Jimenito, un hombre de la Revolución

Murió un comandante del Ejército Rebelde. No ha habido banderas, himno y medallas. No ha habido guardias de honor ni trompetas de luto.

Foto: Archivo Gólgota

El 9 de mayo de 2020 murió en la Habana un Comandante del Ejército Rebelde. Su vida no fue de celebraciones de méritos, de popularidad, de renombre. En todo caso, fue una vida respetable. Nadie puede poner una loza sobre los méritos revolucionarios de Guillermo Jiménez Soler, conocido como Jimenito.

Guillermo Jiménez Soler nació el 22 de agosto de 1936. Su síntesis biográfica, llegada a nosotros en las presentaciones de sus libros y los textos de homenaje que han aparecido después de su muerte, destaca que estudió en los Escolapios de Guanabacoa. Solo con este dato es presumible su rectitud ética, alta instrucción y amor a la patria, destacables en otros estudiantes de este tipo de colegios.

Jimenito se graduó de Derecho e Historia en la Universidad de la Habana. Los años de estudiante consolidaron su espíritu transformador y en la universidad encontró a los hombres y mujeres con los que se jugaría la vida durante los años de la revolución contra Batista.

Sus testimonios sobre los años de insurrección dejan una impresión indudable: estamos ante un hombre valiente, sin una gota de arribismo en sus palabras, sin una mancha de oportunismo ni de exageradas atribuciones a la hora de contar la revolución de la que fue parte.

Jimenito fue un hombre de acción, héroe de guerra, herido gravemente en enfrentamiento contra la policía de Batista. Su militancia en el Directorio Estudiantil antes y después del 13 de marzo de 1957 —del que fue fundador—, y su impronta en la FEU de los años duros posteriores a 1952, son parte de la historia de la Universidad en Cuba y de la lucha clandestina contra Batista.

Después de los hechos de Humboldt 7, fue miembro del Ejecutivo Nacional del Directorio Estudiantil 13 de marzo. Fundó y organizó el Frente del Escambray, decisivo en la alimentación de la guerra de guerrillas fuera de Oriente hasta 1959, además de resultar fundamental para la victoria en la batalla de Santa Clara.

El comandante Jimenito fue un hombre de la revolución, en el sentido amplio y desdibujado que le damos en Cuba a esa palabra. En su caso, en estricto sentido, fue un hombre leal a la Revolución cubana de principio a fin, al tiempo que valiente, digno y obstinado como para pasar por ella con problemas, amarguras y heridas.

Jimenito siempre fue un hombre del Directorio, a la misma vez fue un comandante del Ejército Rebelde y enfrentó los prejuicios propios y ajenos de los años del sectarismo y las ojerizas que mutuamente se prodigaban los miembros firmes de las organizaciones principales de la Revolución.

Entre las muchas cosas que hizo en su agitada vida, típica de los hombres verticales, expuestos todo el tiempo a los enfrentamientos políticos, estuvo dirigir el periódico Combate, órgano oficial del Directorio Revolucionario 13 de marzo después del triunfo de la Revolución, que se publicó hasta 1961.  Se incorporó al trabajo en el MINFAR, ocupó cargos en el MINREX, el MININT y el Banco Central de Cuba; luego, administró una fábrica de la Empresa de Jabonería y Perfumería durante más de diez años. 

Una parte esencial de su biografía es su recta participación como testigo en el juicio en el que se juzgó y condenó a Marcos Rodríguez, Marquitos, el hombre acusado de ser el delator de los mártires de Humboldt 7, hecho en el que murieron muy cercanos compañeros suyos de lucha, miembros  decisivos del liderazgo del Directorio después del 13 de marzo. 

Es digna de admirar la forma en que asumió la búsqueda del responsable de aquella delación y la protección y el respeto que le brindó toda su vida al hijo de Fructuoso Rodríguez y a su viuda, Marta Jiménez, valerosa mujer y luchadora tenaz por el esclarecimiento de los hechos de abril de 1957.

Jimenito se jubiló en el lejano 1986. Desde ese momento colaboró con la prensa nacional y se dedicó a la investigación histórica, donde dejó una huella suficiente para ser recordado.

Al comandante héroe no le bastó con su hoja de servicios, sino que dejó dos obras descomunales, de obligada referencia por estudiosos de la historia de la República Neocolonial en Cuba: Las Empresas de Cuba 1958 y Los Propietarios de Cuba 1958, publicadas dentro y fuera del país, que forman parte de la historiografía cubana más relevante.

Foto: Archivo Gólgota

El comandante Jimenito murió sin que se le hiciera el homenaje que merecía. Como pasó por mucho tiempo durante su vida, en la que no recibió coronas de triunfo, la muerte no fue una excepción. No ha habido banderas, himno y medallas. No ha habido guardias de honor ni trompetas de luto.

Ernest Renan decía que los silencios y los olvidos también hacen las naciones, pero hay olvidos que deberían avergonzarlas.

En el caso del comandante Guillermo Jiménez Soler el olvido es pecado de lesa historia. Fue un hombre que entregó sus mejores años a una lucha que hemos creído sagrada.

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