Izar un acuerdo

Foto: J.J Nieves

Foto: J.J Nieves

Casi todo está listo para que ondee otra vez la bandera de Estados Unidos en La Habana. Apenas faltan dos detalles: el acuerdo oficial entre ambos países para reinstalar sus representaciones diplomáticas en condiciones plenas, y alguna que otra mano de pintura antioxidante en el asta de metal que sostendrá la enseña de las barras y las estrellas.

El mástil de 1953 no ha podido ser empleado desde 1961, cuando fueron rotas las relaciones diplomáticas. En estos días se le ve, rodeado por un andamio que sugiere preparativos de una ceremonia futura.

La condición de Oficina de Intereses acogida por la embajada de Suiza impide hasta hoy a la legación norteña ser representada por su bandera. Si llegara a ondear libre será un símbolo más del cambio de tono en la relación entre los dos gobiernos. Aunque es de esperar que la hagan batir lo mismo brisas apacibles que rachas huracanadas.

Algunos testigos de la futura restauración del pabellón en el edificio que hoy ocupa la SINA frente al malecón habanero, ocupan sus palcos sentados en el parque de Calzada y K. Están allí a la espera de su turno para entrar a la “entrevista” en pos de una visa para viajar a Estados Unidos.

“Está lento, muy lento, no veo nada diferente”, sentencia Otto, un hombre alto, de unos 50 años, proveniente de Camagüey. Cerca, Nancy, jubilada del Transporte, aclara que el diálogo va en serio, pero que toma tiempo.

Claudia cobra el llenado de planillas y está ahorrando para lograr, algún día, pasar unas vacaciones en La Florida / Foto: J.J Nieves
Claudia cobra el llenado de planillas y está ahorrando para lograr, algún día, pasar unas vacaciones en La Florida / Foto: J.J Nieves

“No se cierra tan pronto una herida de muchos años”, comenta lapidaria Claudia, quien se gana la vida llenando planillas de solicitud de visa y sueña con viajar a Disneyworld. “La gente cree que con la embajada quitarán la Ley de Ajuste y eso no es así. Lleva tiempo. Los trámites migratorios no han cambiado nada. Yo sigo viendo días espectaculares en la entrega de visas y otros dolorosos”, asegura.

Muchos saben en Cuba que, incluso cuando se logre la reinstalación de embajadas, quedarán muchos ámbitos de posible fricción, en que las turbonadas son predecibles.

El próximo 31 de marzo, por ejemplo, las delegaciones de ambos países se sentarán a dialogar sobre un tema que hinca en los dos lados. Los distintos puntos de vista sobre derechos humanos llegarán a la mesa de negociaciones, a propuesta del gobierno cubano y como una muestra de su “disposición a hablar de cualquier tema”.

Algunos analistas esperan que de momento solo ocurran presentaciones formales de las respectivas posturas en este polémico asunto, como ha pasado en las conversaciones paralelas sostenidas entre Cuba y la Unión Europea. La actitud de los enviados europeos podría ser referente para sus colegas estadounidenses, pues conocedores de la alta sensibilidad cubana a percibir imposiciones cuando se discute sobre derechos humanos, afirman con frecuencia que no quieren “dar lecciones”.

La Cumbre de las Américas en Panamá, el 10 y 11 de abril, supondrá otra prueba de fuego para la sostenibilidad del acercamiento, tras los diferendos avivados con la evaluación unilateral, por parte de Estados Unidos, de Venezuela como país que amenaza la seguridad norteña.

Sin ruptura ni detenimiento las conversaciones ente Cuba y Estados Unidos han continuado a pesar de los ribetes enérgicos que alcanzaron las declaraciones cubanas de apoyo a su estrecho aliado. Es la muestra mejor de que los dos equipos negociadores han logrado mantener aislado de interferencias externas el largo camino de la recomposición de relaciones.

Pero quedan otros asuntos pendientes que pueden acercar nubarrones si no reciben pronta solución. Por ejemplo, la permanencia de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo. Como han señalado expertos como Jesús Arboleya, EE.UU podría retirar al archipiélago caribeño con los mismos argumentos que usa para mantenerlo inscrito.

No obstante, esa no es una condición “sine qua non” para reabrir embajadas. Sí lo es, en cambio, acabar de resolver el problema de los servicios bancarios para la legación cubana en Washington. Este fin de semana otra vez Cuba decidió extender hasta junio de 2015 el funcionamiento alternativo de los servicios consulares de su Oficina de Intereses allí, por no tener un banco dispuesto a manejar ni siquiera su cuentas de electricidad y agua.

Queda por ver cómo se soluciona también la interpretación de la Convención de Viena que hará cada parte para controlar el comportamiento de los diplomáticos en el terreno. Un despliegue demasiado activo del apoyo logístico norteño a los grupos opositores en el país caribeño puede tensar la cuerda reforzada, y hasta romperla.

A la espera de las soluciones probablemente está también el destacamento de marines que volverá a izar la enseña norteamericana en el mástil frente al Malecón habanero. El pragmatismo parece guiar a quienes los dirigen, encubierto en el acto simple de retocar con pintura el soporte metálico, no vaya a ser que un acuerdo repentino les alcance sin haber alistado el escenario.

Una sugerencia a la luz de los hechos: que refuercen la estructura con un pararrayos, porque los truenos, en el Caribe, son muy frecuentes.

Embajada de Estados Unidos, La Habana, 1955 / Foto: Tomada de FleitasCubaCollection
Embajada de Estados Unidos, La Habana, 1955 / Foto: Tomada de FleitasCubaCollection
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