Diario de la peste: Pido perdón por estar triste hoy

El escritor portugués Gonçalo M. Tavares, considerado uno de los más destacados en lengua portuguesa registra en su estilo y mirada los acontecimientos de esta pandemia.

Empleadas médicas lloran durante un memorial para su colega Estaban, un enfermero que murió de coronavirus, en el hospital Severo Ochoa en Leganes, España, el viernes 10 de abril de 2020. Foto: Manu Fernández/AP.

Hoy intercambié mensajes con muchas personas

5 de abril de 2020

Hoy intercambié mensajes con muchas personas.

Muchas personas de esas muchas personas se están quebrando.

Muchas personas de esas muchas personas después de quebrarse van a estar otra vez fuertes.

Pero algunas de esas muchas personas no.

Esas algunas personas se van a quebrar y van a seguir quebradas y va a ser difícil volver al punto de partida.

Ya no hay punto de partida.

Alguien destruyó la posibilidad de volver a empezar de cero.

Boris Johnson fue internado en el hospital y la Reina recordó la separación de padres e hijos durante la Segunda Guerra Mundial.

La NBA considera cancelar la temporada y un incendio forestal está incrementando la radiación en Chernobyl.

Cerca del muelle de Sodré, en Lisboa, me dicen que los indigentes corren cuando ven a una persona.

Porque es muy raro que vean a una persona.

Y le piden dinero o comida.

Los dealers que venden drogas de mala calidad ahora también corren tras los clientes para que escuchen cuál es su producto.

Ya no susurran, a veces gritan.

Pero van con cubrebocas.

Un entusiasta, Philipp Klein, hace un cortometraje, en su sala, en que simula subir una enorme montaña blanca hecha de sábanas.

Unos Himalayas privados.

En la ciudad puedes abrir la ventana, pero no hay sobadores como los había en los pueblos.

Ésos que ponían en su lugar, por la fuerza, un hueso dislocado.

Hay muchas personas que abren la ventana pidiendo un sobador o pidiendo volver al punto de partida, pero no hay nadie afuera.

El punto de partida es la casa de los padres.

En todos los juegos debe ser así, calculo.

Una que otra cabeza se va a quebrar por dentro.

Ninguna ortopedia mental de emergencia va a poder volver a unir ciertas piezas del rompecabezas.

“Rusia quiere endurecer el combate al doping“, dice una noticia de hoy.

Roma está bien, pero ahora lleva un collar.

Se llama collar Isabelino por las golas elegantes que se usaban en tiempos de la reina Isabel I.

Llamar collar a un embudo transparente es la nueva-lengua que circula en el mundo de los animales.

Una imagen terrible, un perro con un plástico en la cabeza.

Parece un megáfono.

Como si Roma fuera a dirigirle un discurso al mundo.

Pero, si lo hace, sólo Jeri, la golden, le va a entender.

O entonces es una máquina casera para instalar una concentración absoluta.

Necesito un embudo igual, para no mirar a los lados.

Brasil es la “Tierra en que Dios anda con los pies en el suelo”.

Pero por allá también tienen miedo.

No tengo cubrebocas en casa, eso pienso.

De ser necesario, puede robarse un cubrebocas humano a la cabeza de los animales que tienen prohibido lamerse las patas.

Yo soy un ser humano, y también debería estar prohibido que me lamiera las patas.

Lo único que se puede hacer con las patas es avanzar.

En abril de 2020, el 5 de abril.

“Volveremos a estar con nuestros amigos, volveremos a estar con nuestras familias, volveremos a encontrarnos”, dijo la reina Isabel II.

Sin ninguna razón me pongo a analizar la estructura de un telescopio.

Y a pensar cómo, de pronto, este aparato quedó abandonado en las últimas semanas.

No vas a querer ponerte a enfocar con un lente algún planeta o constelación.

Tokio registra el mayor número de nuevos casos en un solo día y millones de indios apagaron las luces a las 21:00 y se dirigieron a las “ventanas, porches, terrazas” con velas en la mano.

La luz como eso que salva y reúne, pero es curioso que no sea la luz eléctrica, sino la luz que viene del fuego.

Pido perdón por estar triste hoy.

Mañana, sin duda, será otro día.

Le hago fiestas a Roma y a Jeri, mis compañeras junto con otros compañeros humanos.

Todavía la película Ebrio de mujeres y de pintura, de Im Kwon-Taek.

“¿Qué tipo de jarrones deseas?”, le pregunta el pintor al dueño de la alfarería.

Los dos mirando el horno mientras las piezas se cuecen.

El dueño de la alfarería responde:

“Los pintores de tu calibre quieren que la limadura se adhiera para que los dibujos cobren vida;

los vidrieros quieren que el vidrio se esparza de manera uniforme; los dueños de las alfarerías esperan que de éstas salgan una o dos obras maestras.

Pero las cosas no salen necesariamente como lo deseamos.

Estamos sujetos a los caprichos del fuego.”

Muchas personas quieren muchas cosas diferentes, pero es el fuego el que decide.

El fuego es eso que no controlamos.

Una escultura de arena del emblemático Cristo Redentor de Río de Janeiro, con una mascarilla negra, es expuesto en una playa vacía de Copacabana, en Río de Janeiro, el lunes 6 de abril de 2020. Foto: Silvia Izquierdo/AP.

Las camas para ser utilizadas por personas infectadas con el nuevo coronavirus copan un almacén industrial que alguna vez se usó para almacenar piezas de automóviles en Buenos Aires, Argentina. Foto: Natacha Pisarenko/AP.

El humano número 486

6 de abril de 2020

 

El humano número 486 murió en un hospital de Madrid.

Listas de muertos.

Listas de libros elegidos.

Lista de lugares que visitar después de la peste, cuando se ahuyente la ansiedad y no los cuerpos.

Diez páginas en el periódico con retratos de personas con dos fechas.

Jacob Steinberg, poeta israelí: “parecemos esta noche una ciudad que arde”.

Necesito gasa para las heridas de humanos y animales y consulto un link.

En los detalles, el link dice lo siguiente:

“Al mirar, los topos indicaron limpiar y reunir heridas.”

Más adelante: “Envoltorio estéril individual.”

Después, lo decisivo. Modo de empleo:

“Limpie el área circundante cuidadosamente antes de aplicar la mirada.”

“Use o cure la mirada Hansaplast para fijar una mirada en ningún lugar.”

“Aplique una nueva, creo que menos cabello diariamente.”

Todas las instrucciones deberían ser así.

Instrucciones de un loco para otros locos.

Me gustan los traductores automáticos que alcanzan la más elevada estética sin saberlo.

“Limpie el área circundante cuidadosamente antes de aplicar la mirada.”

Limpiar bien la superficie de una pata o de un brazo humano.

Limpiar cuidadosamente y después aplicar la mirada.

Con cierta fuerza.

Trato de hacerlo con la pata de Roma.

Una medicina que limpie cuidadosamente el área que hay en torno y después aplique la mirada.

Los antiguos eran hombres que aplicaban la mirada.

No resultaba.                                                                                                         

Mi amiga griega me cuenta que hace días, en el campamento para refugiados de Ritsona, una mujer dio positivo en la prueba de coronavirus cuando fue a dar a luz a un hospital público.

Sólo entonces se descubrió que muchos en el campo estaban infectados.

Cuarentena. El bebé revela cosas.

El buen soldado Svejk y la descripción del manicomio:

“un inventor muy instruido (…) que se pasaba la vida sacándose los mocos y sólo decía una vez al día: acabo de inventar la electricidad.”

El anuncio  delirante y mal traducido de la gasa me hizo recordar a este loco que inventaba la electricidad una vez al día.

Cuando esto se acabe, afuera va a estar lleno de locos, inventores diarios de la electricidad.

En Italia el gobierno aprobó que todos los alumnos pasen de año.

En Suecia se temen miles de muertes por Covid-19.

Alguien pregunta: ¿si perdieras el deseo, irías a buscarlo?

¿A dónde?

Alexander Kluge habla de una muñeca “donde los ojos” indican la hora.

Ver la hora exacta por los ojos de la muñeca.

Ver la hora exacta por los ojos de algunos hombres viejos en la televisión.

En ciertos momentos, los relojes parecen dejar de funcionar.

Sólo funcionan los ojos humanos.

En Italia, todos los que van por la calle llevan la hora exacta en los ojos.

En España también.

Y en otros sitios. En Estados Unidos.

Recibo un link: se indica un año y aparecen las canciones más escuchadas en ese período.

Se llama “máquina de nostalgia”.

Una máquina colectiva de nostalgia.

Jung explícito en do re mi.

Hago clic en 1986.

La selección es pésima.

De Phil Collins a Samantha Fox.

A veces es mejor perder la memoria: memoria 0.0.

Hace dos días en la India: “Miles de personas en fuga para escapar del hambre”.

Las fábricas cerraron, casi todo en cuarentena.

Miles abandonan la capital y regresan a sus pueblos.

Pero no hay autobuses suficientes.

Relatos en The Guardian. Muchos tuvieron que regresar a pie. 200 kilómetros desde Nueva Delhi.

“El camino parecía interminable y mis hijos hacían pequeñas pausas para dormir en el suelo”, cuenta Mamta.

Lo único que nos hizo continuar fue el hecho de que no teníamos otro lugar a donde ir, dice Mamta.

Lo único.

“Cada día un renacer más profundo”, decía el pintor citando a un maestro.

Al día siguiente, en el mismo sitio, pero más hundido.

Sólo con la cabeza de fuera.

Así se aprende: sólo con la cabeza de fuera.

Boris Johnson está internado en terapia intensiva.

El ministro de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, lo va a substituir.

Vuelvo al libro.

“Da cinco pasos hacia adelante y cinco hacia atrás”, dice un médico en el manicomio del buen soldado Svejk.

Es una prueba para ver si un hombre está loco o no.

Trato de hacerlo.

Todos deberíamos hacerlo.

Cinco pasos hacia adelante y cinco pasos hacia atrás para ver si acabamos en el mismo sitio.

No acabamos en el mismo sitio.

Ya no es posible acabar en el mismo sitio.

Un trabajador migrante indio lleva una niña sobre los hombros mientras esperan a conseguir transporte a su pueblo tras una orden de cuarentena, en medio de temores por la expansión de un nuevo coronavirus, en Nueva Delhi, India. Foto: Altaf Qadri/AP.

Un empleado camina en los pasillos que llevan hacia las alas del hospital Leishenshan que se contruyó en el estacionamiento con módulos prefabricados en dos semanas en Wuhan, provincia de Hubei, China. Foto: Ng Han Guan/AP.

Veo a Jean-Luc Godard

7 de abril de 2020

 

Veo a Jean-Luc Godard. Live en Instagram.

Un puro entre los dedos a veces, y en la boca casi siempre.

Alrededor, cubrebocas en algunos rostros.

Habla de manera clara o semi-clara, a veces largas pausas.

Imagino la cámara de Godard dirigida hacia las noticias televisivas.

O hacia las páginas de los periódicos.

Fija como si estuviera hipnotizada.

El ojo de la cámara cede y queda detenido para siempre.

Como si obedeciera a las órdenes del exterior.

Esto basta, diría él. Las noticias.

La sesión diaria de Manu Chao: “preciosa mujer”.

“Ayer no confiaste en dios.”

“Hoy por suerte no es ayer.”

Pura suerte.

Michael Gove, ministro del gabinete.

Entrevista a la BBC radio sobre la hospitalización del primer ministro inglés.

Habla del “gusto por la vida” que tiene Boris Johnson, ya sea en una cancha de tenis o al mando del gobierno.

“Es una fuerza de la naturaleza”, dice.

No está conectado a un ventilador, informan los diarios.

La frase de Godard: no es sangre, es rojo.

Lo que se ve en una pantalla no es sangre, es un color.

Una especie de pintura. No es real ni es verdad.

Sólo fuera de la pantalla la sangre es sangre.

Pero esta peste no tiene sangre.

Una de las pocas tragedias en que no hay sangre.

Difícil entender una tragedia sin sangre.

Mal acostumbrados por Quarantino, Tarantino, Quarentino:

sangre más roja que el máximo rojo real posible.

Pensar en los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego.

Esta será una tragedia vinculada con el elemento aire.

Los pulmones y la falta de respiración.

Cuando se habla de un tsunami en los hospitales, digo.

No es un tsunami de agua, claro, sino de cuerpos enfermos.

Un tsunami sólido.

Un tsunami de cuerpos en estado sólido a los que les falta completamente el aire.

Un tsunami de sólidos que quieren respirar.

Una tragedia del aire.

Y también un poco del fuego, sí.

Imágenes en algunas ciudades de Latinoamérica: se quema frente a las casas de las familias muertos a los que el Estado no recoge.

Para que no contagien.

Los cuerpos arden a muchos grados Fahrenheit, muy por encima de la temperatura a la que arden los libros.

O no.

Una jerarquía de la resistencia de los materiales revuelta por la biología.

Lo más importante a veces es lo que más rápidamente cede.

¿A qué temperatura arden los cuerpos? Le hago esa pregunta a Google.

Pero no me responde de manera directa.

Huye, se desvía, habla de otro tema.

Por ejemplo: aparece una página titulada: “Efectos del invierno sobre nuestro cuerpo”.

Hasta las máquinas y los algoritmos tienen límites y pudor.

No le repito la pregunta a Google.

No quiero insistir.

El collar que lleva al cuello mi pastora Roma la ha convertido en un tanque doméstico con pelo.

Se habla del miembro fantasma en los humanos: lo que se ha perdido y aún se siente.

Con los animales, lo contrario: el embudo en torno a su cabeza aún no ha entrado en su cuerpo.

Roma choca contra todo como si estuviera ciega.

Las noticias. Una imagen de una catedral de Nueva York.

Todo es un posible hospital.

¿Qué está pasando con los espacios?

Murió la subdirectora general de Salud portuguesa, Catarina Sena, a los 47 años, “víctima de una enfermedad prolongada”.

“Se pasó la vida hablando mal de los gatos y al final fue adoptada por uno, del que se volvió cómplice.”

“Me regaló un olivo, lloró conmigo y por mí, trabajó conmigo, me ayudó mucho, pero mucho: una compañera perfecta. Me haces una falta incalculable. Espero haber estado a tu altura”, escribió la directora general de Salud.

¿En qué momento del día podemos conmovernos?

Me dicen que hay un padre que siempre que quiere llorar va al balcón de su departamento para que sus hijos no lo vean.

Sus hijos piensan que va a tomar aire.

Leo la noticia.

“Esta noche tiene una buena razón para asomarse a la ventana y mirar el cielo. Tendremos una luna ‘color rosa'”.

“La luna llena se va a ver un 14% más grande y un 30% más brillante.”

Los porcentajes lo invaden todo, hasta el brillo.

El Reino Unido con un récord diario de muertes: 854 en las últimas 24 horas.

“Francia. Nuevo balance arroja…”

Nueva York, Nueva York.

Tal vez ese padre no sepa que sus hijos también van al balcón a llorar para que él no los vea.

Dicen que van a tomar aire.

George Kubler escribió una vez: la actualidad “es el momento en que el faro se oscurece entre los relámpagos”; “es el instante entre el tic tac de un reloj”.

Esta noche, padres e hijos tienen una buena razón para asomarse a la ventana: fingir que la luna todavía importa.

Leo otra vez este número: más de diez millones de nuevos desempleados en los Estados Unidos de América.

Pocos tiempos son tan actuales como éste de ahora.

La actualidad no es una luz, es lo opuesto.

“Es el momento en que el faro se oscurece entre los relámpagos.”

Pasajeros con mascarillas viajan en un tren de la ruta M en Nueva York. Foto: Mary Altaffer/AP.

Integrantes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Guadalajara (FEU), colocaron este jueves tapabocas a diferentes monumentos de la ciudad como parte de una campaña para concientizar a los ciudadanos de usar tapabocas ante la pandemia por Covid-19. Foto: Francisco Guasco/EFE.

Todas las mujeres mexicanas están enamoradas

8 de abril de 2020

 

Todas las mujeres mexicanas están enamoradas del subsecretario de salud, Hugo López-Gatell.

Una amiga de la ciudad de México me lo confirma.

El subsecretario habla todos los días a las 19:00.

Todas las mujeres, de todas las edades, están enamoradas.

Casadas, solteras, viudas.

Es encantador e inteligente, dicen.

Es un combo, añaden. Lo tiene todo.

Hay fotos suyas por todo México y circulando en la red, en distintas poses y con distintos trajes.

Y con las frases:

“Yo te protejo.”

“Te estoy diciendo que te quedes en casa.”

“Con mucho gusto te lo vuelvo a explicar.”

Y una que otra con mala cara (“pero muy lindo”), con la frase: “¡Ya vi que te saliste!”, como si Hugo López-Gatell estuviera regañando a un ciudadano por no quedarse en casa.

Muchos hombres también están enamorados de él, dice mi amiga de México.

“Que guapopisimo es nuestro doctor”.

“Yo desde que comenzó esto del COBID 19 me enamore de el 😍🤩😍🤩😍🤩y desde entonces obedezco a Hugo López-Gatell.”

Mientras tanto, la ciudad china de Wuhan reabrió este miércoles.

Los residentes pueden salir “siempre y cuando demuestren que están sanos”.

The New York Times dice que “los primeros trenes salieron esta mañana”.

El cantante Gilberto Gil y su nieta, Flor Gil, cantan en casa, sentados, volare.

Gilberto Gil pausa la guitarra y los dos dicen al final: Noi siamo Italia.

Flor Gil tiene 11 años y el cabello verde.

Gilberto Gil tiene 77 años y una delicadeza. Baja la voz para que se escuche la voz de su nieta.

“Donato Sabia, antiguo campeón europeo en los 800 metros bajo techo (1984) falleció este miércoles a los 56 años, víctima del nuevo coronavirus.”

“Nace Giulia, la hija del ‘paciente uno’, en Italia.”

Egipto es el primer país árabe que suspende las actividades públicas en Ramadán.

E Israel decreta el aislamiento y el toque de queda durante la Pascua judía.

“Para evitar que las familias se reúnan en la tradicional cena de Pésaj, la noche del miércoles, el gobierno ha decretado igualmente un toque de queda.”

La directriz espacial es clara:

“Nadie podrá estar a más de 100 metros de distancia de su respectiva casa.”

Me imagino a mí mismo midiendo cien metros con pasos regulares desde casa, como antes se hacía para marcar las porterías de futbol con piedras.

Oigo a Cazuza: “a tua piscina está cheia de ratos“.

Murió en 1990, de sida.

Anuncian: “Bernie Sanders se retira de la contienda demócrata por la Casa Blanca.”

Y el “fundador de Twitter dona casi un tercio de su fortuna para apoyar la recuperación económica”.

He estado dándole vueltas a una idea como si una idea ocupara espacio.

La enorme catedral de Saint John the Divine en Manhattan se va a convertir en un hospital de campaña.

Los hospitales de Nueva York se están llenando.

Las iglesias empiezan a prepararse.

Clifton Daniel, el decano, explica a The New York Times: a lo largo de los siglos, la catedral se ha utilizado varias veces de este modo.

Y después dijo: para la catedral no es nada nuevo, sólo lo es para nosotros.

La catedral y los humanos.

La catedral tiene más experiencia que esta generación. Ya ha visto esto.

Lo que es nuevo para los humanos no es nuevo para la piedra.

Boris Johnson está estable y “respondiendo al tratamiento”.

Ahora me doy cuenta de que la ventana que da al frente está trabada; las ventanas que dan hacia atrás funcionan.

Es necesario abrir con firmeza la ventana que da al frente, pienso.

“África supera las 500 muertes y registra más de 10,500 contagios.”

Y Argentina prolonga la cuarentena hasta fines de abril.

Las cuarentenas se suceden.

Eto’o, un exfutbolista camerunés, habla de la posibilidad de que se prueben vacunas en África.

No somos conejillos de indias, hijos de puta, dice.

Todos los días a las 19:00, añade mi amiga de México, las mujeres se sientan frente a la televisión.

Estamos tristes y tensas, escuchando.

Pero una que otra vez sale un: ¡qué lindo es! Guapo.

Lo suelta mi abuela, mi hermana o yo.

Estamos todas juntas, puras mujeres.

A veces decimos: ¡pobrecito!

Quisiéramos que él, Hugo López Gatell, no estuviera en esta situación.

Es mucha responsabilidad, dice ella.

Recibo un mensaje con una imagen.

La iglesia de una secta brasileña está cerrada y tiene un papel en la puerta que dice, en rojo: comunicado sobre el coronavirus.

Y abajo: informamos que las reuniones para la cura de enfermedades están canceladas debido a esta enfermedad.

Una lección de lenguaje.

En México circulan unos stickers con rayos rojos de superhéroe saliendo de los ojos de Hugo López-Gatell y con la frase “rayo sanitizador”.

No sólo informa, dice mi amiga.

Vemos a las 19:00 a Hugo López-Gatell, dice, y nos curamos.

No son mas que mierda, dice el futbolista Eto’o.

África no es su patio de recreo, dice el futbolista Eto’o.

Y una canción:

Canta, Canta Minha Gente - Varios Artistas (Sambabook Martinho da Vila)

Pepita Jove Puiggros, de 92 años, toma de la mano a Laura Valdés, una enfermera de atención a domicilio, en su casa, en Barcelona. Foto: Emilio Morenatti/AP.

En diferentes países

9 de abril de 2020

 

En diferentes países se habla del inicio de las clases.

La Pascua se acerca.

Walter Benjamin y Scholem, amigos filósofos, se instalaron en Zúrich en 1917.

Hace más de cien años.

Estaban hartos de la educación y de su conservadurismo.

Crearon una universidad ficticia llamada “Muri”.

Muri es una comunidad del interior de Suiza.

Uno de los cursos de esa institución imaginaria era “El huevo de Pascua: riesgos y beneficios”.

Lo clasificaron como: teología.

“Wall Street cierra al alza ante un posible debilitamiento de la pandemia.”

Inventaron también una disciplina llamada: “Teoría y práctica del insulto”.

Jurisprudencia.

Otra tenía el nombre de “Teoría de la caída libre con entrenamiento práctico”.

Estaba incluida en el campo de la filosofía.

Tiene todo el sentido que un filósofo investigue la caída libre.

Esa caída que no es consecuencia de un empujón, sino de una decisión.

Libre, esto es: sin apoyos.

“El número de muertes en Nueva York llega al máximo diario.”

Roma y Jeri curiosas en la ventana. Dos caras de dos perros.

Afuera, al otro lado de la calle, un hombre vestido con chalecos amarillos.

Transporta la basura y habla por teléfono.

Habla castellano, pero su acento deja ver que no es español.

Parece llamar a casa.

Empuja un carrito de la basura y habla con su familia.

¿Irá a decirles que transporta la basura?

Es el único hombre que se ve en la calle.

“Politizar” el coronavirus puede llevar a “muchas más bolsas de cádaveres”, dice la OMS.

La película coreana.

No le propongas un color al pintor.

Eso no se hace.

“¿Tengo, entonces, que pintar para los extranjeros que nos invaden?”, dice el pintor cuando alguien le pide una obra para el enemigo.

Una frase síntesis.

No pintar para los extranjeros que nos invaden.

Oigo en mi cuerpo el sonido que produce el puño cuando se irrita y no tiene ninguna superficie cerca.

Hace ruido aun cuando se cierra con fuerza sobre sí mismo, el puño.

Y no es agradable.

Me dicen que muchas fábricas se han negado a subir el precio de ciertos cubrebocas esenciales.

Un artista, un ser humano, no debe pintar para los extranjeros que nos invaden.

“El Covid-19 llega a una tribu aislada de la Amazonia yanomami”.

Quedarse en casa “es descubrirse como extranjera”, dice la historiadora Lilia Schwarcz.

Esto. Estar en el mismo sitio pero de un modo distinto.

¿Quién es este extranjero que está en mi casa a estas horas del día? Soy yo.

Y tampoco soy yo, claro.

Los próximos presidentes serán médicos, pregunta Lilia Schwarcz.

“Boris Johnson sigue mejorando”, informan.

En una zona del lago Inle, en Myanmar, antes Birmania, los pescadores reman con los pies.

Así tienen las manos libres para pescar con enormes redes en forma de canasto.

Hacer ciertas cosas con los pies, liberar las manos.

Ahora que no necesitas caminar, tienes los pies libres.

Pies y manos libres: días extraños.

“EUA. Más de 6.6 millones pierden el empleo en la última semana.”

Me escriben desde el Norte sucesivos mensajes sin punto final:

Fecha y hora [09/04, 14:42]

Hoy, en la fila del supermercado (compra semanal para la familia), les llamé la atención a unos chicos que escupieron al suelo tres veces. A la tercera, no me aguanté

Voy flotando entre los humores

Neutra

Aceptación

Triste

Enojada

Irritada

Mi tía, que vivió toda la guerra

Ahora está acá por su marido y dice que se siente peor

Porque no sabe cuál es la zona de los ‘buenos’ y la de los ‘malos’.

[09/04, 14:42] Fin del mensaje.

“Hungría prolonga las medidas restrictivas indefinidamente”.

Cuánto es indefinidamente, pregunto.

¿Y cuál es la zona de los ‘buenos’ y la de los ‘malos’?

Es necesario marcar la ética en el suelo para comprenderla.

Estamos medio mareados: nuestra cabeza da vueltas y no sabe cuál es la zona de los buenos.

Ahora, en el país de Gales. Cerca de la esquina del número 16 de Trinity Square.

Una cabra blanca y ningún humano.

Una cabra se come los setos que rodean un edificio de oficinas vacío.

En un pequeño prado frente al Alexandra Hotel: una dos tres cuatro cinco seis siete ocho cabras.

Boris Johnson “se sienta en la cama e interactúa positivamente con el equipo clínico”.

Las trampas más usadas en tiempos de guerra, un video que aparece frente a mí.

A veces un pie se posaba en el suelo y, en vez de explotar, varios clavos subían rápidamente y abrían siete hoyos en ese miembro, que ya no podía moverse de allí.

Una trampa que parece para ratas y es, después de todo, para pies humanos.

Una pareja de Lombardía baila un vals y muestra que no ha olvidado los pasos.

Pascal Quignard: “Para los hombres, ¿qué es la muerte?

El hombre que ya no forma parte de un diálogo.”

¿La mejor forma de morir?

“Repentinum et inopinatum

(de manera muy rápida y completamente inesperada).”

Voy recibiendo mensajes.

Alguien dice que acaba de tener un nieto.

Otro felicita a ese alguien y evoca a Millôr Fernandes, que dijo que, de haber sabido que tener nietos era tan bueno, no habría tenido hijos.

“Proyecciones prevén entre 11 y 22 mil muertes en Canadá hasta el final de la pandemia”.

En medio de los campos de concentración, una mujer trató de compilar los sueños alegres de las personas que iban a morir.

Los escribió. Quería guardarlos.

Tengo que investigar a esa mujer.

No recuerdo su nombre.

Un cristiano camina frente a la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Foto: Sebastian Scheiner/AP.

 

Dos comandantes hunden un barco

10 de abril de 2020

 

Dos comandantes hunden un barco.

Imagino una multitud levantando un dedo, muy alto, como si dijera: uno, sólo queremos uno.

Cero comandantes inmovilizan un barco.

Ni dos, ni cero.

Uno está bien.

“De cualquier lucha o reposo me levantaré fuerte y hermosa como un caballo joven”.

Pero la gente se está despertando cansada, como un caballo viejo.

Muchos adolescentes se están rapando.

Una amiga me dice que se cortó las cejas para ver cómo se veía.

Como no está con nadie, tener o no tener cejas no es algo que importe.

Nunca voy a tener otra oportunidad de probarlo, dice.

Leo Tiempo de magos, de Eilenberger, sobre los filósofos Benjamin, Heidegger y Wittgenstein.

Llegado cierto punto, Wittgenstein se convirtió en un devoto.

Daba clases a niños en una pequeña villa perdida en la montaña.

Posaba el reloj sobre la mesa al principio de las clases y decía: Oremos.

Cerraba los ojos y empezaba:

“Espíritu Santo, ven a derramar

sobre nosotros la luz de Tu gracia,

para que sigamos avanzando,

aprendiendo siempre nuestra tarea.

Para que guardemos muy bien la lección

y el corazón no se nos hiele nunca.”

El más brillante filósofo del siglo XX, con los ojos cerrados y las manos unidas, rezando.

Un filósofo que cierra los ojos antes de educar a los niños.

Una rápida síntesis de despojamiento.

Suspender la visión y la lucidez, abdicar del control: cerrar los ojos.

Y después tratar de educar a los que están empezando.

Pongo a George Brassens, “La mauvaise réputation”.

Creencia y herejía.

Wittgenstein era colérico. No era fácil.

Pero no basta con irritarse fácilmente para ser un filósofo.

No sólo de gritos se hace un raciocinio, digo y me río.

Empiezo a decir secretos a mi propio oído. En pocas semanas se vuelve uno loco. No es tan difícil.

Después de todo esto, tendremos que contar a los vivos que no salgan a la calle en zigzag.

Sólo ellos van a ser capaces de vislumbrar el camino sin temblar demasiado.

Eilenberger cuenta con detalle un episodio.

Una vez, Wittgenstein se exasperó tanto con un niño, que “golpeó la cabeza del alumno” con su propio cuaderno.

Y lo golpeó “durante tanto tiempo, que el material se deshizo y las hojas cayeron sueltas” por el suelo del salón.

¿Cuál fue la terrible falta del niño?

Nada que tenga que ver con el alfabeto o la aritmética.

Ninguna falta del raciocinio lógico.

Wittgenstein sólo le había preguntado dónde había nacido Jesús.

Y el niño había respondido: en Jerusalén.

Wittgenstein se puso furioso: no puede haber una falta como esa falta.

Para la semana, películas de Tarkovsky, Sokurov y Rossellini.

El cineasta Eisenstein y una frase que siempre me ha marcado: “No bebas agua a menos que esté hirviendo”.

¿Por qué dijo aquello? No lo sé.

Era un estudiante, tenía diecisiete años.

A esa edad sólo se beben las cosas hirviendo.

Tomo café y café. Sin azúcar, una bomba simple.

¿El tercero? El tercer café.

Pongo la versión de Paco Ibáñez, “La mala reputación”.

“En mi pueblo sin pretensión / Tengo mala reputación.”

Una frase de Wittgenstein: dice que tendría que haberse dirigido al bien y convertido en una estrella a la mitad de la noche.

Después de todo, dice, “me quedé en la Tierra y ahora empiezo a marchitarme poco a poco”.

Quedarse en la Tierra y empezar a marchitarse poco a poco.

Vuelvo a 2020. Ibáñez.

Yo no pienso pues hacer ningún daño / Queriendo vivir fuera del rebaño.

Nueva York, isla de Hart, distrito del Bronx.

Isla que también se usa como cárcel.

Un dron capta la imagen.

Empleados contratados por la administración central posan suavemente ataúdes blancos en un gran agujero.

Normalmente este trabajo lo hacen los presos, “pero el incremento en el número de cuerpos ha obligado a contratar empresas especializadas”.

A muchos de estos empleados se les ha contratado en los últimos días.

Visto de lejos, aquello podría parecer los primeros cimientos de un nuevo edificio.

Hay que excavar para después subir.

Pero allí no hay subidas.

Al menos en este momento, los cuerpos sólo bajan.

Víctimas que no fueron identificadas o cuya familia no tiene dinero para el funeral.

Una fosa común es esto: estar entre la multitud aun después de muerto.

No se trata de no tener nombre, sino de no tener privacidad, ni aun en los momentos que siguen al último momento.

Respiro.

Por qué te rapaste las cejas, pregunto.

La joven me manda un sms con el emoticón de quien se encoge de hombros.

Zane Powles, un profesor inglés, recorre “más de ocho kilómetros a pie al día para entregar comida en casa de sus alumnos”.

También les lleva la tarea.

Para que sigamos avanzando,

aprendiendo siempre nuestra tarea.

y el corazón no se nos hiele.

La oración de Wittgenstein

“El método es muy sencillo: Powles pone la comida en el suelo”, toca la puerta “y después espera en la acera o en el jardín a que alguien abra y recoja los alimentos”.

En la localidad de Grimsby, el 34% de los niños vive en estado de pobreza.

Esos niños, de la Western Primary School, tienen derecho a comidas escolares gratuitas.

Así que Powles camina esos ocho kilómetros y entrega la comida y la tarea.

“Los padres y los niños vienen a la ventana o a la puerta para decirme hola”, dice Powles, un exmilitar.

Powles va cargado, con muchas mochilas.

Vuelve después cansado, pero mucho más rápido.

Un guardia de seguridad ante una pancarta que dice “Sanen al mundo, luchamos como uno”, mientras los vecinos aplauden desde las ventanas en homenaje a sanitarios, personal esencial y fuerzas de seguridad en Manila, Filipinas. Foto: Aaron Favila.

Palomas sobre una calle vacía durante un día de toque de queda total impuesto por el gobierno panameño para contener la propagación del nuevo coronavirus en Panamá. Foto: Arnulfo Franco/AP.

Dos modos de apartarse de las noticias

11 de abril de 2020

 

Dos modos de apartarse de las noticias: religión y matemáticas.

Hay más, claro.

Una frase de Breton: “el acto de amor y el acto de poesía son incompatibles con la lectura en voz alta del periódico.”

En estos días, las incompatibilidades han aumentado.

Pero sí, dos modos de apartarse de las noticias: religión y matemáticas.

Un matemático del siglo XX, Edward Kasner, le pidió a su sobrino “que le diera nombre a un número que tuviera un centenar de ceros”.

El pequeño le dio un nombre: googol.

Se dice: gúgol.

El gúgol es un 1 seguido de cien ceros.

Es la unidad de medida de un número enorme.

7 mil gúgoles, por ejemplo.

El nombre de Google viene de allí.

Fue una errata.

No es infinito, pero casi.

El último cero está siempre después del sitio al que llegas a galope y a la velocidad de la luz.

Gógol es también el nombre de un gran escritor ruso.

Imagino la unidad de medida usando el nombre del escritor ruso.

Dos Gógoles, 7.3 Gógoles.

La avenida Nevski es la avenida central de San Petersburgo y de muchos libros de Gógol.

La avenida Nevski anda, estos días, muy asustada.

Ya no se sale a la avenida Nevski para ser visto y admirado por los vestidos o trajes que se portan.

Se sale rápido para buscar cosas urgentes.

Ser admirado o envidiado por otros no es una cosa urgente.

El miedo no tiene una unidad de medida.

No se mide en metros o kilogramos.

Tal vez el miedo tampoco tiene un cero que sea el último.

Tal vez el miedo es una sustancia googol pero sin fin.

España empieza a distribuir cubrebocas en el transporte público.

“El sol coció al hombre / Y la geografía determinó los acontecimientos”. Raul Bopp, Brasil.

Hay miedo en las favelas brasileñas y las mafias criminales tratan de controlar ese miedo, amenazando.

Miedo x miedo x miedo x miedo.

Hoy, sol. Mañana, sol también, dicen los pronósticos.

Pero después lluvia. El lunes, lluvia; el martes, lluvia; el miércoles, lluvia; el jueves, lluvia; el viernes, lluvia; y el sábado, lluvia.

Lo que sigue no aparece en la pantalla.

Los días que no aparecen en la pantalla están fuera del futuro.

El primer ministro sueco siente “que no hicieron lo suficiente”.

“Profesionales de la salud bailan para olvidar el estrés.”

En Grecia obligaron a una refugiada a pagar una multa por salir sin autorización.

En Moria, Lesbos, al volver del hospital al campamento.

No llevaba el documento de autorización, ni había enviado un SMS oficial para pedir que la dejaran salir.

Las multas a los refugiados se sacan del dinero del subsidio que reciben.

Dicen que la multa es de 150 euros.

El subsidio es de hasta 550 euros al mes.

Algunas multas se impusieron también a indigentes.

Causa: “por desplazamiento en vano / injustificado”.

Pero estas multas no se pagaron, claro. Después de las protestas.

Mi amiga griega, Athena, dice que todos sueñan con un desplazamiento en vano.

Uno de los bienes más valiosos en estos días —en Grecia, y en la avenida Nevski y en otros lados: un desplazamiento en vano.

Una nueva moneda: intercambio un desplazamiento en vano por diez con objetivos concretos.

La música clásica del vecino llega a mí.

Pensar en música útil e inútil.

¿Qué sería la música inútil y la música vana?

Un discurso en una universidad hace algún tiempo, Obama.

“Permítanme ser lo más claro posible: en la política y en la vida, la ignorancia no es una virtud.

No es ser cool ni políticamente incorrecto, ni es estar en contra del sistema, es simplemente ser ignorante.

No es cool no saber de que están hablando.”

Los estudiantes se ríen.

Trato de ver en qué universidad sucedió esto, no lo descubro.

Jeri lame la herida de Roma, una colaboración clandestina.

Es imposible que una herida sane si los compañeros la endiosan.

No prestar atención a lo que duele. Lecciones rápidas.

Manu Chao y una alegría también rápida y diaria, la guitarra.

El sonido de vocalizaciones en la sala de al lado.

Una vez más, la imagen del filósofo Wittgenstein apartando el reloj para empezar a rezar.

Rezar es lo que sucede entre un momento y el momento siguiente.

Esto no lo dijo él, pero podría haberlo dicho.

La mudez que se instala entre una palabra y la siguiente.

Domingo de Pascua.

El que tenga un reloj, que lo ponga sobre la mesa.

Es imposible llegar tarde a ciertas citas.

No va a ser necesario: ni reloj ni prisa.

Paco Ibáñez y otra guitarra: “Palabras para Julia”.

Una amiga me manda mensajes sucesivos:

Otra cosa que he notado, dice ella.

Es que perdí el olfato.

Creo que ya no es necesario, dice.

Le digo que ése es un síntoma peligroso.

No, responde ella, estoy sana.

Sin estímulos, el olfato se vuelve perezoso, explica. Es eso.

No hay nadie a quien oler, dice.

Esta Pascua espero recuperar el olfato, añade.

Y después me dice que a veces se acerca a las macetas para oler la tierra.

Tatiana Datolla y Armando De Rosa bajan sus mascarillas al empezar la ceremonia de su boda en la desconsagrada iglesia Santa Maria in Tempulo en Roma, el sábado 11 de abril de 2020. Foto: Andrew Medichini/AP.

Traducción: Paula Abramo. 

*Estos textos se han publicado originalmente en el diario Expresso, de Portugal. Se reproducen con la autorización expresa de su autor. 

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