El tamaño de su esperanza

Nadie imaginará jamás cuánto optimismo y cuánta gana le cabían en el alma a aquel danés. Su nombre era Bent Larsen, y acaso pudo ser todas las cosas que se pudieran ser en esta vida. Él, por suerte, prefirió el ajedrez.

Murió en el siglo XXI, pero tocó los cielos en el XX y jugaba como se jugó en el XIX. Esto es, sin miedo a nada, arriesgando la partida y el orgullo con tal de derribar el rey contrario. Dígase Larsen, y ya se dijo sangre.

El nórdico tenía un modo muy personal de comprender el juego. Para él se trataba de una guerra generosa pero a muerte, y la encaraba con un espíritu bizarro que le ganó el amor de público y colegas. Original a toda costa, empleaba aperturas en desuso (como la del Alfil o la Vienesa), y jamás aceptó líneas de moda ni el auxilio de algún entrenador.

Larsen veía el juego solamente con los ojos de Larsen. Le asistían talento, ambición, fuerza, y en cada movimiento suyo gravitaba, nostálgico y perenne, el ajedrez romántico de sus predecesores. Ese ajedrez que lo contaminó desde los doce años, cuando llegó a sus manos un minucioso estudio del Gambito de Rey.

No pasó mucho tiempo para que deviniera el mejor trebejista de Tilsted, su ciudad natal, y ya a los 19 nadie lo aventajaba en Dinamarca. Así, estallando bombas en cada torneo al que asistía, se abrió paso en la admiración del universo, y acabó arrodillándolo a sus pies en la Olimpiada moscovita del 56, cuando finalizó como mejor primer tablero (8,5 de 11) por encima del formidable monarca Mijail Botvinnik. Visto el caso, la FIDE le concedió entonces el título de Gran Maestro.

Después… después empezaría a ganar torneos, a lidiar como toro bravío contra la portentosa escuela soviética y el no menos portentoso Bobby Fischer, aunque de modo invariable perdió todos y cada uno de los Candidatos en los que intervino y así, poco a poco, fue esfumándose el sueño de llegar a titular del universo.

No obstante, Caissa no olvida nunca a Larsen. Aquel juego agresivo rematado por una fina técnica y sacrificios de otro tiempo, no merece caer en el olvido. Como tampoco puede haber omisiones con su libro inmortal, Jugando a Ganar, un manifiesto inconfundible de su posición contra las tablas sin batalla.

Genio cultísimo, sorprendente políglota y hombre de trato delicioso, de Larsen siempre hablaron maravillas sus rivales. Lev Polugaevsky, un grande, dijo esto: “Su estilo sólo era propio de él, y jugaba las aperturas de los románticos de forma moderna. Atacaba y defendía con similar destreza. Su juego denota una amplia cultura ajedrecística y una buena disposición a la lucha. Larsen era un gran amante del ajedrez, leía todas las publicaciones novedosas y siempre hacía descubrimientos teóricos que aplicaba en los torneos importantes buscando sorprender a sus rivales”.

Joyas, hizo unas cuantas. Pero de todas la mejor la concibió a costa del monarca universal Tigran Petrosian en el inolvidable torneo de Santa Mónica 1966, en una Defensa Siciliana capaz de satisfacer al más riguroso gourmet de los tableros.

Blancas: B. Larsen. Negras: T. Petrosian

1. e4 c5 2. Cf3 Cc6 3. d4 cxd4 4. Cxd4 g6 5. Ae3 Ag7 6. c4 Cf6 7. Cc3 Cg4 8. Dxg4 Cxd4 9. Dd1 Ce6 10. Dd2 d6 11. Ae2 Ad7 12. 0-0 0-0 13. Tad1 Ac6 14. Cd5 Te8?! (era mejor 14…Cc5) 15. f4 Cc7 16. f5! Ca6

16...

Petrosian quiere llevar este caballo al punto fuerte e5, pero el plan es demasiado lento.

17. Ag4!?(aún más fuerte era 17. b4, pero Larsen tiene otra idea) 17…Cc5 18. fxg6 hxg6 19. Df2 Tf8 20. e5!!

20

Mucho mejor que la tentadora 20. Axc5 dxc5 21. Cf6+ Axf6 22. Txd8 Taxd8, con suficiente compensación; para comprender la profundidad de la idea de Larsen conviene tener en cuenta la variante 20. Dh4 Axd5 21. Txd5 e6, con buena posición para las negras.

20…Axe5 21. Dh4! Axd5 22. Txd5 Ce6? (la diferencia con el paréntesis anterior es que si ahora 22…e6 23. Dxd8 Tfxd8 24. Txe5 dxe5 25. Axc5, y los dos alfiles vale más que una torre) 23. Tf3!

23

23…Af6? (aún se podía aguantar con 23…f5 24. Th3 Cg7!) 24. Dh6 Ag7 (la coordinación blanca es perfecta para rematar con una combinación explosiva) 25. Dxg6!!

25

25…Cf4 (25…fxg6 llevaría a lo que ocurrió en la partida; y si 25…Cc7 26. Dxg7+!! Rxg7 27. Tg5+ Rh8 28. Th3 mate) 26. Txf4 fxg6 27. Ae6+ Tf7 (o bien 27…Rh7 28. Th4+ Ah6 29. Axh6 Tf5 30. Txf5 gxf5 31. Axf5+ Rg8 32. Ae6+ Rh7 33. Af7!, y no hay nada mejor que 33…Db6+ 34. Rf1 Dd4 35. Txd4 Rxh6 36. Re2, con ventaja decisiva) 28. Txf7 Rh8 29. Tg5! b5 30. Tg3!

1-0

LA FRASE: “El estómago es una parte esencial del maestro de ajedrez”. Bent Larsen.

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