Tenemos embajadas

Cuando lean estas líneas, ya estarán abiertas las embajadas de Cuba y de Estados Unidos en el país correspondiente. Importante victoria en el ejercicio de la diplomacia de ambas naciones, pero también ganancia indiscutible para los pueblos cubano y norteamericano.

Tener embajadas significa el reconocimiento mutuo de los gobiernos a la existencia de una nación independiente y legítima. Las embajadas centran su trabajo en la promoción de los intercambios gubernamentales y las relaciones bilaterales entre los países anfitriones, atender asuntos políticos, económicos y culturales, así como en proteger los intereses de cada país y dar protección y asistencia a los ciudadanos que representan. Hasta este momento, ni Cuba ni EE.UU. habían podido ejercer tales funciones. Sus Secciones de Intereses carecían de carácter formal, y sus funciones se limitaban a asuntos consulares, culturales, y gestiones propensas a malas interpretaciones.

Para los cubanos, tanto dentro como fuera del país, eran lugares no gratos, escrutinios minuciosos de documentos, contundentes rechazos, gastos excesivos, vidas dependientes de un sí, miles de historias para ser contadas. Ahora todo parece cambiar. Julio 20 y Agosto 14 del año 2015 marcan un punto de viraje histórico tanto en Cuba como en EE.UU.

Para los casi dos millones de cubanos que viven en Estados Unidos, contar con una representación de Cuba en el país, aliviará la tensión permanente que han supuesto las gestiones y tramitaciones consulares. De igual manera, para los residentes en la Isla, es la esperanza de acercar el puente, muchas veces infranqueable, que los separa de sus seres queridos, la posibilidad de comenzar a tener relaciones económicas y comerciales con un vecino muy cercano que ofrece grandes oportunidades.

Para los norteamericanos, significa la posibilidad de explorar las potencialidades que, desde el punto de vista comercial, tiene Cuba como la mayor Isla caribeña, con la apreciable ventaja de la gran calificación del pueblo cubano; de comenzar un camino que les permita visitar normalmente la Isla y disfrutar de sus atractivos naturales, culturales y sociales sin restricciones.

Ver ondear la bandera cubana el 20 de julio en Washington y luego la norteamericana el 14 de agosto en La Habana ha sido un símbolo inequívoco, no solo de la voluntad de avanzar hacia una consolidación de relaciones; también del sentir de dos pueblos que nunca se han reconocido como antagónicos. Ahora el camino está orientado a establecer, de manera gradual y respetuosa, las bases de un intercambio enriquecedor.

He tenido la dicha de participar en estos eventos, y sentir el orgullo y la satisfacción de ver ondear las dos banderas. Para mí, cubano de nacimiento y ciudadano norteamericano que desea lo mejor para ambos pueblos, ha sido un sueño hecho realidad. Les confieso que el sentimiento es intenso, profundo, inigualable…

Reencuentro con una embajada

Salir de la versión móvil