El luto de Orlando se extiende a Cuba

Foto: Chainless Photography

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Tanto le duele el crimen que apenas habla. Hay que sacarle las palabras a cuentagotas y termina por renunciar a declarar el nombre: “No quiero que después una pila de personas estén haciéndome preguntas. No es muy fácil hablar de esto. Aun estoy procesándolo”.

A las 7:00 AM del domingo despertó con un sobresalto. Tomó el móvil en sus manos y comenzó a ver demasiadas imágenes, demasiadas noticias: El club gay Pulse de Orlando, en la ciudad estadounidense donde vive hace dos años, había sido atacado por un criminal armado por culpa de quien murieron decenas de personas. Unas 50 confirmó la Casa Blanca. Sus amigos, pensó, podían estar allí esa noche.

A todos llamó, y le confirmaron que estaban bien. Menos uno. Nudo en la garganta. Desesperación. Siguió insistiendo hasta que, por fin, el listado hecho público por la cadena ABC le corroboró la terrible corazonada. Había muerto su amigo de juergas, su confidente de penas y alegrías. Había muerto el cubano Alejandro Martínez Barrios, pinareño que residía en los EE.UU. desde 2014.

Últimos mensajes de Alejandro a su pareja Adays Suárez. Tomado de la red social Facebook
Últimos mensajes de Alejandro a su pareja Adays Suárez. Tomado de la red social Facebook

Luego le dijeron que otro coterráneo, Christopher Joseph Sanfeliz, también perdió la vida. Y. no lo conocía, pero igual lo llora.

“La verdad ni he tenido tiempo de pensar en que hubiese podido ser yo una de esas víctimas. He ido muchas veces a ese club, es un sitio tranquilo, sin ningún fantasma alrededor. Iba a ir esa noche y me arrepentí”.

“De hecho, en Orlando aún estamos consternados, ese tipo de incidentes no suelen ocurrir, es una ciudad muy tranquila acostumbrada a recibir personas de todas partes y todos los orígenes. La aceptación a la comunidad de Lesbianas, Bisexuales, Gays, Transexuales e Intersexuales (LBGTI) se percibía excelente”.

Muchos habían vaticinado la posibilidad de que pudieran existir cubanos implicados en el suceso, dado que Orlando se ubica en la península de la Florida y a poco tiempo de Miami, donde reside la mayor comunidad de emigrados oriundos de esta Isla. El motivo latino que define las noches de los sábados en el club (Latin Night) elevaba sobremanera las posibilidades hasta darse por cierto.

En Cuba la noticia ha pasado de la menor relevancia en el espacio informativo de mayor audiencia de la tv estatal, hasta la más enérgica condena por parte de la comunidad LGBTI de la Isla.

El presidente Raúl Castro emitió un comunicado el lunes en el que “rechaza y condena inequívocamente todo acto de terrorismo o de odio en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia y cualesquiera que sean las motivaciones que se aleguen para ello”.

Los grupos de activistas LBGTI sienten como propia la agresión.

“Una vez más el odio toma la vida de personas que han apostado por expresar libremente sus sexualidades, por amar y entregarse orgullosamente al placer de sentirse parte del mundo pese a sus diferencias”, dice un comunidado de la Red Humanidad por la Diversidad en el municipio de Placetas

“El Mejunje levanta su voz y condena este crimen de odio y llama a estar alerta ante la mantención de fobias e intolerancia hacia lo diverso y lo diferente, actitudes que conducen a estos quebrantamientos extremos que solo traen sufrimientos a las familias y retrasan la posibilidad de entendimiento y paz entre los seres humanos”; recoge otra declaración firmada desde el centro cultural más inclusivo del país, en la ciudad de Santa Clara.

Su director Ramón Silverio decidió dedicar Las noches de María, uno de los espacios de su programación cada domingo, a mantener informada a la gente del asunto. “Y a promover más conciencia en la sociedad, porque la lucha por los derechos no termina”, asegura.

El Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) también ha expresado su postura: “No basta con adoptar leyes que reconozcan los derechos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, sino que es preciso modificar los patrones culturales que generan dominación y violencia de unos grupos sociales sobre otros”.

En Orlando, el amigo de Alejandro, en su estupor, sigue sin comprender algunas lógicas de la sociedad norteamericana, que sienten favorecieron la desgracia:

“Venden un arma de alto calibre como si fuera un pan sin indagar en los antecedentes del comprador o sin saber sus antecedentes y nivel mental”, lamenta.

Igual incomprensión por ese fenómeno sienten Lucía Labastida, cantante histórica del Mejunje y su compañera por 15 años, Maribel Rodríguez. “A veces creemos que el mundo ha avanzado demasiado en estos asuntos, que ya se entiende que ser homosexual no significa ser antisocial y que antisocial es el que atenta contra la vida de otro; pero con cosas como esta parece que no han sido tantos los cambios”, comentan.

Un antisocial, un ser lleno de odio y desequilibrios es quien en Orlando llenó de luto a 49 familias. Entre ellas las de los cubanos Alejandro y Christopher.

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