace aaaaaññoos que varios especialistas clamamos porque lo reciba Eugenio Hernández Espinosa. Bastaría con decir que es el autor de María Antonia para que muchos comprendan el reclamo.

Volviendo a los creadores que son emigrantes o exiliados, pienso, como Padura, que Estévez honraría el listado del  mayor galardón de  nuestras letras.  Sobre los méritos de Abilio como autor teatral escribí hace poco en esta columna. El éxito y los premios de sus novelas son bien conocidos. También merece el Premio Nacional de Literatura –o el de Teatro- José Triana. Forma parte de lo mejor de la generación de autores que se dio a conocer en los sesenta. Su obra La noche de los asesinos – Premio Casa de las Américas y poco después todo un clásico de la escena cubana gracias al montaje de Vicente Revuelta- es, con diferencia, la más reconocida de toda nuestra literatura dramática a nivel internacional. Triana es autor de otras obras interesantes como Medea en el espejo y de una sabia apropiación teatral de la novela de Carrión Las honradas, que nombró Palabras comunes. Hace poco ha visto la luz –con favorable acogida de la crítica- la Poesía Completa de Triana.

Notable también es la producción de Matías Montes Huidobro. En este caso se juntan el dramaturgo y el investigador, el ensayista sobre asuntos teatrales. Durante décadas, Matías ha buscado datos, libros, informaciones sobre la escena dentro de la isla que para los que viven en Cuba son fáciles de obtener, pero que para su admirable curiosidad y pasión resultan –como tantas otras cosas que la intolerancia separó- casi remotos.

Es de esperar que en las próximas ediciones de los Premios Nacionales aparezca alguno de estos nombres o tal vez otro que habré  olvidado en estas líneas. Mucho más que acertar en mis pronósticos, me interesa que nos acerquemos a una visión más amplia y equilibrada del delicado y precioso tesoro que es la memoria y el presente cultural de todos los cubanos.

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