La nueva ceiba del Templete

Foto: Thays Roque

Foto: Thays Roque

La nueva ceiba ya está en El Templete. El proceso de encontrarla para sustituir a la que fuera talada el pasado 9 de febrero culminó en la tarde de ayer, cuando un robusto árbol de 15 años fue replantado en el sitio que marca el lugar donde se realizó la primera misa y cabildo de la Villa de San Cristóbal de La Habana.

En sus primeras 24 horas recibió la atención de cientos de pobladores y visitantes, que aunque de paso, no pueden evitar reparar en el árbol que hace algunas semanas no estaba. La bienvenida este 15 de marzo hizo a todos olvidar los ritos y las creencias que rodean al mítico ejemplar.

No hubo velas encendidas, ni “consultas”, gallos o guanajos blancos; solo una brigada de obreros y especialistas comprometidos, la amplia disposición de equipamiento técnico por parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH), y los ojos de muchos curiosos, conscientes del hito que significa recibir a una nueva deudora de tanta tradición. Eusebio Leal Spegler, Historiador de la Ciudad, estuvo para ser testigo de lo para muchos es un acontecimiento cultural y social.

Como toda apasionante historia, la búsqueda del nuevo emblema fundacional de La Habana, tuvo sus protagonistas. El primer eslabón de la cadena fue Giordano Sánchez, Arquitecto Jefe del Grupo Santa Teresa de la OHCH, y el encargado de encontrar la nueva ceiba por indicaciones del Historiador de la Ciudad.

Para ello, Sánchez explica que contactó a las “mejores personas que podrían ayudarlo”, y fue allí cuando surgieron los nombres de Ramona Oviedo, especialista en Taxonomía, Florística, especies amenazadas y plantas invasoras, y Manuel García Caneiro, “un viejito de 88 años con una experiencia sembrando ceibas que supera las cinco décadas”.

Foto: Thays Roque
Foto: Thays Roque
Foto: Thays Roque
Foto: Thays Roque
La vuelta a la ceiba, una tradición habanera. Foto: Thays Roque.
Foto: Thays Roque
Foto: Thays Roque
Foto: Thays Roque

Sánchez fue a su vez el encargado de talar el árbol que desde 1960 formó parte del ideario habanero. “Muchas personas me dijeron que si iba a cortar la ceiba tenía que ponerle dinero y  pedirle permiso a los orishas”, recuerda con escepticismo. “Eso sí, es un árbol muy noble y teníamos que cuidar hasta el más mínimo detalle del proceso para que fuera un éxito”.

Hasta la comunidad de Las Terrazas, designada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, fueron a parar en busca de la ceiba candidata. Ramona Oviedo comenta que priorizaron las características de un árbol de término medio: “no muy grande por cuestiones de traslado, ni pequeño. Aunque técnicamente fuera lo más lógico por cuestiones de adaptación, de ser así no representaría la carga simbólica que tienen las ceibas fundacionales”.

“Fue el Historiador de la Ciudad quien eligió esta entre todas las propuestas. Estuvimos de acuerdo porque tiene las dimensiones adecuadas, con ocho metros de altura y cuatro en cuanto al ancho de las ramas”, detalla la especialista del Instituto de Ecología y Sintemática (IES) del CITMA. “El fuste está bastante desarrollado –se refiere al tronco o tallo desde la base hasta el ápice o punta, sin incluir las ramas–. Se nota por la ‘barriga’”, como comúnmente se conoce. Tiene las espinas que indican  juventud, y además de lucir saludable, tiene desarrolladas varias raíces tabulares que son las que la sostienen”.

Trabajadores de Las Terrazas que acompañaron a la ceiba durante todo el trayecto / Foto: Thays Roque
Trabajadores de Las Terrazas que acompañaron a la ceiba durante todo el trayecto / Foto: Thays Roque

Cuando la ceiba se alzó en el aire sobre los presentes, en la entrada del Templete, una mirada de preocupación se distinguió de la sorpresa en las demás. Entre el balanceo de la grúa, los movimientos bruscos para orientarla correctamente y el proceso de enderezarla una vez implantada, el rostro de Manuel García Caneiro reflejó todo el tiempo la preocupación de un padre ante un hijo en peligro.

Caneiro, como lo conocen todos, entregó la ceiba a la Oficina del Historiador y se mantuvo todo el tiempo atento. “Sembré la ceiba en el año 2001, en una unidad militar en Arroyo Arenas y la hice crecer en vivero hasta tres metros, cuando la trasladé a Las Terrazas. La ceiba es el árbol más inteligente y con más energía de todos, estoy seguro de que estará en este lugar más de 100 años, solo espero poder vivir ese tiempo junto a ella”, se refirió el también miembro de la Comisión de Paisaje de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba.

Manuel García Caneiro / Foto: Thays Roque
Manuel García Caneiro / Foto: Thays Roque

“Me involucré en el proyecto de traerla a través de quien fuera primero alumna mía, y ahora maestra: Ramona Oviedo, la mejor botánica de este país. Decidimos que reunía todas las condiciones porque ha sufrido mucho en su vida, y lo ha superado. Está ahora en un lugar donde va a sufrir más, pero se encuentra preparada”, confiesa con certeza, refiriéndose a las condiciones que enfrentará el árbol tan cerca del mar.

Ramona junto a Caneiro y su hijo (ambos del grupo de creación artística Ecomundo, del Fondo de Bienes Culturales) tuvieron en cuenta que el suelo del Templete era el principal factor que debía cambiarse antes de implantar la nueva ceiba en las áreas del pequeño templo. “Estaba bastante degradado por las ceibas anteriores que ocuparon el lugar”, detalló Ramona Oviedo, ahora cuenta con alrededor de 60 metros cúbicos de tierra fresca, con suficientes nutrientes para varios años.

En el informe realizado el 21 de octubre de 2015 por LABIOFAM, que certificó la muerte de la planta anterior, los especialistas diagnosticaron la principal causa en el “suelo o sustrato, pues además de existir una sequía bien marcada había restos de materia orgánica sin descomponer, carencia de nutrientes (…) además del stress hídrico por su cercanía al mar”.

“Uno de los factores que tuvimos en cuenta fue determinar el mejor momento para extraerla, y el criterio más generalizado fue durante la fase lunar de cuarto creciente, en la que nos encontramos, comenta el arquitecto Giordano Sánchez. En esta fase toda la savia –entiéndase como el fluido a través del cual se transportan las sales y minerales desde la raíces hasta el resto de la arquitectura de la planta– se halla en el tronco y en las ramas”.

La ceiba es un árbol muy noble, se da hasta de un gajo, pero para trasplantarlo hay que tener en cuenta el moteo como el factor más importante, cuando se preparan las raíces con tierra alrededor, para disminuir la posibilidad de que el aire las alcance y se sequen.

Giordano Sánchez y trabajadores de la OHCH que interviniero en el proyecto / Foto: Thays Roque
Giordano Sánchez y trabajadores de la OHCH que interviniero en el proyecto / Foto: Thays Roque

Con respecto al proceso de recuperación, comentó que el diámetro de esta estructura de las raíces le permitirá recobrar fuerza más rápidamente. Los materiales con que se ha confeccionado la mota (yute de fibra de kenaf y soga de henequén) son de materia orgánica biodegradable que por ahora protege la mota, y una vez se riegue la planta, mantendrá la humedad.

El grupo técnico al frente del proceso ha elaborado un protocolo de sugerencias a cumplir, paulatinamente, para que se aseguren las condiciones físicas y medioambientales ideales con vistas a que la ceiba, como espera Manuel García Caneiro, supere la centuria. Es el caso de “un constante flujo de agua, crucial en los primeros 60 días, y luego un riegue moderado. La propuesta de una pasarela de madera u otro material que rodee la ceiba, para evitar que los visitantes no pisen la tierra directamente, es la medida más importante, pues se evitaría la compactación del suelo sobre las raíces, y así minimizar la incidencia humana sobre ella”, detalla Manolo.

Como su padre, comparte el compromiso de ver el árbol asentado, alzarse hacia el cielo. Confiesa que pocos conocen la fascinación de su padre, Caneiro, hacia el mítico árbol, que sin ser creyente, le ha llevado a convertir su energía y fuerza en elementos de estudio.

Caneiro confiesa, que si fuera por él, viviría bajo la sombra de un ejemplar de grueso tronco y amplio ramaje, y mientras espera que su la nueva ceiba de El Templete crezca así de saludable, comenta: “Esta ceiba es un regalo que le hacemos mi hijo y yo a la ciudad donde nacimos, sin que medien otro tipo de intenciones más allá que las del corazón”.

Seguramente, en su próxima visita a Cuba, el presidente Barack Obama conocerá muchos lugares, pero es muy probable que vea la ceiba y visite El Templete, el lugar donde todo comenzó para La Habana.

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