Es el momento de decir NO

Foto: Marius Jovaiša

Foto: Marius Jovaiša

El Departamento de Estado de EE.UU. acaba de anunciar que, por cuestiones de seguridad, retirará más de la mitad del personal de su Embajada en La Habana. La medida responde a presuntos ataques acústicos sufridos por diplomáticos estadounidenses allí, de los que aún no existe prueba alguna. En medio de una colaboración entre los dos gobiernos para aclarar esta situación, el gobierno de Estados Unidos emite una advertencia a sus ciudadanos de no viajar a Cuba so pena de riesgo para su salud, y anuncia la suspensión indefinida del otorgamiento de visas a ciudadanos cubanos, con afectación de los programas de reunificación familiar, entre otros.

Si bien es un hecho que el gobierno cubano es responsable por la seguridad de todo el personal diplomático en la Isla y que el norteamericano debe velar por la seguridad de sus ciudadanos, se trata de medidas exageradas e injustas, que se precipitan y responden a los intereses de grupos que desean frenar y hacer retroceder la normalización de relaciones entre ambos países.

Esta limitación representa un perjuicio para cientos de miles de personas: familiares que no podrán reencontrarse, cubanos que no podrán visitar a sus seres queridos en Estados Unidos, miles de seres que llevan años esperando por una solución migratoria para encaminar sus vidas juntos ahora deberán esperar no se sabe cuánto más, artistas que no podrán compartir su obra, científicos que no podrán intercambiar entre sí. En fin, oportunidades tiradas por la borda, pérdida, cierre de puertas.

Llevo muchos años viajando semanalmente a Cuba, vivo la mitad de mi vida entre las dos orillas del Estrecho de la Florida, me he hospedado en hoteles de La Habana, he intercambiado con cientos de estadounidenses y cubanoamericanos que viajan a la Isla, y no he conocido a nadie que se haya enfermado con los síntomas descritos ni yo los he padecido. Viajar a Cuba no representa un riesgo excepcional, al contrario, es un país tropical donde se han erradicado muchas enfermedades y es un país cuya seguridad ha sido reconocida por todas las instituciones internacionales. Yo he podido comprobarlo personalmente por muchos años. Los ciudadanos norteamericanos que viajan a Cuba tienen una experiencia enriquecedora, cultural y emocionalmente, gozan de lo mejor que Cuba tiene para ofrecer: la hospitalidad de la gente, su arte, su arquitectura, su comida. Viven una experiencia que, en la mayoría de los casos, los marcará para siempre.

Quienes hemos promovido el acercamiento, pensando en lo positivo que resulta para los pueblos de los dos países que amo, debemos hacer algo para impedir un retroceso. Este es el momento. Ahora necesitamos el “no estoy de acuerdo” de quienes queremos ver una Cuba próspera, de los ejecutivos de las aerolíneas y los cruceros, de los hoteleros y todos aquellos que han viajado a Cuba a presentar un proyecto cultural, científico, educativo o de negocio. No tengo nada en contra de aprovechar oportunidades, pero no se trata de eso, como cubano siento que este es un momento para definir una posición favorable al acercamiento, es un momento para el compromiso, es ahora cuando se necesita.

 

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