Life is unfair

Foto: Alex Heny

Foto: Alex Heny

Como decíamos ayer, life is unfair, en español, “la vida es injusta”, así que jódanse y estudien o, con el dolor de mi alma, van a desaprobar… Priscilla, levanta la cabeza. Por favor, no te duermas. Te creo. Trabajaste toda la noche. Tienes tres hijos y tu vida es muy dura. De verdad que te creo. Sé que no es cuento. Pero no te duermas… Alex, respira hondo y aguanta veinte minutos más de clase, después tú saldrás del español y yo haré como que salgo de ti, aunque en el fondo es mentira, porque detrás de todo este cinismo que aparento, me importa muchísimo que aprendas algo.
Tenemos dos verbos to be en español. ¿Qué por qué? No. No es una conspiración para hacer las cosas más difíciles. El español, como la vida, también puede llegar a ser injusto. Hay un verbo to be, que es ser, para hablar de las cosas que nunca cambian. Hijo mío, si naciste burro, eres y serás burro por el resto de tus días, si eres inteligente, lo mismo sucede. Ocurre algo similar con tus orígenes, tú eres del Bronx y yo soy de Cuba. Pero nada de estereotipos. No me verás nunca bailando salsa, ni sonando maracas. Cuba, gracias a dios, es más que eso, muchísimo más. Cuba es un pensamiento, una idea, un horizonte, una posibilidad. Por cierto, como lo puede ser también tu vida si te atreves a soñar. Eso es lo que hay.
Usamos estar para hablar de las cosas que cambian. Yo mismo, que ayer estaba allá, allá lejos allá… justo en la barranca de todos, donde se sientan los pobres y los viejos; y hoy estoy aquí, en medio de Una historia del Bronx, escribiéndola en primera persona. Allá yo era feliz… así que imagínate aquí. Nadie sabe dónde estaremos el año próximo, ni lo sabes tú, ni lo sé yo. Pero te tengo una excelente noticia. ¡La tierra es redonda! ¡El universo es infinito! No hay monstruos bíblicos al final de los caminos. Así que, bróder, levántate y anda. No te conformes. No te aplatanes. No te encierres en tu propia jaula.
El español es el segundo idioma más hablado en los Estados Unidos, y en algunos lugares de Nueva York es una lingua franca, una llave maestra abridora de puertas. En los cinco boroughs, o “barrios” de la ciudad (Manhattan, Brooklyn, El Bronx, Queens y Staten Island) la variante más hablada es la caribeña, sobre todo el español de Puerto Rico y el de la República Dominicana, con esa cadencia particular que recuerda el español hablado en el oriente de Cuba. A medio camino, siempre delicioso, en la ciudad te haces entender en un espanglish lingüístico, pero también cultural, en el que participan casi todos. De vez en cuando, y más en estos tiempos de intransigencia mental, algún cretino olvida las buenas formas y se insulta ante el griterío hispano, indignado por esta irrupción de bárbaros en la nueva Roma. Pero afortunadamente en Nueva York son minoría, aunque existe una muy delgada línea entre la aceptación y el rechazo, y habrá que ver a mediano plazo a dónde conducirán tantas incitaciones al odio…
Entonces entró planeando al aula una cucaracha voladora. Igualita que las cucarachas de Cuba, patica por patica, y alita por alita. Y la Priscilla se despertó; y con ella Alex levantó al fin los ojos de su teléfono, lo que no logré en media hora de exhortos, algunos más sutiles y participativos, otros marcadamente dictatoriales, siempre a media marcha entre Paulo Freire y Antón Makárenko. Y todos en la clase brincaron. Y berrearon. Y lanzaron gritos de pavor. Y yo, acordándome de tanta beca y de tanta escuela al campo por la que he pasado en la vida, di un salto y clavé mi pie sobre la cucaracha que, feliz de la vida, se había posado en el medio del salón de clase.
–Mira que se hacen los “yumas”, –pensé. –Ni que nunca hubiesen visto a una cucaracha voladora.
–Son “yumas”, –recordé.
En ese momento caí en cuenta de que sí, de que ahora estaba en el Bronx, bajo la advocación de San Patricio, y no de la Virgen de la Caridad del Cobre, y que el poder de Oshún difícilmente llegaría hasta las aguas del río Hudson. Supe que estaba solo, recién nacido, recién comenzado. Y me dio igual. Santo por santo. Clase por clase. Y cucaracha por cucaracha. Las mismas filias y las mismas fobias. Cambia tu circunstancia, pero sigues siendo el mismo. La vida a veces se tuerce, la vida puede ser injusta, “unfair” si lo dices en inglés, pero mientras pises fuerte a las cucarachas que se topen en tu camino, bajo el cielo que sea, vale muchísimo la pena seguir andando.

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