Los lenguajes del amor

En toda relación amorosa, conocer y dominar el lenguaje del amor propio y de la persona amada es fundamental.

El amor es un sentimiento que nos invita a vincularnos de manera sublime y sana con otros seres o cosas. Representa una conexión profunda con el “objeto” amado (pareja, hijos, padres, familiares, amigos, mascotas, la Patria, etc.).

¿Concuerdas conmigo en que el amor juega un papel medular en la vida?

Claro está que esto no lo convierte en un sentimiento fácil, justamente porque a veces lo confundimos con una necesidad. Cuando amar deja de ser una decisión consciente, se cae en la trampa de las dependencias emocionales. Yo comparto la idea de que amar es una decisión y sobre quien depositamos el amor es una elección libre, que nos genera el compromiso de cuidarlo y hacerlo crecer.

Febrero es justo el mes donde se suelen compartir publicaciones, regalos, agasajos, y paseos para celebrar este sentimiento. Por eso no quiero dejar pasar la oportunidad de compartir con los lectores algunas de las ideas que Gary Chapman escribe en su libro “Los 5 lenguajes del amor”. Mi invitación es que reflexionemos sobre nuestros lenguajes de amor y los de nuestra (o nuestras) persona(s) amada(s).

Psicología y Bienestar: Lenguajes de amor

Antes de comenzar, te propongo pensar que si, por ejemplo, tú hablas en ruso y tu pareja habla en francés, no se entenderán a menos que ambos dominen la lengua del otro. Debemos conocer a fondo el idioma propio y el de nuestro ser amado. Ahora veamos cuáles son estos lenguajes del amor y cómo pueden manifestarse:

1. Las palabras de afirmación:

Hay personas que necesitan ser autoafirmadas y por tanto las palabras tienen un gran valor para ellas. Decirle con frecuencia a tu pareja (o persona amada) que la amas, si para ella es importante, es algo que deberías considerar. Al contrario de lo que muchos piensan, las palabras no son vacías ni se “las lleva el viento”, ellas poseen una alta carga emocional. Si este es tu lenguaje o el de tu ser amado deberías comenzar a usar las palabras a su favor: “te extraño”, “qué bueno que has llegado”, “eres muy importante para mí”, “te amo”, “qué dicha tenerte”, “te perdono”, “no eres un fracasado”, entre otras, hacen que quien las recibe se sienta en verdad amado.

Claro está que, cuando recibimos estas palabras, nos podemos ver comprometidos a retribuirlas. Eso no está nada mal, pero no olvidemos que es apenas uno de los lenguajes del amor. Si no es el de tu pareja, tú debes dominar el suyo para que en la retribución se comprenda el afecto que devuelves.

En los casos en que el otro sea una persona insegura, el escuchar estas frases ayuda a promover la confianza en el vínculo amoroso. O si esa persona no ha visto en sí misma el potencial que tú ves, es una forma asertiva y efectiva de motivar su crecimiento personal. Cuando el amor es sano, se disfruta ver a la pareja alcanzando sus metas personales. Y si has participado de alguna manera en estos logros, los puedes llegar a sentir como un triunfo propio.

Por otro lado, cuando las palabras que se dicen son hirientes, pueden afectar emocionalmente a aquellos que usan y entienden este recurso como lenguaje del amor. Además de sentirse heridas, la autoestima de estas personas puede verse impactada de igual manera. No pedir disculpas explícitas, insultar o minimizarles tiene un impacto arrollador en estas personas. 

Debemos considerar los aspectos no verbales que acompañan las palabras. Si dices “Te quiero” en un tono, por ejemplo, con enojo, parecerá incomprensible para la otra persona. No se trata de idealizar el sentimiento y creer que no hay espacio para otras emociones desagradables, debido a que compartir un proyecto de vida nos trae no pocos conflictos; sino que se trata de no enviar dobles mensajes y escoger con cuidado no solo las palabras, sino el cómo son dichas, el cuándo y el dónde. Siempre será más lo que decimos con nuestra conducta que con nuestras palabras, así que aunque este sea tu lenguaje de amor o el de tu pareja, cuidemos los aspectos no verbales (tono, volumen, ritmo, gestualidad, etc.).

2. El tiempo de calidad:

Compartir tiempo es fundamental, porque eso nos hace sentir importantes para el otro. Pero debemos ir más allá de la dimensión temporal e incluso más allá de la proximidad física. Imaginémonos en una habitación donde cada uno esté en una actividad diferente, están en la sala y cada uno está con su atención dirigida al celular. Ahí no hay un compartir real. 

El tiempo de calidad justamente se refiere a tener intimidad y prestarnos atención uno al otro. La unión radica en escucharse, mirarse, estar juntos de verdad. Si estamos juntos, conversamos, o ambos vemos aquella película sintiéndonos aquí y ahora. Hay parejas que conviven, pero no comparten actividades. Cada uno está concentrado en lo suyo y el tiempo de compartir no produce intercambio real. Esto puede conducir a distancias a veces irreconciliables. No debemos ser desconocidos o dejarnos llevar por la falta de tiempo, con el pretexto de que tenemos mucho trabajo. Es fundamental que la pareja dedique un momento o varios al día para compartir. 

¿Qué podríamos hacer? En la medida de lo posible mirarnos cuando hablamos. Observar bien a la pareja para no solicitar su atención cuando evidentemente esa persona está enfocada en algo que no puede dejar de hacer. Preguntar si tiene un momento para escucharte. Tratar de no hacer otra cosa mientras se escucha al otro. Pedir de forma asertiva un tiempo para concluir lo que se está haciendo y poder brindarle toda la atención a la otra persona, por ejemplo, decir: “Sé que es muy importante esto que me vas a decir y dentro de media hora podemos sentarnos a conversar”. 

Usa el lenguaje corporal para mostrar apertura. Antes hablé de mirar a los ojos, pero también importan otros gestos como no cruzar los brazos, que es una postura cerrada. Por otro lado, asentir con la cabeza y asegurarse de que la otra persona siente que la comprenden es tan importante como saber explicarse bien. Todo esto, unido a reconocer cómo se están como pareja en el momento, ayudará a que el tiempo compartido sea de calidad y este lenguaje de amor sea comprensible para ambos miembros de la pareja.

3. Los regalos

En este lenguaje del amor quiero referirme primeramente a lo material, porque muchas veces se trata de símbolos visuales de los afectos. Una persona que los recibe puede traducirlo internamente como “estaba pensando en mí”, “me conoce bien”, “soy muy especial”, “me ama”. No todo el mundo necesita regalos costosos (lo cual es otro tema), hay pequeños detalles que son muy valiosos cuando se reciben de la persona amada. 

Si tu pareja usa este lenguaje es muy importante que prestes atención a cómo le ofreces un regalo. No se trata de dar sin sentido, sino de ofrecerle a la otra persona un símbolo de tus sentimientos. Por tanto, si tu pareja las ama, serán flores, si lo que le gusta es una corbata, eso será. Es importante entender que el objeto será recibido como un regalo si tiene este simbolismo asociado. Es importante destacar que no me refiero a fechas de cumpleaños o celebraciones anuales, dar regalos sería parte cotidiana de tu forma de expresar los afectos hacia una otra persona.

Acá hay un tema que podría estar relacionado al acto de obsequiar como forma de afecto: las historias de vida personales. A veces crecemos en hogares donde los padres no tienen tiempo para dedicar a sus hijos y necesitan compensarlos con regalos, o se les dificulta verbalizar el amor y acostumbran a los menores a recibir cosas materiales. Es muy probable que en la adultez hayan adoptado este lenguaje del amor. Es cierto que existen personas materialistas, pero otras, por su historia, le acaban dando un sentido afectivo a lo material.

Nuevamente quiero hacerte una invitación a prestarle atención a tu pareja, para conocerle en sus gustos y a regalarte a ti mismo, es un regalo de presencia y de estar ahí para la persona que amas.

4. El contacto físico

Las sensaciones táctiles forman parte fundamental en la comunicación del afecto desde que somos pequeños. El afecto y seguridad que nos brindan los brazos maternos y paternos son vitales para sentirnos seguros. Recordemos la forma en que los bebés suelen recibir abrazos y besos, lo cual les ayuda a tener una vida emocional saludable, a diferencia de aquellos que son abandonados o no han tenido contacto físico por mucho tiempo con sus familiares.

Es por eso que este lenguaje de amor nos anima a comunicar lo que sentimos a través del contacto cuerpo a cuerpo. Si tú o tu pareja dominan este lenguaje, para ustedes es muy importante tocarse, acariciarse, besarse, abrazarse y tener relaciones sexuales. Cuando este toque físico falta tendrás probablemente la sensación de no ser amada/o. 

En mi experiencia de trabajo con parejas me gusta explorar este lenguaje del amor, en especial en lo relacionado a la intimidad sexual. Esta experiencia que permite vivenciar el placer en pareja nos puede hacer sentir muy seguros, cuidados y amados. Por tal motivo, debe ser placentero para ambos. La pareja debe tener la confianza para hablar de lo que le gusta en el toque físico y lo que no, y estar dispuesta a brindarle al otro una experiencia exclusiva y positiva. El cuerpo tiene receptores sensoriales en todas partes y es maravilloso explorarlos.

Si este es el lenguaje de amor de tu pareja, debes mapear en tu mente su cuerpo, sus gustos en el toque y considerar el tocarse como parte cotidiana de compartir y de amarse.

Hasta aquí he mostrado que el amor es un idioma que debe ser comprendido por quienes se corresponden en ese sentimiento. Por un lado, para comprender a nuestra pareja y tener en cuenta sus necesidades. Por el otro, para conocernos a nosotros mismos y hablar francamente de lo que nos gusta. Sentir el amor no es suficiente, es fundamental que la persona amada reciba nuestro afecto. Si anhelamos relaciones amorosas sanas, conocer los lenguajes de amor puede ser un punto de partida. Estaremos de acuerdo en que esto no es la respuesta a todo, pero sin duda alguna genera bases que pueden animarnos a crecer y construir un futuro con aquella persona a quien hemos decidido, conscientemente, amar.

 

Nota de la autora

Este texto estuvo inspirado en el libro Los 5 lenguajes del amor”, de Gary Chapman. 

 

Nota de la editora

Psicología y Bienestar es una sección pensada especialmente para los lectores de OnCuba. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas. Pueden seguir el trabajo de la psicóloga Yaima Águila Ribalta en cada edición quincenal de esta sección y en su canal de YouTube

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