Vera abrió el camino

Hace poco escribí en esta columna sobre la mejor ajedrecista que ha parido Cuba, María Teresa Mora, y varios lectores me pidieron que dedicara una sección a Vera Menchik, la más grande de todas las épocas hasta el arribo tempestuoso de Judit Polgar en los años noventas.

Cumplo con ellos. A fin de cuentas, la británica de origen ruso dominó sin piedad ni resquicios la década del treinta hasta su fallecimiento con 38 años abriles durante la Segunda Guerra Mundial, víctima de un bombardeo.

Hija de padre checo y madre inglesa, Menchik era muy joven cuando empezó a recibir clases de Géza Maróczy, quien le aportó la base técnica que luego le permitiría prevalecer sin problemas sobre su rival más enconada, Sonja Graf, y también ganar el Campeonato del Mundo en Londres 1927.

Posteriormente la muchacha continuaría venciendo en las citas de Hamburgo 1930, Praga 1931, Folkestone 1933, Varsovia 1935, Estocolmo 1937 y Buenos Aires 1939, a lo largo de las cuales alcanzó un global de 87 éxitos, 11 tablas y 4 derrotas.

Sin embargo, lo más llamativo de su carrera es que solía intervenir en competiciones masculinas -algo verdaderamente insólito para su época-, y que se dio el lujo de batir nada menos que a 41 hombres, entre ellos los archiconocidos Max Euwe, Samuel Reshevsky, Jacques Mieses y Frederick Yates.

Al final del camino, sus resultados en torneos para varones no fueron brillantes en sentido general, pero sirvieron para llamar la atención sobre las posibilidades futuras de la mujer ante el tablero, en lidia contra adversarios del otro sexo.

De su estilo, los expertos cuentan que era poco espectacular, no le gustaba correr riesgos innecesarios y llegaba a la victoria explotando pequeñas ventajas. Pero a veces, como en el triunfo que les regalo hoy, era capaz de derribar al rey contrario con movimientos espectaculares y repletos de ingenio.

Blancas: Vera Menchik. Negras: George Alan Thomas.

1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 d6 5.f3 0–0 6.Ae3 e5 7.Cge2 b6 8.Dd2 Cc6 9.d5 Ce7 [9…Ca5 10.Cc1] 10.g4

10

10…Cd7 11.Tg1 [11.h4 Cc5±] 11…a5 12.0–0–0 Cc5 El negro intenta a4 13.Cg3 Ad7 14.h4 a4 15.h5 Db8 16.Ah6 [16.h6 Af6±] 16…Da7?

16...

16…a3 y el negro puede mantenerse con vida 17.b3 Da7=

17.Axg7± Rxg7 18.Cf5+ Cxf5 [18…gxf5?? 19.Dg5+ Rh8 20.h6 Ce6 21.Df6+ Rg8 22.dxe6 fxe4 23.Dg7#] 19.gxf5 a3?? Lleva a posteriores incomodidades [19…Tg8±] 20.f6+!

20

¡Sorpresa!

20…Rh8 [20…Rxf6 21.Dg5+] 21.Dh6 axb2+ [21…Cb3+ no es suficiente por 22.axb3 axb2+ 23.Rd2 Tg8 24.hxg6 Txg6 25.Txg6 b1C+ 26.Rd3 Tg8 27.Txg8+ Rxg8 28.Dg7#] 22.Rb1 Tg8 [22…Dxa2+ no alterará el resultado de la partida 23.Cxa2 Ce6 24.dxe6 Tg8 25.hxg6 Txg6 26.Txg6 Tg8 27.Txg8+ Rxg8 28.Dg7#] 23.hxg6 fxg6 [23…Txg6 no mejora las cosas 24.Txg6 Ce6 25.dxe6 Dxa2+ 26.Cxa2 Tg8 27.Txg8+ Rxg8 28.Dg7#] 24.Dxh7+!!

24

Después de 24.Dxh7+, seguiría 24…Rxh7 25.Th1+ Ah3 26.Txh3#

1–0

LA FRASE: “(Vera Menchik) Es la única mujer que juega como los hombres”. José Raúl Capablanca

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