El arte de ser flexibles

Si se es flexible, se está abierto a crecer y a considerar las creencias, los valores y los puntos de vista de los otros. Se llega a ser más empático porque no se asume que nuestra forma de pensar es la única o la más valiosa.

La mejor manera de enfrentar los retos de la vida cotidiana es siendo flexibles mentalmente. La flexibilidad es una competencia cognitiva que poseemos y nos ayuda a reaccionar mejor ante las dificultades. Está directamente vinculada a la resiliencia (posibilidad de reponernos a las adversidades) y a la adaptación.

Si me preguntas cómo podemos sobreponernos a los constantes cambios de la vida para alcanzar un estado de bienestar, te respondería: desarrollando tu capacidad de ser flexible.

Empecemos definiendo esta categoría. La flexibilidad mental o flexibilidad cognitiva es la capacidad de nuestro cerebro que facilita la adaptación de nuestra conducta, pensamientos y emociones a nuevas, inesperadas o cambiantes situaciones. Ante la realidad objetiva, tenemos la posibilidad de valorar y ser conscientes de qué estamos haciendo bien o mal, qué funciona y qué no y hacer los ajustes necesarios. Por tanto, la capacidad de cambio es el elemento más importante de la flexibilidad mental.

Un ejemplo muy sencillo puede ser que te encuentres llamando a la puerta de alguien con insistencia, pero nadie abre ni responde. Parecería que no hay nadie. Difícilmente continuarás tocando el timbre durante horas, así que tu mente inicia un proceso de búsqueda de soluciones del tipo “regreso luego”, “llamo por teléfono a la persona”, “la espero un tiempo prudente”, “la busco en otro lugar donde posiblemente esté”, etc.

Aquí vemos que este asunto de la flexibilidad mental forma parte de la vida diaria. Claro que, en temas más complejos, será necesario otro procesamiento y toma de decisiones.

La flexibilidad pasa por un proceso de desarrollo y maduración cerebral, así que comenzamos a entrenarla en la infancia. Hacia el final de la adolescencia, habremos alcanzado un alto nivel. Sin embargo, esto no solo depende de factores de tipo biológico (en gran medida, del lóbulo prefrontal del cerebro, que demora más en madurar), sino de las actitudes que tengamos a lo largo de la vida y del ambiente familiar donde nos criamos.

La familia ayudará mucho en las primeras etapas a guiar el desarrollo de actitudes flexibles o rígidas. Un hogar donde exista autoritarismo estará marcado por imposiciones y el niño o la niña explorará poco su aprendizaje autónomo. En otros casos, donde hay permisividad, los hijos se frustran porque desean satisfacer sus necesidades de manera inmediata y tienen baja tolerancia al fracaso. En ambos casos, no se favorecen procesos de toma de decisiones, responsabilidad, apertura y adaptabilidad.

Retomando la idea de la inmediatez con que los pequeños quieren las cosas, independientemente de los estilos de crianza, esa necesidad acontece porque su flexibilidad mental está en pleno proceso de maduración. Ellos no son capaces de manejar adecuadamente los cambios ni de considerar alternativas para resolver pequeñas situaciones.

De esa manera, podemos ver que el aprendizaje y la capacidad de solucionar problemas están muy relacionados con la flexibilidad. Difícilmente la vida se mostrará estática, pues es dinámica. Esto hace que debamos entrenarnos en ser cada vez más adaptables y más abiertos a repensar nuestra realidad y las estrategias que usamos día a día.

En un primer momento, se debe observar e identificar la información del ambiente, analizarla y luego dar las mejores respuestas. Mientras más amplio sea nuestro repertorio de conductas y nuestra predisposición a responder de forma flexible, ajustaremos nuestras acciones a la realidad y sus exigencias. Hay un resultado evidente: formularemos alternativas, trazaremos planes, los ejecutaremos, los supervisaremos y haremos las correcciones necesarias, porque estamos abiertos a la experiencia; porque reconocemos que no hay una única manera de actuar.

Las creencias y valores que tengas, así como tus ideas, formuladas a lo largo de los años, no serán una camisa de fuerza. Tampoco se trata de ser inestables o lábiles, ya que la personalidad es estable: tenemos características que nos definen, una visión del mundo, de la vida, de los otros y de nosotros mismos. No obstante, esto va cambiando a medida que avanzamos por el ciclo evolutivo: se es más inconsistente en la infancia y adolescencia y más consistente en la adultez. Frases como “ya estoy muy mayor para cambiar” o “a esta altura de la vida ya no voy a cambiar” son ideas algo enrevesadas, porque siempre es posible aprender, pero encierran una gran verdad de tipo biológico y psicológico: los adultos mayores son un poco más rígidos (sin generalizar).

Si se es flexible, se está abierto a crecer y a considerar las creencias, los valores y los puntos de vista de los otros. Se llega a ser más empático porque no se asume que nuestra forma de pensar es la única o la más valiosa, simplemente es la nuestra. Si nos ha funcionado, la sostenemos y el día que ya no funcione, pues la reformulamos. De eso se trata. Esta actitud ayuda también a mejorar nuestros vínculos sociales.

Psicología y Bienestar: El arte de ser flexibles

¿Solo por eso es importante la flexibilidad mental? Veamos otros aspectos a considerar:

Estamos hablando de cambio, evolución y crecimiento personal en el que consideraremos nuestra historia, nuestras características personales, emociones y formas de pensar. Todo ello permite tomar las mejores decisiones ante cada situación, estando abiertos a transformarnos todas las veces que sean necesarias.

Quisiera, entonces, darte algunas recomendaciones para que puedas entrenar tu flexibilidad mental.

Como hemos visto, la flexibilidad mental es una capacidad que poseemos pero, debemos entrenar a diario. Consiste en visualizar y realizar los cambios que sean necesarios para adaptarnos, para sentirnos más satisfechos con nosotros mismos, para responder adecuadamente a los retos cotidianos y para tomar las mejores decisiones ante los obstáculos. No tiene que ver con ser inestables, sino con ser saludables y no repetir errores del pasado, aprender de cada experiencia y transformar nuestra perspectiva. Si lo hacemos, podremos sobrevivir a cualquier adversidad y disfrutar mucho más de la vida.

Nota de la editora

Psicología y Bienestar es una sección pensada especialmente para los lectores de OnCuba. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas. Pueden seguir el trabajo de la psicóloga Yaima Águila Ribalta en cada edición quincenal de esta sección y en su canal de YouTube

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