MiaHabana

Hace unos días, mientras leía noticias sobre la ciudad donde vivo y sobre la ciudad en que afortunadamente nací, se me ocurrió una idea que haría realidad si estuviera en mis manos decidirlo. El gesto, de buena voluntad y de pleno sentido común, podría tal vez resultar descabellado para algunos, pero los algunos cada día son menos, y los menos suelen ser irrelevantes… Estoy seguro de que a pesar de los contrariados (los menos) –los arraigados a obsoletas y malas manías– llegado el momento, votarían en mayoría por esa idea aquí y allá, es decir, en Miami y en La Habana. El allá y el aquí cada día se parecen más, cada día sus proas navegan más en una misma dirección y, pienso, no hay mal tiempo que nos desvíe. Hasta hace unos años nos separaban no solo la geografía sino también un universo minado de diferencias políticas e ideológicas, dogmas y consignas, intereses y prioridades opuestas y, aún más lamentable, nos dividían los fuertes vientos de odio y rencor que soplaban desde ambas orillas, todo parecía una interminable pesadilla; ahora no tanto, casi amanece y los soplavientos han quedado desinflados. El aire está menos añejado, menos contaminado, más fresco, y si algo viene llegando, si ya se avecina, son lindos días para empinar papalotes de amor.

Por muchos años ambas ciudades estuvieron completamente desconectadas, desatadas, deshilachadas; se notaba a simple vista el descosido vínculo cultural, social, comercial, y hasta familiar. La Habana y Miami, tan cerca pero tan lejos, ciudades dispuestas a romper el récord Guinness (si existiera) de: las familias más enfermizas y divididas del planeta. Y cuando digo enfermizas me refiero a que, juntos, hemos asumido los síntomas de un mal, compuesto por el desapego, el rechazo, la enajenación, el odio y el rencor. Ya no es tan así, no ha sido fácil y tampoco ha llegado por la vía de la espontaneidad… Cada día ambas ciudades están más unidas, florece un fuerte vínculo cultural, social y comercial casi imposible de frenar.

Hace mucho escuché a un gurú hindú decir que no existen el tú y el yo; el Yo, no es más que el Ego, “somos una misma cosa, esto es, el verdadero Ser”…, y continuó diciéndome: “Mientras tú te creas Tú, y yo me crea Yo, existirán diferencias y conflictos entre Nosotros”.

Miami y La Habana, de modo natural, e irrevocablemente, van buscándose una a la otra, descubriendo su verdadero Ser; es inevitable, insoslayable, no son necesarios el oráculo del Tarot o la Letra del año para asegurarlo, es un hecho; el calendario lo anuncia, el tiempo lo acuña. Miami y La Habana serán declaradas ciudades hermanas, Sister Cities.

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