Ida y vuelta

Últimamente noto una avalancha de jóvenes cubanos que han cambiado la Isla por las playas y la vida nocturna de Miami. Precisamente ahora que Cuba comienza a dar pequeños pero certeros pasos hacia una apertura económica, que bien pudieran abrir infinidad de oportunidades. Esa hermosa Isla, con su seguridad y sus potencialidades es lo que muchos jóvenes talentosos dejan atrás; prefieren Miami.

Hace unos días me dijo una amiga, que recién llegó a Miami, que jamás pensó encontrarse aquí a tantos amigos de la universidad. Otra amiga, en La Habana, me comentó que se había quedado sola, que todos sus amigos viven ahora en Miami.

Años atrás las personas que decidían emigrar, condenarse a un largo y tendencioso exilio, tomaban esa decisión a partir de diferencias políticas e ideológicas con el gobierno cubano, abandonaban el país en busca de libertad… Abandonar el país, para muchos, equivalía a lograr un pasaje únicamente de ida, vía que implicaba perder no solo tu casa y objetos de valor sentimental, sino a tus amistades, e incluso a algún resignado y domado miembro de la familia.

El reconocimiento a la libertad de movimiento, y el derecho a emigrar, sin ser abucheado, apaleado (Mariel), ha facilitado este nuevo éxodo de jóvenes cubanos en busca de mejoría económica, superación personal, Green Card…

Por otra parte, ha aumentado la cantidad de personas que han decidido repatriarse, entre ellos reconocidos artistas de la diáspora cubana. Cada vez el estar de un lado y del otro parece más natural, más armónico.

Hoy es evidente que la motivación principal para emigrar de Cuba no es la discrepancia con el gobierno. En Cuba hay libertad y libertades, tal vez no como muchos cubanos desean, ni con el mismo modelo que aplican otros países democráticos, pero las hay. Se está produciendo un salto cuántico en las mentes y en los corazones del cubano, se han levantado las fronteras legales y psicológicas que lo mantenían estancado.

Claro, las posibilidades de viaje no están al alcance de todos y es lamentable, pero poco a poco se abre el camino.

Jóvenes que emigran, cubanoamericanos que regresan, y otros –como yo–, que por el momento deambulamos entre ambas ciudades… Qué bien, las cosas están cambiando.

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