Los Rolling Stones de América

Concierto de Los Van Van en el Festival del Habano, 2014 / Foto: Rolando Pujol.

Concierto de Los Van Van en el Festival del Habano, 2014 / Foto: Rolando Pujol.

No recuerdo bien la fecha, sería un invierno de finales de los años 70 o comienzos de los 80. Estábamos en el pre-universitario, vestíamos de azul, y todos, menos yo (porque no sabía) bailaban un tema muy popular de Juan Formell y Los Van Van.

Yo prefería la música que llegaba de fuera: Bee Gees, Eagles, Aretha Franklin, Chicago, Marvin Gaye… No me gustaban Los Van Van, solo una canción me hacía subir el volumen de la radio, una balada llamada “Elisa” que cantaba mi tío Lázaro Morúa, por aquella época cantante de Los Van Van, y la escuchaba más bien porque el hecho de que mi tío cantara con Juan Formell y Los Van Van me hacía popular entre el estudiantado.

Luego emigré y dejé a “Elisa” y a Formell con sus Van Van, atrapados en las fronteras de una Isla que no solo era conocida por inspirar movimientos revolucionarios en toda América, sino también por la explosión cultural que brotaba de ella.

Un día, en un elevador, en Filadelfia, un norteamericano me preguntó de dónde yo era. “Soy cubano”, le respondí, “de Cuba”. “Cuba! Where is Cuba?”, me dijo asombrado, tal vez asustado (debe ser terrible no saber dónde queda un país). “Cuba”, le contesté en inglés, “an island in the Caribbean… Fidel Castro”. “Oh!”, casi gritó, más asustado aún, “Castro… Fidel Castro”; “yes, Fidel”, y de pronto para mi sorpresa dijo: “Los Van Van, John Formell, The Rolling Stones of America”.

Aquello se me quedó grabado: un gringo en Filadelfia no sabía dónde quedaba Cuba, pero sí conocía a Formell y Los Van Van.

Hoy, como millones de cubanos y amantes de la buena música soy fan de Los Van Van. Tuve la suerte de conocer y trabajar con Juan, compartir con su familia, su adorable esposa. Produje su última gira a Los Estados Unidos. También tuve la desdicha de ser uno de los primeros en enterarme de su muerte, en llegar a su casa, al hospital, presenciar el dolor de la familia y de los compañeros inseparables de Los Van Van, de ver cómo a Cuba se le iba uno de sus hijos prodigiosos.

Juan ya no está, ahora toca su bajo, compone, arregla y defiende su cubanía para otro público, en escenarios más distantes. Pero qué importa la distancia… Si eres buen cubano, si alguna vez bailaste con Los Van Van, hazme caso, cuando termines de leer este texto, cierra los ojos y respira profundo, apuesto a que puedes escuchar su bajo: “Cucun cun cun, cocun cun cun…”.

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