Voltus, tú me llevaste a la escuela en tus hombros de acero, usé tu espada láser para rajar en dos mi miedo, azoté con tu cinto sideral al pendenciero, coleccioné tu imagen en filminas robadas al viento.
Nos gritaste a todos, antes que nadie, “¡vamos a unirnos!” Fuiste nuestro héroe supremo frente al Imperio. Tus colores eran los de la bandera.
Te nos parecías a Elpidio Valdés. Era como tú, pero a caballo.
Salías de una isla misteriosa a salvar al mundo.
¡Siempre fuiste cubano, Voltus, siempre!
Los hombres de los tarros no podían contigo, ni sus monstruos –que anhelábamos en silencio– te derrotaban, porque sabías moverte como Bruce Lee.
Luchaste contra avispas, halcones, pajarracos y bichos chilladores.
Voltus, nuestro robot debajo de la almohada, con voz de hombre y alma de niño huérfano.
Fuiste el robot de los cinco, cómo no entenderlo.
No digas nada, Voltus, no lo cuentes. La nueva Constitución declarará en su artículo V que el Partido será marxista, leninista, martiano y voltusiano, y que tú Voltus, eres cubano de nacimiento.
El héroe que nos unió a todos y nos hizo cantar a carcajadas un himno incomprensible.
¿Dónde estás, Voltus, a quién estás defendiendo? Ven, ayúdanos, te podemos poner piezas de Lada y te prometemos no te cambiaremos por algún robot sin gracia, pero menos gastador de electricidad que tú.
Los monstruos se asoman en el horizonte y tu canción no se escucha.
No hay tiempo, Voltus, tu isla bajo el mar te necesita.