Muros

Si me preguntaran diría que debe tener unos 55 años, tal vez 58 pero hasta ahí… Puede que le falten unas arrugas más, y tenga algunos espacios vacíos en su memoria para llegar a los sesenta. Me comenta que vivió casi diez años en Alemania y vio con sus propios ojos la caída del Muro de Berlín.

—Puede que haya sido entre los primeros en recoger un trozo de Muro… –me dijo con orgullo, o al menos así me lo creí porque era lo que delataba su rostro.

Por un instante me asusté, soltó las manos del timón, se notaban rudas y entumecidas y las reposó sobre sus muslos, como si estuviera sintiendo nuevamente aquel pedazo de piedra en sus manos.

—¿Y que hacías allí?

—Me enviaron a trabajar a Berlín, estuve casi 5 años de instructor, soy ingeniero agrónomo… Luego me asignaron a la embajada cubana y pasaron otros casi cinco años antes de regresar a Cuba.

—Quise decir ¿qué hacías allí, frente al Muro?

—¡Ah, coño!…, me enviaron de la embajada a atender a los cubanos que vivían en Berlín (y el resto de la RDA) y cruzaban al otro lado del Muro, a la otra Alemania.

—¿A la Alemania próspera, a la RFA?

—Sí, a esa… Mi misión era recoger los pasaportes de los compañeros que desertaban, fueron 650 más o menos los que recogí en corto tiempo. Aquello era una locura, la gente cruzaba con mucho desespero, gritaban, lloraban, muchos hacía años que no veían a su familia, ¿te imaginas?

—Sí, lo imagino, debe ser muy linda la reconciliación…

Vamos camino al aeropuerto, y en todo este tiempo he tenido mi vista de guardia sobre su rostro, ahora la desvío hacia la calle (Avenida Boyeros) para ver por dónde vamos. Como de costumbre estoy retrasado, pero no temo perder el vuelo, más bien temo llegar antes de concluida la conversación.

—¿Y ahora eres taxista?

—Sí, fue difícil encontrar trabajo a mi regreso, y me tocó esto

—¿Y no te arrepientes?

—¿Arrepentirme de qué, de ser taxista…?

—No, de no haber cruzado el Muro.

—¡¿Tú estás loco chico?! Yo soy un hombre feliz. Con todos sus problemas y defectos, este es el mejor país del mundo…

—Sí, tienes razón, tendríamos que hacer algunos cambios, derrumbar algunos muros, pero yo pienso igual…

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