Keres al ataque

Como Capablanca, Paul Keres aprendió a mover las piezas a los cuatro años, mirando a su padre jugar con los amigos. Y como en el caso del cubano, la progresión del niño fue vertiginosa, hasta el punto de que poco después era capaz de derrotar a su progenitor, a su hermano mayor y a todos sus compañeros de clase.

En 1935, con apenas 19 años, ganó el Campeonato de Estonia, y a partir de ese instante quedó claro que una fuerza emergente se abría paso a golpes de estilo agresivo y agudeza táctica. La Olimpiada de Varsovia y el Internacional de Bad Nauheim –donde finalizó empatado con Alekhine- no harían otra cosa que corroborar la eclosión del fenómeno.

Su gran momento llegó en AVRO 1938, el primer torneo de candidatos de la historia. Se estipuló que quien saliese triunfador (sin contar a Alekhine) tendría derecho a disputar el título al ruso. La nómina de rivales era impresionante: el propio titular, más Botvinnik, Capablanca, Euwe, Fine, Flohr y Reshevsky.

Keres comenzó flojo, lo que le situó lejos del líder, Reuben Fine. Pero empezó a mejorar hasta conseguir superar a Fine a falta de tres rondas, y a la postre se alzó con  el éxito que tanto merecía.

Sin embargo, las condiciones que el temeroso Alekhine imponía para un match por el trono resultaban inaceptables, y poco a poco fueron decayendo las ilusiones del estonio. Así, pasó el tiempo, pasó un águila por el mar, y Keres jamás pudo alcanzar un acuerdo para disputar la corona cuando la II Guerra Mundial empeoró aún más el panorama.

En tal sentido, a la guerra se sumaron sus tropiezos en sucesivos torneos de Candidatos, que terminaron por endilgarle el apodo de El Eterno Segundo. Paulatinamente su estilo sufrió cambios, y pasó de ser un jugador siempre dispuesto a realizar combinaciones, a ser un ajedrecista posicional.

Pero el Keres que queda en la memoria es el primero. Aquel que arriesgaba hasta la vida para plantar un cerco de imaginación sobre el monarca contrincante. Aquel que sacrificaba piezas ante cualquier rival, inclusive si este se llama Max Euwe y había sido campeón del universo. Véalo por usted mismo…

Blancas: Max Euwe. Negras: Paul Keres.

1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cf3 b6 4.g3 Ab7 5.Ag2 Ae7 6.0–0 0–0 7.Cc3 Ce4 8.Dc2 Cxc3 9.Dxc3 d6 10.Dc2 f5 11.Ce1 Dc8 12.e4 Cd7 13.d5 Este avance gana espacio 13…fxe4 14.Dxe4 [14.Axe4!? Rh8 15.Cg2 exd5 16.Axd5=] 14…Cc5

14...

15.De2 Af6 16.Ah3 Te8 17.Ae3 Dd8 18.Axc5 exd5 19.Ae6+ [19.Ae3!? d4 20.Ag2] 19…Rh8 20.Td1 dxc5 21.Cg2 d4 22.f4 d3!

22...

23.Txd3 [23.Txd3 Ad4+; 23.Dxd3 Ad4+(23…Axb2; 23…Txe6)] 23…Dxd3 24.Dxd3 Ad4+ [24…Txe6?! 25.Td1=] 25.Tf2 Txe6 26.Rf1 Tae8 [26…Axf2 27.Rxf2 Tae8] 27.f5?? Con esta jugada el blanco pierde la iniciativa [27.Td2= mantendría al blanco en la partida] 27…Te5–+ 28.f6 [28.Tf4 Te2 29.Dxe2 Txe2 30.Rxe2 Axg2–+] 28…gxf6 29.Td2? [29.Tf3–+] 29…Ac8 30.Cf4 [30.g4 no es la jugada salvadora 30…Axg4 31.Tf2 Axf2 32.Rxf2 Te2+ 33.Rf1 Txb2–+] 30…Te3 31.Db1 [31.Te2 no mejora nada 31…Txe2 32.Cxe2 Ah3+ (32…Axb2?! no es posible 33.Cf4) 33.Re1 Ag4–+] 31…Tf3+ 32.Rg2 Txf4!

34...

33.gxf4 [33.b4–+ rezando para pedir un milagro] 33…Tg8+ 34.Rf3 Ag4+ [34…Ag4+ 35.Rg3 Af5+ 36.Rf3 Axb1–+]  0–1

LA FRASE: “Quien no asume un riesgo nunca ganará una partida”. Paul Keres.

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