Decálogo incompleto sobre las mujeres en Cuba

Foto: Yailín Alfaro.

Foto: Yailín Alfaro.

La legislación cubana, desde inicios de la Revolución de 1959 se identificó con la promoción de la equidad de las mujeres en los espacios productivos y de dirección; con la presencia de mujeres en trabajos no tradicionales; con la inclusión de la igualdad de mujeres y hombres en la agenda de gobierno; con la universalización de derechos y, por tanto, con que estos fueran garantizados para toda la ciudadanía.
Hoy las mujeres cubanas tenemos garantizados nuestros derechos a la interrupción voluntaria de los embarazos, a una licencia de maternidad de las más extensas de la región, a una licencia de paternidad que legalmente –no así culturalmente– permite compartir los cuidados tempranos, a cuidados ginecológicos y ginecobstréticos gratuitos, etcétera. Son algunos de los campos que podrían mencionarse respecto a la situación de las mujeres cubanas.
Pero existen también asuntos pendientes para el análisis de la vida de las mujeres en Cuba, como grupo social y como actor sociopolítico. Aquí reúno algunos:

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

1. Violencias de género

Probablemente las violencias de género sean el tema de mayor presencia a nivel mundial para feministas y Estados. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud, el 29,8% de las mujeres ha sido víctima de violencia física y / o sexual ejercida por parte de su pareja y el 10,7% ha sufrido violencia sexual por alguien fuera de la pareja. La cifra es alarmante y no solo en el orden global.
Resultados parciales de una encuesta nacional del Insituto de Estudios de la Mujer indican que en Cuba el 26,7% de las mujeres que tienen actualmente o tuvieron pareja, vivieron alguna manifestación de violencia en los doce meses previos al momento de la entrevista. El 39,6% aseguró haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja en “algún momento de su vida”. Esos datos no son muy diferentes a las cifras globales. Es algo de lo que ocuparse y preocuparse. Para hacerlo, es necesario considerar que las violencias de género tienen múltiples expresiones y espacios. Considerar, por ejemplo, la violencia laboral, patrimonial, sexual y el acoso.

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

2. Ausencia de legislaciones específicas sobre relaciones de género y violencias

En Cuba no contamos con una legislación específica sobre violencia de género, lo cual obstaculiza la acción política y de política pública respecto al tema. A finales de 2017 se creó en Cienfuegos el primer gabinete jurídico para atender la violencia de género. Es un primer paso relevante que debería sucederse en el corto plazo de la discusión, aprobación y puesta en práctica de una ley sobre violencia de género que reconozca su amplio espectro y sus raíces específicas, y limite la tolerancia y la impunidad.
En los últimos meses se ha tenido noticia expresa de al menos dos casos de feminicidio. Se desconoce cuántos suceden, pero el hecho alerta sobre la urgencia de una norma legal que acompañe los activismos de la sociedad civil y de las instituciones estatales sobre ese campo.

Foto: Yariel Valdés.
Foto: Yariel Valdés.

3. Ausencia de datos sobre la situación de la mujer

Precisamente la ausencia de cifras e información sobre asuntos que competen a las relaciones de género invisibiliza desigualdades entre hombres y mujeres, y sus conexiones fundamentales con “raza”, generaciones, territorios, etcétera. En Cuba no contamos con cifras de feminicidios ni otro tipo de análisis sistemáticos sobre posibles diferencia de ingresos entre hombres y mujeres, datos de violencia hacia las mujeres, y otros.
La misma encuesta nacional de 2016 hasta el momento solo pone a disposición datos parciales comunicados en eventos académicos.
Se desconoce igualmente qué porciento del PIB cubano es aportado por el trabajo no remunerado que realizan las mujeres en los hogares. La experiencia de diversos países, incluyendo algunos de la región, indica la importancia de considerar ese tipo de cifras para dimensionar la relación entre procesos productivos y reproductivos.

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

4. Mayor carga de horas de trabajo en el hogar y las actividades de cuidado

En 2030 más del 50 por ciento de los hogares cubanos estarán encabezados por mujeres. Es urgente pensar en los sistemas de cuidados con los que cuenta Cuba, o su ausencia. Que las mujeres dedican mayor cantidad de horas a los trabajos de cuidados que los hombres, es algo que puede verificarse con una mirada superficial de la sociedad cubana. No contamos con cifras claras sobre uso del tiempo, pero el tema se ha reconocido por instituciones estatales y por actores de sociedad civil. Ello se comprueba, por ejemplo, en que casi la mitad de las mujeres que componen la población económicamente activa no tienen relación de dependencia laboral. Es probable que ellas se dediquen, en exclusiva o la mayor parte del tiempo, a trabajos de cuidados que se realizan en situación de intensa escasez y en ausencia de una insfraestructura pública de cuidados.

Foto: Víctor Fleites.
Foto: Víctor Fleites.

5. Economía, propiedad y relaciones de género

Las mujeres parece que tenemos menos activos económicos y financieros y estamos en situaciones de desventaja en la estructura de la propiedad. Pueden mencionarse dos ejemplos.
En Cuba el sector agrícola absorbe cerca del 20 por ciento del empleo total; pero no se reconoce en esas cifras ni el rol de las mujeres en las comunidades rurales, ni su aporte directo a la producción. Según análisis, menos mujeres que hombres acceden en Cuba al trabajo remunerado en la agricultura. Menos mujeres que hombres tienen control de tierras, tecnologías e insumos para la práctica productiva. Menos mujeres que hombres ocupan posiciones de poder en espacios rurales.
Al mismo tiempo, solo el 32 por ciento de las personas que participan del sector privado de la economía son mujeres. De ese número, no se conoce cuántas son propietarias de los negocios y cuántas empleadas. Es posible que las últimas sean mayoría. Si tenemos en cuenta que el privado es el ámbito económico que provee mayores ingresos en la actualidad, el asunto se vuelve relevante para comprender desigualdades de género.

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

6. Subrepresentación de las mujeres en altos puestos del sistema político y en órganos de gobierno

Hoy el Buró Político lo integran 17 personas; a su interior, cuatro mujeres, para un 23,5 por ciento. Sin pretensión de estricta paridad estadística –teniendo en cuenta que las mujeres integramos la mitad de la población cubana–, es posible decir que estamos sub representadas en el principal órgano del PCC, el cual, a su vez, dirige el Estado cubano. Sin embargo, es merecido un destaque: respecto al Buró Político aprobado en 2011-2016, donde solo había una mujer, el actual periodo hubo tres nuevas incorporaciones de representantes políticos de ese género. El Secretariado del PCC, sin embargo, sí mantuvo solo una mujer dentro de sus cinco miembros.
En cuanto a las Asambleas del Poder Popular, según información publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en 2016 el 48.9 por ciento de los miembros de la Asamblea Nacional son mujeres; mientras que en las Asambleas Provinciales representan el 51 por ciento. El panorama cambia considerablemente cuando se examinan las Asambleas Municipales del Poder Popular. Allí, en 2016, las mujeres integraban el 33.5 por ciento.
En el Consejo de Ministros, el presidente, vicepresidente primero y cuatro vicepresidentes son hombres. Contando los jefes de gabinetes y los viceministros primeros, las mujeres son el 27 por ciento, y entre los viceministros representamos el 26.5 por ciento.

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

7. Falta de reconocimiento de las mujeres en sectores sindicales y científicos

Según la ONEI, en 2005 eran mujeres el 57.1% de los dirigentes de secciones sindicales, el 56.5% de dirigentes de buroes sindicales, y el 58.9% de los cuadros profesionales del movimiento sindical. Sin embargo, ellas fueron alrededor de solo el 20% de los héroes y heroínas del trabajo, distinción que dan los sindicatos. ¿Las mujeres son más dirigentes sindicales y menos “ejemplares” en el trabajo?
Un análisis realizado por Postdata sobre los premios nacionales en veintisiete áreas de la ciencia, la ingienería, las artes y la literatura, arroja un promedio de 24 por ciento de galardonadas. Sin embargo, las mujeres somos el 70 por ciento de profesionales y técnicos en la Población Económicamente Activa total, que es el grupo poblacional que habitualmente recibe ese tipo de reconocimientos.

Foto: Yailín Alfaro.
Foto: Yailín Alfaro.

8. Matrimonio igualitario

Una de las novedades del siglo XXI cubano es el despliegue, aún discreto, de la lucha a favor del matrimonio igualitario. Según la Constitución de la República, el matrimonio sucede entre un hombre y una mujer. Siendo así, la posibilidad del matrimonio igualitario en el país depende de la modificación de la Carta Magna. El anunciado proceso de reforma o cambio constitucional podría ser un buen momento para agendar y pugnar porque eso suceda. Al momento se está incentivando un debate fundamental en ese sentido relacionado con otros análisis y propuestas sobre los derechos sexuales y reproductivos.

Foto: Yaniel Tolentino.
Foto: Yaniel Tolentino.

9. Trabajo sexual

Cuba ha participado y estimulado acuerdos internacionales para luchar contra la trata de personas en general y de mujeres y niñas en particular. Hay un manifiesto interés estatal en ese sentido. Sin embargo, los ámbitos y dinámicas del trabajo sexual son abordados directamente por el Ministerio del Interior y los datos no son públicos. Una regulación democratizadora del trabajo sexual que se ponga al día con los debates globales, aun está pendiente. Reconocer el trabajo sexual como trabajo y aspirar a la construcción de normas que protejan a las trabajadoras sexuales, parece ser uno de los asuntos más difíciles de una probable agenda feminista en Cuba. Ello se debe a la forma en que se gestiona el tema desde el Estado y a las barreras del sentido común y concepciones sociales sobre ese ámbito.

Foto: Lidia Hernández Tapia.
Foto: Lidia Hernández Tapia.

10. Feminización de la pobreza y de los grupos de menos ingresos

En Cuba se dispone de muy escasa información sobre los índices de pobreza y su distribución territorial y por grupos sociales. El último análisis conocido con cifras nacionales arrojó, a inicios del siglo XXI, un 20 por ciento de pobreza urbana. Análisis recientes dan cuenta de que la pobreza se encuentra feminizada en el país, tal como sucede en otras geografías. Las mujeres resultan más empobrecidas en situaciones de crisis. Cuba no parece ser una excepción.

Foto: Denise Guerra.
Foto: Denise Guerra.

11. Imposibilidad de generar procesos de autorganización

La Ley de Asociaciones en Cuba tiene una moratoria desde hace años, lo cual impide la formalización de colectivos en cualquier ámbito. En el caso específico de las relaciones de género, una nueva o mejor Ley de Asociaciones habilitada, permitiría elaborar análisis y propuestas para afrontar las desigualdades, construir agendas feministas y actuar, también desde la sociedad civil, sobre lo campos descritos en los diez puntos anteriores.No hay un único modo de acercarse a un problema. Las políticas públicas son imprescindibles. Las organizaciones actualmente existentes realizan aportes. No hay por qué poner coto a la creatividad social y a las iniciativas populares.

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