La constitución y la muralla

Hay partes de la constitución que merecerían cerrar la muralla, y a otras que se les abra la puerta sin temor.

Versión impresa la propuesta de nueva Constitución en un estanquillo de la calle 23. Foto: Yander Zamora / EFE.

Versión impresa la propuesta de nueva Constitución en un estanquillo de la calle 23. Foto: Yander Zamora / EFE.

La nueva constitución –que escribiré con mayúsculas si el pueblo la refrenda– me recuerda La Muralla de Nicolás Guillén, la de La paloma de vuelo popular, que necesitaba de todas las manos, de los negros sus manos negras, de los blancos sus manos blancas.

La muralla del poeta se cerraba o se abría según quién tocara a la puerta. Este remedio ante los intrusos y malhechores nos sirve también para defendernos de partes de la constitución que merecerían cerrar la muralla; y detectar con más claridad las bondades del texto a las que abrirles la puerta sin temor.

Una rosa y un clavel: abre la muralla

La constitución aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre pasado, trae algunas rosas y claveles, como el reconocimiento de los derechos humanos, la vuelta a su lugar en el Art. 3, de la soberanía popular, la declaración de que Cuba es un Estado socialista de derecho, el reconocimiento de que la Constitución es la norma jurídica suprema del Estado, la regulación de que para Cuba lo prescrito en los tratados internacionales forma parte o se integra al ordenamiento jurídico nacional.

El sable del coronel: cierra la muralla

Yo cerraría la muralla ante el sable del coronel, con Guillén, y en la constitución silban algunos sablazos, como la pobre regulación de formas directas de ejercicio de la soberanía popular, la repetida ambigüedad de que la traición a la patria es el más grave de los crímenes sin que el Código Penal reconozca este delito; la eliminación de lo previsto en el Proyecto de Constitución sobre la interpretación de los derechos humanos en Cuba, según lo consagrado en los instrumentos internacionales sobre esta materia; la inclusión de un extraño fin del Estado como la preservación de la seguridad nacional, doctrina con una historia política, ideológica y militar contraria a los fines socialistas de la nación, en un país donde se ha demostrado el éxito de la defensa nacional y las formas populares de organización de la guerra.

La paloma y el laurel: abre la muralla

La constitución sigue consagrando el principio de legalidad, ahora, además se suma la obligación de los directivos de atender al pueblo y de someterse a su control. Se mantiene el carácter laico del Estado, y ahora se ratifica, según el Capítulo llamado Relaciones Internacionales, que Cuba se compromete a construir una sociedad de la información y el conocimiento, centrada en la persona, en la que todos puedan consultar y utilizar información. También considero palomas y laureles el reconocimiento de que los trabajadores participan en los procesos de planificación de la economía.

El alacrán y el ciempiés: cierra la muralla

La consagración de que la propiedad socialista de todo el pueblo no la ejercemos los ciudadanos de forma directa, sino que el Estado nos representa y actúa por nosotros como propietario; la regulación de una propiedad personal que ya no juega ningún papel jurídico dentro del ordenamiento normativo nacional; la declaración de que hay instalaciones sociales que pueden dejar de ser del pueblo para pasar a otro régimen de propiedad, como la privada o la mixta.

También me parece para cerrar la muralla el olvido de la regulación expresa y pormenorizada de las formas de organización de la sociedad civil, de los principios generales de su relación con el Estado y de garantías para su actuación.

Y es preocupante que se haya eliminado la prohibición, prevista en el magno texto actual, de la herencia de la tierra para quien no la trabaje de forma directa.

Al corazón del amigo: abre la muralla

Abrimos la muralla a la incorporación en el Título de Derechos, Deberes y Garantías, de más motivos de no discriminación, como la edad y el origen territorial, así como a la muy resumida –pero al menos viva– mención de que todos tenemos derecho a disfrutar de los mismos espacios públicos y establecimientos de servicios.

La muralla se abre ante el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y su protección ante la violencia de género, y ante el mandato constitucional de que se creen mecanismos institucionales y legales para esto.

Desde el Proyecto la muralla se abría ante la novedad de la regulación del habeas corpus y el habeas data en la constitución, ahora nos alegramos porque se ha incorporado que la representación letrada del reo será posible desde el inicio del proceso.

Abro la muralla a que el pueblo, en la consulta, rectificó la reducción del marco de gratuidad de la educación pública, que ahora volvió a ser desde preescolar hasta postgrado universitario.

Al veneno y al puñal: cierra la muralla

No estoy de acuerdo –y por eso cierro la muralla– con la reducción drástica de la regulación del derecho a la salud pública gratuita, aunque al menos ahora se menciona la prevención.

Cierro la muralla ante la pobrísima regulación de derechos políticos –una vez más– en la constitución de la República.

Me parece digno de cerrar la muralla el abandono de un importante derecho para minorías, como es el matrimonio igualitario. Estaba previsto en el célebre Art 68. del Proyecto de Constitución, y ahora está “resuelto” en el embrollo en un Capítulo llamado Familias. Este no obliga a que el matrimonio sea entre hombres y mujeres, pero que se lava las manos al regular en la Disposición Transitoria Decimoprimera, que el próximo Código de Familia debe contener la forma del matrimonio. También se adelanta, ilegítimamente, a mandar que en este momento el pueblo lo ratifique en referendo: una violación flagrante del principio que informa que los derechos de las minorías no pueden ser resueltos por el voto de la mayoría. Esto impediría la existencia de este tipo de derechos.

Al mirto y la yerbabuena: abre la muralla

Son mirto y yerbabuena, según mi criterio, el reconocimiento del municipio como la unidad política- administrativa primaria y fundamental de la organización nacional con autonomía y personalidad jurídica.

También abro la muralla ante el intento de división de funciones estatales, de gobierno, meramente políticas, judiciales, de control, electorales, etcétera.

Me parece una buena noticia que el Presidente de la República solo pueda ejercer dos mandatos consecutivos, sin excepciones, y que el sistema y los procesos electorales se dirijan por un ente especializado como el Consejo Electoral Nacional.

Buenas yerbas son también que se mantenga la iniciativa legislativa popular y que se incluya ahora, la de reforma constitucional para 50 mil ciudadanos.

Me parece correcto que se incluya una situación como la de desastre, que es en la práctica una forma adicional de defensa de la constitución, si se utiliza de forma adecuada a la ley.

También son razones para abrir la muralla, que se mande por esta constitución, a realizar por la Asamblea Nacional, un cronograma legislativo, en no más de un año, desde que entre en vigor la ley de leyes.

El diente de la serpiente: cierra la muralla

Cierro la muralla ante la elección indirecta de casi todos los cargos decisivos de la República. El pueblo no vota de forma directa, según esta constitución, por los presidentes de las Asambleas Municipales, por los Vicepresidentes, por los Gobernadores Provinciales, por el Presidente de la República, por el Vicepresidente, sin contar que son designados los Intendentes y el Primer Ministro.

Cierro la muralla ante la incongruencia que se nota en la constitución, cuando se pone bajo subordinación del Presidente de la República a instituciones como la Contraloría General de la República y la Fiscalía General de la República, que a su vez rinden cuenta ante la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Cierro la muralla ante el retroceso, sin justificación, en algunas regulaciones que se encontraban en el Proyecto, y que han sido eliminadas sin que el pueblo lo pidiera en la consulta, o de forma contraria; adiciones que se han hecho, ahora, sin que en la consulta se mandara a realizar tales cambios.

Por ejemplo, ha sido incluida la elección, por los delegados municipales, de los Gobernadores Provinciales, cuando lo que el pueblo pidió en la consulta, fue votar por ellos de forma directa.

Por otro lado, la constitución hace silencio ante peticiones masivas del pueblo, como la de la inversión económica para nacionales y no solo para extranjeros.

¿Cómo se justifica que no estén previstos en la constitución, la defensoría del pueblo y el control constitucional judicial o al menos especializado en un órgano con esa sola función primordial?

El ruiseñor en la flor

La muralla debe ser popular, el voto del 24 de febrero es democráticamente libre, igual, y secreto. Ningún voto vale más que otro. La República acoge en ella a los que creen que esta constitución no es suficiente y a los que votarán porque sea ella quien nos rija durante décadas.

Las campañas electorales son ilegales en Cuba según la ley electoral de 1992, por lo que el llamado en todo caso, debe ser a asistir a las urnas, como ciudadanos y ciudadanas responsables y conscientes, sin dejar de pensar en el futuro, sin dejar de pensar en nuestros hijos, con toda la decencia que podamos cargar en nuestras almas, como si el 24 de febrero se fuera a dar otro grito por la libertad.

 

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