La que vive al lado de tu casa y escuchas llorar a veces. La de la otra cuadra, que han llegado a pegarle en la calle, pero nadie “se mete” porque, “al final”, ella lo defiende… ya saben lo que dice el refrán: “entre marido y mujer, nadie se debe meter”. La que escuchaste que era tan buena trabajadora como su compañero, que tenía los mismos títulos y el mismo desempeño, pero no la ascendieron porque es mejor alguien con “mano dura” o que no se ausente cuando el hijo se enferme. La que salió en el periódico porque trabajaba en el restaurante privado hasta que tenía la barriga a punto de explotar, pero no tuvo licencia de maternidad. Tú misma. Yo.
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