Susana Pérez: una estrella con luz de trabajo

En los últimos  años se ha puesto de moda el microteatro. Aplaudo lo que tiene de flexible, lo que significa como una variante ágil y agradable para la cartelera teatral en tiempos de recortes y limitaciones. Confieso que también  me produce un cierto escozor cuando se vincula al adelgazamiento del hecho teatral.  En medio de esa disyuntiva  anoté un gordo punto en la casilla de lo positivo al saber que la formidable actriz cubana Susana Pérez está interpretando uno de esos breves espectáculos en Miami.

Unos días atrás alguien torpe y anónimo intentó hacer correr la mala noticia de la muerte de Susana en las redes sociales. La leyenda popular dice que en esos casos el rumor del indeseable se revierte en años de felicidad para la persona objeto de la mentira. Espero que se cumpla con esta virtuosa de la actuación; esta mujer sencilla y laboriosa.

Coincidí con Susana en la ya clásica película Clandestinos, de Fernando Pérez. Nunca olvidaré aquel ensayo en Cojímar.  Por la distribución de los intérpretes en la crucial escena, la tenía a mi lado y me impresionó la creencia,  la entrega de sus bellos ojos que soltaron auténticas lágrimas.

Una profesionalidad como esa y su carisma, la dulce precisión de su voz la fueron convirtiendo en una leyenda nacional. El espectador de a pie suele identificar a la protagonista de la telenovela de turno como “la muchacha” o si es algo mayor “la señora” de la serie que están poniendo. Durante más de una década en Cuba se decía: “¿Estás viendo la novela de Susana Pérez?”. Ese discreto matiz entre el personaje y su intérprete, esa fijación en el santo y seña de la figura que se sigue y se aplaude no suele abundar en un medio tan poderoso, pero tan volátil como la televisión.

El día del último “llamado” o jornada de rodaje de Clandestinos, Susana –con esa amabilidad que la caracteriza- me dijo algo así como “ojalá volvamos  a actuar juntos de nuevo”. Le recordé que la actuación estaba lejos de ser el centro de mi interés y que lo que sí me ilusionaba es que alguna vez asumiera uno de los textos de mi dramaturgia.  Unos meses después –y de la mano del fundador Silvano Suárez- ella protagonizaba la versión audiovisual de  mi Tren hacia la dicha.

Susana  Pérez incursionó en el teatro más bien tarde y tal parece que no ha hecho otra cosa en su carrera artística. El trabajo en la compañía  El Público –dirigido por Carlos Díaz- y otras experiencias escénicas dan fe de su –también rara- adecuación al entrenamiento, la proyección, el complicado juego del arte teatral.

Con el  creciente imperio de lo digital ya no nos ocurrirá como a otras generaciones de cubanos que –entre dolorosas divisiones- nos quedamos con unos u otros ídolos. Lo normal ha sido durante muchos años que en La Habana o en Miami la memoria sobre la gente del ambiente artístico y sus creaciones variara según el año en que emigraron los creadores o un sector preciso de su público. Ahora- gracias sobre todo a Internet- en Estados Unidos, España o Japón pueden verse las películas o las series cubanas y cada vez más en Cuba se está al tanto de la labor de sus artistas en cualquier lugar del planeta.  La memoria y la actualidad de una trayectoria como la de Susana Pérez nos seguirá perteneciendo a todos.

Susana Pérez actúa en Miami

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