Diario de la peste: Tenemos los dos pies en una época seria: no hay escapatoria

El escritor portugués Gonçalo M. Tavares, considerado uno de los más destacados en lengua portuguesa registra en su estilo y mirada los acontecimientos de esta pandemia.

Un trabajador de la ciudad mide la temperatura de un hombre antes de ingresar al centro comercial Apumanque, en el barrio de Las Condes, en Santiago de Chile. Foto: Esteban Félix/AP

Saldrá a la calle una nueva especie humana

26 de abril de 2020

 

Pasados siete años, dos semanas o dos meses.

Saldrá a la calle una nueva especie humana.

Llena de deseos de construcción; llena de deseos de destrucción.

Humanos 2.0.

Dos médicos se besan en Madrid con el cubrebocas puesto. Los amantes, cuadro de René Magritte: una mujer y un hombre se besan con un trapo en la cabeza.

La madre de Magritte se suicidó cuando él era adolescente.

La sacaron del río con la cabeza envuelta en una camisa.

Magritte estaba allí, dicen.

La cabeza envuelta en la camisa para mantenerse anónima.

Fue ella misma la que se la puso —o bien alguien para evitar que su hijo la viera.

El café preparado con el ritual de siempre.

Me olvido del final de un largo café como si incluso el final de una bebida fuera terrible.

El miedo al apocalipsis, que penetra en el más mínimo de los actos.

Evitar el final de las cosas.

No me tomo el final del café; hablo con un amigo en Nápoles.

Él me dice: no te tomes el final del café.

Régina, la madre, se mató en el río Sambre.

Es difícil saber con seguridad si se trataba de una camisa o de su vestido.

Boris Johnson regresa a su oficina el lunes y en Air France dicen que la normalidad va a tardar dos años en volver.

Enfermos de cáncer postergan consultas.

Imagino a alguien que interrumpe la transmisión de los datos de la Bolsa para rezar el padre nuestro.

Un hacker religioso; le exige seis padrenuestros y tres avemarías al presentador para liberar la transmisión.

El hacker está fuera de este siglo.

No tiene los mismos dioses. Nada de dinero.

Exige oraciones.

Un historiador, Friedrich von Raumer, maravillado con el París del principios del siglo XX: “¿Quién habrá construido la primera casa? ¿Cuándo se derrumbará la última?”

Tal vez no exista ni la primera ni la última.

Me imagino al hacker interrumpiendo la transmisión.

La madre pesa más que la fuerza que ejerce el agua.

Una frase también repetida en tono de oración.

El río hace todo lo que puede para evitar que alguien se ahogue en él.

Pero no lo logra.

La película del coreano Lee Chang-Dong, “Poesía”.

La abuela, a la que le está dando alzhéimer, quiere escribir un poema.

Aprender poesía antes de perder la memoria.

Perder la memoria por otro camino.

“¿Hacia dónde estás mirando?

Hacia el árbol.”

¿Qué vas a hacer hoy?

Mirar el árbol.

Tarde ocupada, mirar hacia: la buganvilia, el limonero o naranjo de naranjas incomibles.

En la cabeza, el cuadro de Magritte.

Guimarães Rosa: “Miedo, no, pero se me quitaron las ganas de tener valor”.

Es un escritor ruso el que cuenta esta historia.

Alguien lleva una piedra para golpear al mar porque su hija se ahogó allí.

Es difícil que una piedra golpee al mar, pero los padres logran cosas que los demás seres humanos no son capaces de lograr.

No terminar el día con una piedra.

Abro al azar Hojas del jardín de Morya, el oráculo que elegí.

Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.

Me gusta el principio: Pero.

Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.

Cuando de nuevo salgamos a la calle, que exista alguna campana.

Una campana para cada caminante.

El enterrador parisino Franck Vasseur y los encargados de trasladar el féretro, presentan sus respetos durante un funeral en el cementerio Pere Lachaise, en París. Foto: François Mori / AP

Enterradores equipados con trajes de protección sepultan a una persona fallecida por COVID-19 en el cementerio Vila Formosa de Sao Paulo, Brasil. Foto: Andre Penner / AP

Los corredores de los aeropuertos parecen haber aumentado de tamaño

27 de abril de 2020

 

Los corredores de los aeropuertos parecen haber aumentado de tamaño.

Están vacíos y brillan. Están limpísimos.

La limpieza hace crecer el espacio, hace crecer el metro cuadrado.

Un marido y una hija no quieren abrir la puerta.

La mujer es enfermera en una residencia para ancianos y está infectada.

La llave no entra.

El timbre suena y, desde adentro, el marido y la hija dicen: no abrimos.

La mujer se queda afuera, del otro lado de la puerta.

Vuelve al trabajo y duerme en la residencia.

Mi pastora de Berna, Roma, ya está casi curada de su herida en la pata.

Pero hace falta tiempo.

Algunos ancianos van a la ventana y se despiden del espacio vacío, como si el espacio vacío fuera un familiar cercano.

En el Reino Unido se postergó el maratón de Londres, y una maratonista corre, en torno a su casa, la distancia exacta de la prueba.

Son muchas vueltas a la casa.

Puedes correr la distancia de un maratón alrededor de una mesa o hasta de un plato.

Hay que ser disciplinado, como si la disciplina fuera la alucinación de un loco.

A animales del zoológico de Nueva York no parece importarles la peste.

Pero no todos los animales son iguales.

Hay unos que están deprimidos, dicen los que los cuidan.

Les falta el aplauso de los humanos.

Un hombre de 83 años dice: “vivo solo y debido al virus evito salir. Estoy casi siempre sentado frente a la televisión. Apenas si puedo levantarme. Cuando salgo a la calle es tan triste, no hay nadie.”

Por otro lado, la policía vigila los caminos.

Pregunta: ¿A dónde vas? ¿Cuál es tu objetivo?

Europa está cambiada.

En poco tiempo, el miedo obliga al ser humano a aceptar la pregunta: ¿A dónde vas?

Todos tenemos de nuevo cinco años.

E incluso alguien de noventa va por la calle como si se le hubiera perdido a su padre.

Puede suceder más pronto o más tarde.

Pero todo mundo se le pierde a su padre.

Por lo menos una vez.

Los anuncios anuncian un cierto futuro dentro de dos semanas o un mes, y me imagino una multitud de seres humanos saliendo a la calle para aplaudir a los animales.

A los gatos, a los perros, a los animales de la calle.

Y después tomando por asalto el zoológico para aplaudir a los animales salvajes.

Es necesario aplaudir a los animales, pienso.

Y sé que esto es fuerte, pero es difícil explicar por qué.

Como si los animales se hubieran portado bien durante estas semanas de sobresalto humano.

Como si hubieran sido valientes.

O comprensivos.

Margarite Mouille, de 94 años, gesticula mientras su hija le toma una foto en una residencia para ancianos de Kaysersberg, Francia, el 21 de abril del 2020. Francia volvió a permitir esas visitas, aunque muy reguladas, siempre con una mesa y una cinta roja y blanca de por medio. Photo: Jean-Francois Badias/AP

Un mujer está sentada con su hijo en un boulevard en Barcelona. Foto: Emilio Morenatti / AP

Es necesario aplaudir a los animales

28 de abril de 2020

 

Es necesario aplaudir a los animales, el diario de ayer.

Un agradecimiento público y privado.

Han sido valientes.

Les aplaudo a mis animales y ellos me miran: ¿este tonto qué quiere?

Boris Johnson interrumpió una reunión con el ministro de Finanzas para hacer un minuto de silencio.

Interrumpir la economía con un minuto de silencio.

Un ritual que podría repetirse cada mediodía.

A la mitad de la economía: un minuto de silencio.

“Síndrome relacionado con coronavirus identificado en niños”.

Y el número de médicos, enfermeros y auxiliares muertos.

El 10% de los que estaban tratando de salvarnos, kaput súbito: virus, síntoma, fiebre —a veces una posible rápida despedida— y muerte.

En México, a algunos médicos y enfermeros los insultan.

Les echan agua para limpiarlos.

El médico visto como enfermo.

La enfermedad se apodera del enfermo, del médico, de los instrumentos de medicina, del hospital, del barrio, de la ciudad y del país.

Y de tu cabeza.

La condición de observador desaparece.

Enfermo o posible enfermo. No hay tercero excluido.

Aplausos, silencio y baldes de agua.

No hay espacio ni para los vivos ni para los muertos, decía hace días la alcaldesa de la ciudad de Guayaquil, Cynthia Viteri.

Se refería a los hospitales y cementerios de la ciudad.

La ciudad está abriendo dos nuevos espacios para acoger a quienes ya no caminan ni respiran.

Cargo un balde de agua y el peso del agua me fascina.

No es plomo, ni piedra, ni arena.

Parece un peso benigno; un peso con buen corazón.

Pero la física no tiene torsiones éticas ni una compasión que ande de puntitas para no despertar el sueño de los justos.

El peso es peso, pero me gusta cuando el peso se columpia.

“Nuevo estudio en Wuhan admite el virus en partículas de aire”.

Pero no concluye si el aire puede provocar infecciones.

En España, niños en la calle, autorizados por decreto a salir de casa.

Parecen estar viendo por primera vez el viento.

Ha dejado de ser una cosa aérea e invisible y ahora se le recibe con fiesta.

Número de muertos en África sube y baja y se habla de un posible “baby boom”.

Se instala una vieja monarquía en tiempos de emergencia.

El primer ministro se vuelve rey temporal de ningún reino.

En España, los niños encuentran la patineta y sus pies, quietos hace demasiado tiempo, reciben toda la velocidad y el desequilibrio.

La policía avanza a caballo y con cubrebocas en algunas ciudades italianas.

Hay pueblos sin gente y sin nadie en la calle, pero ya desde antes de la peste no tenían gente ni nadie en la calle.

“Sin vacuna, ‘será difícil’ que se realicen los Juegos Olímpicos en 2021.”

British Airways prevé suprimir más de diez mil puestos de trabajo.

Las clases presenciales en España no iniciarán sino en septiembre.

Por el mundo, esto. Arriba y abajo.

Muchos se niegan a usar cubrebocas y los ven de reojo.

Muchos usan cubrebocas y los ven de reojo.

La mirada de reojo a otro ser humano ha llegado con fuerza al siglo y no se va ir tan pronto.

Una nueva especie humana que mira más de reojo que de frente.

“Reuniones de más de 10 personas prohibidas en Francia.”

Antes, cuando los autos se detenían en los semáforos, se vendían dulces y agua en las calles de América Latina.

Ahora se venden cubrebocas en los semáforos, pero en algunos sitios se enciende la luz verde y ningún auto avanza.

Y así no puede ir bien el negocio.

Un auto y una camioneta trasladan féretros con los restos mortales de gente que se cree que falleció por complicaciones relacionadas con el nuevo coronavirus, a un cementerio en Guayaquil, Ecuador. Foto:Luis Pérez/AP

Varias personas pasean o hacen ejercicio frente al mar en Barcelona. Al amanecer del sábado 2 de mayo de 2020, por primera vez en siete semanas de confinamiento social para frenar la pandemia de COVID-19. Foto: Emilio Morenatti/AP

El humano es un animal que sabe esperar

29 de abril de 2020

 

Mirar de frente y mirar de reojo: entrenar para el tiempo que viene.

El humano es un animal que sabe esperar.

A veces se vuelve loco, pero por lo general espera mejor que los demás.

Eliot Weinberger y la pregunta: ¿qué son las estrellas?

“Son prenuncios de guerra, muerte, hambre, plagas, de cosechas abundantes o escasas, del nacimiento de reyes;

son ellas las que regulan el precio de la sal y del pescado

(…)

son los cazadores de focas que han perdido el rumbo”.

Astro y desastrado tienen el mismo origen.

Desastrado, aquél que no está atento a los astros.

Aquél que no está sincronizado con lo que viene de arriba.

Entra demasiado pronto o demasiado tarde.

Diferentes países, diferentes estrategias. Cerrar, abrir, cerrar, abrir.

Roma, la pastora de Berna, es una desastrada.

Jeri, la golden, puntual con los puntuales astros de los animales.

Por la mañana, esto. Mirar la pantalla, no el camino.

Una forma de venda: la pantalla.

Nick Cave cantando “Cosmic Dancer” de los T. Rex.

Otra versión de Morrisey.

I was dancing when I was eight

I danced myself into the tomb.

En algunos sitios, un retorno al mundo antes de la entrada del fuego.

Miro y no veo ni un homo sapiens.

Ciudades abandonadas.

Si todos se quedaran en casa durante meses y años, las ciudades empezarían a deshacerse.

Como se deshace cualquier casa abandonada.

Volveríamos después de la peste a un conjunto de ruinas.

Naturaleza y ruinas, lo que queda cuando el ser humano retrocede hacia su casa en manada de seres pensantes.

Leo el sermón de la montaña.

Este pasaje:

“No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.”

El coronavirus es peor que un ataque terrorista, dice la OMS.

Vito Acconci, un performance en los años 70: ojos vendados.

Le arrojan pelotas de goma con fuerza contra el cuerpo.

Él se defiende, sin saber de dónde viene el ataque.

Ser atacado por lo que no se ve.

Los ingenuos años 70 exigían una venda.

¿Qué son las estrellas?

“Son el rebaño de la luna, disperso en el espacio como ovejas en un prado”.

China prohíbe comportamientos incivilizados.

Estornudar o toser sin cubrirse la boca y estar sin cubrebocas en lugares públicos.

En Argentina se permite que la gente salga de su casa durante una hora a hasta 500 metros de sus residencias.

Freud tuvo cuatro perros: Lün 1, Jofie, Lün 2 y Jumbo.

A Freud le gustaban los perros “porque no tenían una personalidad dividida”.

¿Por qué le puso el mismo nombre a dos perros? Investigarlo.

Le hablo por teléfono a un amigo.

Le pregunto:¿te estás volviendo loco?

Sí, responde él.

Sermón de la montaña: “Limitaos a decir: ‘Sí, sí’, ‘no, no'”.

¿Qué son las estrellas?

“Clavos clavados en el cielo”, dice Weinberger.

Virus, dice un niño de seis años.

Visitantes, con mascarillas contra el coronavirus, hacen fila respetando la distancia social para entrar a la Ciudad Prohibida, en Beijing. Foto: Mark Schiefelbein/AP

La Avenida Bolívar, de Caracas. Foto: Matías Delacroix/AP

Bellamente, cuidadosamente, impetuosamente

30 de abril de 2020

 

Sigo escuchando Cosmic Dancer de los T. Rex y practicando la mirada de reojo como ciertas especies animales.

Planes para pintar más muro con más blanco, pero una cierta lluvia no me lo permite.

Algunas tribus de las Américas no distinguen entre la derecha y la izquierda.

Sólo comprenden los puntos cardinales. Norte, Sur, Este, Oeste.

La Universidad de Pensilvania estudia el uso de perros para detectar el virus y yo pienso en los cuatro perros de Freud.

Esos perros debían detectarlo todo, detectar incluso la tristeza.

Las estrellas no son virus, como piensan los niños desdichados.

Las noches están más oscuras que de costumbre.

Derecha e izquierda centran el espacio en la persona.

Cada sujeto tiene su izquierda y su derecha, pero no tiene norte y sur.

El norte y el sur están allá afuera, no son privados.

El humor de Nicanor Parra: “cambio volcán en erupción permanente x helicóptero poco uso.”

“Cambio zapato izquierdo x derecho.”

Ni siquiera el reflejo en el espejo tiene la misma derecha que tu derecha.

El número de muertes baja. Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York: “aun así, son números terribles”.

Pensar en guarismos terribles; los números adquieren tono y fisionomía.

“Más de 3.8 millones de desempleados esta semana en EU.”

“Anthony Fauci: ‘No es posible simplemente dar un salto a la normalidad’.”

Bienvenidos a la peor situación económica de la historia, dice CNN.

Imaginar una fiesta con música y confeti para anunciar la peor situación económica de la historia.

Un portón abierto al apocalipsis.

Pedí un libro por Amazon y todavía no ha llegado.

Jeff Bezos y Elon Musk hicieron contratos con la NASA para llevar una vez más al hombre a la luna en 2024.

Bezos dijo: “No vamos a volver a la luna para visitarla. Vamos a volver para quedarnos”.

Imagino a alguien tatuándose en la espalda los puntos cardinales.

Así lleva en la espalda el espacio exterior.

Su cabeza está siempre hacia el Norte, sus pies hacia el Sur.

El brazo derecho hacia el Este. El izquierdo hacia el Oeste.

Hitler murió hace 75 años.

No sólo la radio y su importancia para la difusión de la dictadura.

“Sin los altavoces no habríamos conquistado Alemania”, dijo Hitler en un manual político.

El silencio como forma de frenar la palabra buena, pero también la mala.

Desnortado, desorientado. Perder el norte y el oriente.

El verso de Huidobro: los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte.

El centro es esto: es lo esencial.

Una amiga me cuenta que estaba caminando por la playa.

Un hombre pasa y, sin querer, la toca en el hombro.

Ella grita furiosa: ¡no me toque, no se atreva a tocarme!

Después le dio vergüenza.

Todo roce es ya un crimen y vamos a volver al exterior sin saber cómo poner el pie derecho frente al pie izquierdo sin caernos.

Según estudios recientes, el virus no fue creado por el hombre ni modificado genéticamente.

Al azar, abro el oráculo de este diario. Jardín de Morya.

“Te preguntarán cómo trasponer la vida

Responde: De la misma manera que se cruza un abismo sobre una cuerda estirada: Bellamente, cuidadosamente, impetuosamente.”

Una mujer corre protegida por una máscara en el Brooklyn Bridge Park en Nueva York. Foto: Mark Lennihan/AP

Un robot humanoide Pepper usa un cubrebocas al recibir a la gobernadora de Tokio Yuriko Koike en el vestíbulo de un hotel donde se hospedan pacientes con cuadros leves del nievo coronavirus, durante una presentación ante los medios en Tokio. Foto: Eugene Hoshiko/AP

Un caballo blanco cruza una carretera vacía

1º de mayo de 2020

 

Ayer, Capitolio del estado de Michigan.

Varios hombres se manifiestan contra el confinamiento y el estado de emergencia. Muchos con metralletas.

Quieren abrir las tiendas y el comercio.

En el estado de Michigan, hombres con metralletas escuchan argumentos, amenazan y esperan.

Algunos diputados con chaleco antibalas.

Un caballo blanco cruza una carretera vacía.

Un caballo blanco parece que pinta el paisaje al pasar.

No es precisamente un animal, es un color.

En la India, en una obra, miden la fiebre antes de cargar pesos gigantescos.

Lo que parece una pistola apuntada a la cabeza es, al cabo, una forma de medir la temperatura con rapidez.

Si no tienes fiebre, puedes trabajar doce horas.

Un actor español dice que recibió la mejor de las noticias cuando lo dieron de alta después de estar internado en un hospital con coronavirus.

Aristóteles decía que el mayor placer que puede alcanzar un ser humano se produce al momento del alivio después de un gran dolor.

Todos los demás, placeres promedio.

Placeres mínimos, placeres promedio y el mayor de los placeres: el alivio del dolor.

La mejor de las noticias no viene en forma de lenguaje, sino en pura biología.

Conmemoraciones del día del trabajador.

En varias ciudades de Europa: cubrebocas y distancia de dos metros entre las personas.

Para gritar hay que quitarse el cubrebocas, de lo contrario el grito sale ahogado y no parece un grito, sino un susurro o una amable solicitud.

Hay que tener cuidado con la postura, dicen.

Consigue una silla cómoda, dicen.

En casa, una silla. En la calle, zapatos.

En China, 117 millones se preparan de nuevo para viajar.

Una enfermedad poco común, la enfermedad de Kawasaki, “provoca manchas en la piel, causa inflamaciones y afecta el corazón de los niños”.

El gobierno francés vendió muebles y tapices antiguos para financiar el sistema de salud.

Cambio mi lujo por mi urgencia; mi reino por un caballo; mis muebles antiguos por oxígeno nuevo.

No se sabe si la epidemia empezó “por el contacto con animales infectados o si resultó de un accidente en un laboratorio de Wuhan”.

En 2014, el papa: “el tiempo es superior al espacio”.

Esto permite:

1) olvidar lo inmediato

2) soportar las situaciones difíciles u hostiles, etc.

Dar prioridad al tiempo.

Es “más importante iniciar procesos que poseer espacios”.

Más importante iniciar que comprar.

El tiempo es superior al espacio.

Schlegel: “la seriedad tiene un fin determinado, el más importante de todos los posibles.”

Pensar en una época seria: cada cual quiere sólo lo más importante de todo lo posible.

Tenemos los dos pies en una época seria: no hay escapatoria.

“Es, de hecho, una elección moral terrible”, notó Boris Cyrulnik, un psicólogo y neurólogo francés. “La libertad causará muertes, mientras que imponer restricciones y negarle su libertad a la gente puede mantener apartada a la muerte, pero traer la ruina económica”, dijo a Atlantic.

Cuando se tienen dos caballos de igual tamaño, ¿cómo saber cuál es la madre?

La madre es aquella que acerca el heno a su hijo.

Siempre ha sido así.

Manifestantes se reúnen en el Capitolio estatal en Lansing, Michigan. Foto: Paul Sancya/AP

Traducción: Paula Abramo. 

*Estos textos se han publicado originalmente en el diario Expresso, de Portugal. Se reproducen con la autorización expresa de su autor. 

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