Dialogando con la emigración cubana: ¿cómo lograr que en verdad el país crezca?

No somos útiles solo para remesas. Si se nos da la oportunidad, podemos darle un uso verdaderamente fructífero a las mismas: creando empleos, promoviendo nuevas profesiones, haciendo crecer al país.

Foto: Kaloian.

Diciembre del 77

Aquel mes de diciembre del 77 sería diferente para cincuenta y cinco jóvenes residentes en Estados Unidos y Puerto Rico, quienes se embarcaban en un viaje que pocos imaginaban: el del regreso a su país natal, Cuba, del cual habían sido abruptamente sacados de niños, ante lo que sus padres considerarían la peor amenaza a la humanidad: la llegada del comunismo.

Asombro. Reencuentro. Lágrimas. Esperanza. Sentimientos mezclados, difíciles de explicar. Todo es más pequeño; recordaba otros colores; el olor es el mismo… ¿Podría dejarme subir a la azotea? Esta es la casa donde yo crecí… Nacía la Brigada Antonio Maceo.

El documental Cincuenctaicinco hermanos, de Jesús Díaz, captura esos raros segundos en que parecen conectarse por un instante los cabos sueltos del universo. Algunos de los que ahora retornaban habían sido enviados al “norte” solos, como parte de la operación Pedro Pan. Se preguntan frente a la cámara, pasando balance de los múltiples traumas y hasta abusos que sufrieron, si todo aquello había sido realmente menos malo que el comunismo que ahora les abría las puertas y los acogía como hijos pródigos.

Pero aquel diciembre fue distinto también en Cuba: la nación se preguntaba qué hacer con esos que hasta entonces había calificado de “gusanos” y de “traidores a la patria.” ¿Cómo llamarles ahora? ¿Cómo confiar?

Se usara el término que se usara, gusanos, algunos, mariposas, otros, por primera vez aparecía una pequeña grieta en la gran muralla de odio que se había ido levantando entre los de afuera y los de adentro, por casi dos décadas.

El despegue

Esa primera visita de los 55 en 1977, en la cual participarían integrantes de las revistas Areíto y Joven Cuba, dio pie un año después a lo que se conoce como el Diálogo del 78, al cual sucedieron las I, II y III Conferencias de la Nación y la Emigración en 1994, 1995 y 2004, respectivamente. La IV se celebrará del 8 al 10 de abril del 2020. Los encuentros, aunque esporádicos, han ido marcando compases importantes dentro de las complejas dinámicas del gobierno y la diáspora.

Si al encuentro de los 55 no se invitó a quienes hubieran abandonado Cuba siendo mayores de edad, o habiendo cometido actos de violencia, el Diálogo del 78 generaría un quorum mucho más pintoresco. Con un sorprendente gesto de relajamiento de tensiones, Fidel Castro invitaría, además de a los jóvenes de Areíto, Casa de las Américas, y otras organizaciones pro-diálogo de la diáspora, a ex prisioneros políticos y veteranos de Playa Girón.

La Brigada Antonio Maceo presentaría en ese Diálogo del 78 reclamos importantes. Pedían, por ejemplo: 1) una ley que permitiera la recuperación de la ciudadanía cubana; 2) intercambios culturales, científicos y deportivos; 3) que los jóvenes fuera de Cuba pudieran estudiar en Cuba; 4) participación, como observadores, en actividades del Estado, el Partido Comunista, y las organizaciones de masa, así como en eventos profesionales y científicos; 5) participación en las elecciones de los representantes a los órganos del Poder Popular; 6) que se empezara a considerar como legal el retorno definitivo de quienes así lo desearan; 7) que se libera a prisioneros políticos; 8) que se permitieran las visitas familiares; 9) que el gobierno cubano concediera el permiso de salida a aquellos que quieren reunirse con su familia en Estados Unidos.

Carlos Muñiz Varela, Raúl Álzaga y Ricardo Fraga, 1975.

“Nosotros creíamos en ese momento que todo aquello era factible. En la práctica fue una gran utopía. Erróneamente, nos creímos que teníamos un poder de influencia que no era real… Por detrás de todo aquello estaba todo un Estado y un pueblo, un pueblo que estaba tragando en seco porque no entendía bien lo que estaba pasando…”, comenta Raúl Álzaga, miembro fundador de la Brigada.

Pero si bien muchas de las demandas, como las relativas a la liberación de presos políticos, se produjeron a través de back channels, otras sí fueron resultado directo de estos primeros reclamos de una emigración que supo colocarse en un nivel de interlocución legítimo, más allá de la violencia a la que se vieron sujetos desde afuera; y de la estigmatización y falta de confianza que les tocó superar desde adentro.

Carlos Muñiz Varela y Raúl Álzaga, en Coppelia, La Habana. 1978-1979 circa.

Dinamita

Puerto Rico, San Juan. Unos meses antes del Diálogo del 78.

En su edición del 19 de octubre, el semanario puertorriqueño La Crónica, publicaría:

“Nuestras fuentes de inteligencia nos informan de la formación de un grupito que visitará Cuba comunista. Dicho grupito está formado y organizado por uno de los nenes comunistas de Areíto. Sabemos su nombre, pero solo diremos que es de apellido Muñiz. El Sr. Muñiz ha hecho innumerables viajes a Cuba comunista con el grupo de Areíto y con su hermanito del alma, Raúl Álzaga.”

El 14 de noviembre, el mismo semanario publica una entrevista con un encapuchado, cuyo titular expresa: “No permitiremos que el Diálogo avance, afirma Z, jefe militar comando Omega-7: Dinamita único idioma con el que vamos a dialogar.” [sic]

Finalizado el Diálogo en La Habana en diciembre, Álzaga, a su regreso a Puerto Rico concretiza con Muñiz Varela y Ricardo Fraga la formación de un primer grupo de familias cubanas para viajar a Cuba el 21 de diciembre, gestión que se venía trabajando semanas antes del Diálogo. Muñiz Varela asume la responsabilidad de la Agencia de Viajes Varadero, contactando a aquellos de la comunidad cubana de Puerto Rico interesados en viajar. El 4 de enero de 1979 explota la primera bomba de tres que serían colocadas en la Agencia. El 24 de enero, el Senado de Puerto Rico aprobaba una resolución condenando el Diálogo y los viajes a Cuba, con lo cual se daba luz verde al despliegue de terror contra los cubanos interesados en tomar parte en los viajes.

Sólo cuatro meses después, Carlos sería balaceado llegando a casa de su madre. Álzaga rememora: “Nosotros ese día estuvimos juntos, el 28 de abril de 1979…. Regresamos a oficina de la Agencia de Viajes Varadero a eso de las 5 de la tarde. Ahora desde el presente me parece que nos estaban siguiendo desde que fuimos a almorzar al Metropol (…). Cuando [Carlos] iba llegando a casa de la mamá, ahí lo interceptan y le disparan. Su hermana nos contacta, vamos corriendo para allá. Vemos el carro volteado. Preguntamos que para dónde se han llevado a Carlos. Nos dicen que para el Centro Médico. Vamos corriendo para el Centro Médico. Llegamos y vemos que hay un cuarto que dice “Cirugía Mínima.” Yo digo para dentro de mí, “coño, este cabrón asustándonos por gusto… ahora lo tienen en Cirugía Mínima y mira todo el corre-corre que hemos formado nosotros… No nos imaginábamos que fuera tan grave. De allí lo llevaron al quirófano. Lo llegué a ver vivo, entubado. Murió en la madrugada del 30 de abril.”

Álzaga, Muñiz Varela y Fraga, entregados a impulsar los viajes desde Puerto Rico, no calcularon el alcance del odio. “Nos creíamos que todo el apoyo masivo que habíamos recibido de la gente queriendo viajar nos daba cierta impunidad… sencillamente no medimos las consecuencias. Si lo hubiéramos hecho, quizás no lo hubieran matado, porque teníamos formas y conocimiento de cómo evitar un atentado de ese tipo, pero no los aplicamos porque nos creíamos que no nos iba a pasar nada”, comenta Álzaga.

Los viajes de la comunidad continuaron. Pero ya a mediados de marzo, Álzaga junto a sus compañeros de la Agencia de Viajes Varadero, Cuba Travel, (hoy Marazul), y las fuerzas progresistas vinculadas a la revista  Areito  comenzaron a cuestionar la forma en que se estaba implementado la política viaje.

“Teníamos muchas críticas; que se podía ir sólo una vez al año; que había que pagar el hotel obligatoriamente, que eran como US$850, cuando nadie lo usaba; y el problema de la masividad de los viajes. Aquello se convirtió en… como si fuese mover una masa de ganado de un corral para otro. Esto fue contrario a lo que nosotros planteábamos; es decir, que los viajes debían de tener más calidad, menos cantidad, y de que debería enfatizarse el aspecto político. Queríamos que las personas pudieran apreciar los aspectos positivos del proceso revolucionario cubano, lo cual hubiera contribuido quizá a dinámicas de mayor normalidad como resultado de los viajes. Desafortunadamente, no sucedió así. La separación y diferencias entre los dos grupos se hizo mayor.”

“Se hicieron algunas modificaciones pero muy pequeñas. Yo creo que esa lucha la perdimos a corto plazo. Es solo a partir de la Primera Conferencia de la Nación y la Emigración en el 94 que se logra formalizar la no obligatoriedad de la compra de hotel para viajar. También se amplía el tiempo de estadía, así como la frecuencia de entrada a Cuba, a más de una vez al año. Esas fueron nuestras demandas en el 79 y se lograron 15 años después. En el 79 el gobierno tuvo dos alternativas: la primera—la que nosotros proponíamos—explicarle al pueblo por qué se daba esa situación, esos cambios de política hacia esta gente que había sido enemiga hasta el otro día; es decir, preparar y educar al pueblo para eso; la segunda, ver los viajes como una fuente de ingreso económico en un momento que el país lo necesitaba. Entiendo que se optó por la segunda. Buscar la mayor cantidad de dinero posible.”

El caso Muñiz Varela, si bien fue uno de extrema violencia, está lejos de ser el único. Omega 7, CORU y otras organizaciones terroristas del exilio llevarían a cabo un sinnúmero de atentados que costarían la vida a varios cubanos de la diáspora.

Lo que siguió

Los esfuerzos de acercamiento entre la diáspora y el gobierno cubano no se detuvieron. El Diálogo del 78 tuvo continuidad en la Primera Conferencia la Nación en abril de 1994. Como resultado de la misma, se aprobó la creación de la Dirección de Atención a los Cubanos Residentes en el exterior adscrita el Ministerio de Relaciones Exteriores, que luego pasaría a tomar el nombre de Dirección de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE). Se eliminaría, gracias a innumerables esfuerzos de Álzaga y otros, los requerimientos de hotel. También se eliminó, a partir de esa fecha, la prohibición del retorno a Cuba de los “marielitos”.

En la Segunda Conferencia La Nación y la Emigración de 1995 se introduce la llamada vigencia de viaje, un permiso de entrada múltiple al país, que evitaba la realización de trámites nuevos cada año. También se autorizó a que jóvenes cubanos residentes en el exterior pudieran cursar estudios universitarios en Cuba como parte de un programa no gratuito, y se estableció el reconocimiento del derecho de los cubanos residentes en el exterior a invertir en Cuba.

En la Tercera Conferencia efectuada en el 2004, se eliminaría el permiso de entrada e instituiría la habilitación del pasaporte.

A partir de enero de 2013, la reforma migratoria posibilitó la eliminación de la tarjeta blanca y el mecanismo de la Carta de Invitación. Para el 2017 se erradicaría la habilitación del pasaporte y se autorizaría la entrada y salida a Cuba de ciudadanos cubanos residentes en el exterior en embarcaciones de recreo. Asimismo, quedaba establecido el permiso de entrada al país de los cubanos que habían salido ilegalmente, con excepción de aquellos que lo hubieran hecho a través de la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo.

Los avances han sido considerables. Es obvio que a todos los niveles, las relaciones entre el gobierno y la diáspora se han ido moviendo hacia un estadio de mayor estabilidad y funcionalidad. Esto responde a una voluntad política (y pragmática) de acercamiento por parte del gobierno, pero también a la existencia, desde el comienzo, como el caso de la Brigada Antonio Maceo demuestra, de una diáspora interesada en promover posturas de engagement, pagando incluso con muchas vidas, cobradas por el comportamiento beligerante de una parte del exilio.

Fidel Castro, Ricardo Fraga y Raúl Álzaga.

¿Qué más podemos hacer?

La diáspora cubana en Estados Unidos llega entonces a esta Cuarta Conferencia de la Nación y la Emigración con nuevos retos y nuevos derechos. En el contexto actual, con una administración que amenaza con perpetuarse cuatro años más en el poder con una radical agenda anti-Cuba, los cubanos de las diáspora nos preguntamos de qué manera pudiéramos no sólo ya amortiguar el impacto de la misma, sino desarrollar nuevos patrones de engagement con un beneficio directo en la economía del país, más allá del bloqueo y de Trump.

“Yo creo que el país ha crecido”, aseveró Fidel como corolario a aquel primer encuentro con los 55, en enero del 78 (usualmente se parafrasea como “la Patria ha crecido”). Innegablemente, el país creció. Pero, ¿ha sido continuo este crecimiento? ¿Ha sido pleno? ¿Qué rumbos ha tomado? ¿Qué se entiende por crecer, cuando cuestiones básicas del día a día se vuelven, una y otra vez, una odisea? ¿En qué áreas puede el país crecer más?  Consideramos que un abordaje más flexible y creativo de los siguientes temas puede contribuir a ello.

Temas migratorios

Un tema sobre el que la diáspora sigue insistiendo es el de la reducción del precio de los pasaportes, siendo el nuestro uno de los más caros del mundo para los cubanos residentes en EEUU. Cuenta con dos prórrogas forzadas que implican un gasto adicional, sumando a un monto de $695, entre expedición de pasaporte nuevo y prórrogas (excluyendo los costos de agencia).

¿Por qué no eliminar las prórrogas? De esta manera, los cubanos podríamos tener mucho más incentivo para viajar. Esto aseguraría a su vez una participación más constante y fluida del emigrado en dinámicas de migración circular y transnacional, con comportamientos de mayor relieve y alcance en la vida economía de su país de origen.

Reunión “Nación y emigración”.

Economía: inversiones, capacitaciones, el bloqueo mental

A pesar de las nuevas restricciones en concepto de remesas y viajes, y de que algunos trasnochados en Miami quieren coger la batuta del odio en para conseguir puestos pagados por la Helms-Burton o por ratings de Youtube, las cifras demuestran que tanto las remesas como los viajes se mantienen. Solo en el 2018, el monto de las primeras ascendió a US$3,691 millones. Más de 600,000 cubanos visitaron la Isla en el 2019 (un número ligeramente mayor que en el 2018), pese a las sanciones de Washington.

Sin embargo, a pesar de que el mercado de remesas a Cuba se ha convertido en el séptimo más grande de este tipo en América Latina (solo superado por México, Guatemala, República Dominicana, El Salvador, Colombia, y Honduras ), el gobierno cubano no ha sabido sacar plena ventaja de ello. Quizás porque falta por entender que no es sólo la cantidad de remesas lo que cuenta, sino lo que se hace con ellas. Como en el caso de los viajes del 79, no solo se trata de la cantidad, sino de la calidad del proceso.

La carriola eléctrica, un sueño con trabas para un cubano repatriado.
La carriola eléctrica, un sueño con trabas para un cubano repatriado.

“Muchas trabas”

Jorge Artiles es un cubano-americano repatriado en Cuba que reside en La Habana desde el 2016. Salió de la Isla hacia Miami con 15 años en 1994. Por años ha explorado formas de reconectarse con su país. Desde el 2008 he estado involucrado en el intercambio cultural entre artistas cubanos de las dos orillas. En este momento, intenta impulsar su propio negocio de carriolas eléctricas porque estas, “además de haberse convertido en una eficiente alternativa de transporte ecológico, resuelven mucho en países con problemas de transporte, ya sea porque es escaso o porque hay mucho tráfico.” Sin embargo, Artiles se queja de que “hay muchas trabas.”

“A raíz del problema de transporte público en Cuba pues se me ocurrió sacar la licencia de transporte recreativo (bicicletas eléctricas y carriolas), pero esta fue suspendida. Fui a la empresa que regula el transporte en mi municipio, Centro Habana, y no me dan razones reales de por qué la suspendieron. Yo puedo emplear hasta diez personas y ayudar a la seguridad social, ya que como empleador y contratista pago impuestos a la seguridad social, y además, los empleados también pagan sus impuestos, pero simplemente todo son trabas…”

¿Cuál es el sentido de la cancelación de una licencia en un área de tanta demanda?

“Cuando voy montado por la Habana Vieja hasta los turistas me paran y me preguntan dónde pueden alquilarlas. Luego pensé en importar equipos profesionales de carga eléctrica para transporte ecológico como existen en China y todo Europa, pero antes averigüé para sacar una licencia para puntos de carga rápida para motos y bicicletas eléctricas, y me dijeron que tampoco dan licencia para este tipo de empleo cuentapropista. Cualquier jubilado pudiera recibir una entrada extra al poner en su casa este pequeño negocio, pero todo son obstáculos.”

Artiles también sacó su licencia de Asesor inmobiliario de compra y venta de propiedades. Tampoco ha podido establecer ese negocio. “Con esa licencia de bienes raíces no puedo emplear personas. Tengo que ser yo solamente.  No puedo tener a una secretaria o alguien que me ayude en el negocio. ¿Qué pasa si estoy haciendo una inspección a una propiedad y me llama un cliente para ver otra propiedad? Yo me pregunto si no pudiéramos entonces usar nuestra experiencia para enseñar cómo funcionan las cosas en otros lugares, de manera eficaz.”

Artiles con algunos clientes.
Artiles con algunos clientes.

La mejor aliada: la experiencia

Reflexionemos. La persona que redactó la licencia para compra y venta de bienes raíces, ¿ha tenido alguna vez un negocio de bienes raíces? ¿No se beneficiaría quien decida abrir un negocio de bienes raíces del asesoramiento de alguien con experiencia en ese campo? Sabemos que los cubanos somos creativos, emprendedores, inteligentes. Sin embargo, los tiempos apremian y la experiencia puede ser nuestra mejor aliada.

En Estados Unidos las empresas, la academia, los emprendimientos de carácter tanto privado como estatal, desarrollan entrenamientos para compartir listados de best practices delimitadas a partir de la experiencia del sector en cuestión. ¿Por qué no hacer uso de esta lógica de “mejores prácticas” para el beneficio del montaje de empresas en Cuba como las que Artiles quiere desarrollar? Él sería un candidato perfecto para ofrecer estos talleres. Según me cuenta, lo haría con la mejor disposición. “No todo es for profit—comenta—. Para muchos, el desarrollo de nuestra nación es una prioridad.”

Otro tema relacionado es el de la posibilidad para los cubanos no repatriados y extranjeros de comprar propiedades.

“Me gustaría sugerir que consideraran, como modo de ayudar a la captación de divisas en el rubro de la inmobiliaria, que un cubano nacido en Cuba sin carnet de identidad, o un extranjero, puedan participar en la compra de una vivienda, ya sea de propietario o co-propietario, como ocurre en cualquier parte del mundo y que, al no ser residente permanente en el país, pues se le cobren los impuestos anuales sobre esa compra en moneda libremente convertible (MLC).  Ese dinero serviría también para ayudar al desarrollo de viviendas para la población más necesitada, igual que supuestamente lo hará la venta de autos en MLC para ayudar al transporte público urbano del país. También es necesario desarrollar el acceso online a citas para trámites relacionados con la vivienda. Agilizaría las interminables colas donde los bufetes abarrotados no dan abasto.”

Artiles insiste en que hay demasiado bloqueo mental, demasiada desinformación sobre las formas de relación dentro de un modelo de economía mixta, al cual la gente no está acostumbrada. “Esto no nace de una falta de disposición, sino del desconocimiento, puesto que fueron años con un modelo económico sovietizante, vertical.” Y agrega: “si el bloqueo de afuera existe, el de adentro, el de las trabas burocráticas y las malas costumbres; el de no saber que un cliente siempre tiene la razón y que el cliente debe ser tratado siempre con respeto, ese tipo de bloqueo existe también, y es muy malo…”

La diáspora pudiera colaborar ofreciendo seminarios, talleres y capacitación en que cubanos tanto de aquí como allá, desarrollarían juntos lluvias de ideas que incorporen estrategias de ambos lados: de afuera, la experiencia de mejores prácticas; de adentro, la creatividad y el conocimiento de aspectos fácticos relativos a la demográfica de los mercados, por ejemplo.

Pero para todo esto es necesario que se termine de destrabar el otorgamiento de personalidad jurídica a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), tanto para los cubanos en la Isla como para los emigrados que quieren invertir.

Ya se sabe que bajo la Ley 118 no hay distinción sobre el origen del inversionista. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que en la práctica, las áreas de inversión estatal no son atractivas para el cubano medio, puesto que requieren de montos de gran capital.

Además, esos capitales de cubanos residentes en el exterior ya están siendo movilizados en áreas bien precisas como la alimentación, el transporte y los negocios de alquiler. Al decir del economista cubano Pedro Monreal, esas inversiones existen ya “por la libre”, sin una ley que los ampare.

¿Cómo entender entonces que dentro de la crisis que se vive no toque, hasta el 2022, de acuerdo con el cronograma legislativo, debatir la implementación de la Ley de Empresas que regule las PYMES? ¿Que la de la Ley de Monumentos y de Derechos de Autor tengan prioridad sobre la de Empresas, sobre todo, considerando cuatro posibles años más de gobierno de Trump?

En América Latina las PYMES tienen un rol fundamental en el desempeño económico de los países. Son fuente considerable de empleos y contribuyen de manera notable al PIB, aglutinando un alto porcentaje de las empresas que funcionan en la industria, el comercio y los servicios.

Cuba debe darle prioridad a la mediana empresa privada, primero que nada, otorgándole personalidad jurídica. De este modo, los nacionales podrían comenzar a invertir en zonas que claman por inyección de capital. La diáspora, a su vez, vería en esto un incentivo para promover el levantamiento del embargo/bloqueo, lo cual le daría acceso a ese mercado del cual serían parte los nacionales.

Para ello, debe substituirse la lógica de enrevesadas y excesivas regulaciones que, lejos de motivar la inversión, la ralentizan y desmotivan. Solo así podrían revertirse tres aspectos fundamentales que dañan el desarrollo de la economía cubana: el desgaste y subutilización de capital que llega a la Isla en concepto de remesas; la salida masiva de personas que emigran; y un ambiente de desconfianza que desalientan al inversionista.

***

Los cubanos residentes en el exterior tuvieron la posibilidad de participar con comentarios (no anónimos) en los recientes debates por la nueva Constitución de la República. Pasos como estos son importantes, pero las demandas de la Brigada Antonio Maceo de tener “participación en las elecciones de los representantes a los órganos del Poder Popular”, son todavía un sueño pendiente. Este reclamo tiene más de cuarenta años ya. Es hora de que sea considerado.

Que en verdad crezca el país

La economía cubana atraviesa por un momento difícil, dentro de un contexto radicalización a nivel regional de las fuerzas de derecha y la posible extensión de la actual política norteamericana. Las condiciones son terribles, pero en nuestras manos está el poder mejorarlas, quitando del camino muchas de las trabas que nos impiden salir adelante. La diáspora puede jugar en ello un papel más proactivo del que hasta ahora ha tenido. No hay tiempo que perder.

No somos útiles solo en términos de remesas. Podemos también, si se nos da la oportunidad, darle un uso verdaderamente fructífero a las mismas, ayudando a crear empleos, promoviendo nuevas profesiones, haciendo crecer al país en una verdadera dimensión pragmática y de beneficio común.

Nos lo merecemos todos los cubanos. Los de adentro, que han pasado demasiados años de penuria y sacrificios; los de fuera, que por defender el diálogo y la normalización, hemos sido sometidos a amenazas reales y virtuales. Se lo merecerían, sobretodo, Carlos Muñiz Varela y otros que, como él, pagaron con su vida por darle a la diáspora el lugar que se merece, en el corazón de la nación. Que la Cuarta Conferencia de la Nación y le Emigración sea en verdad una oportunidad para reflexionar sobre ello.

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