Con una bandera que la contemplaba orgullosa

Enma González, esa joven cubano-americana que ha emergido como una de las líderes naturales de este movimiento de jóvenes que luchan por el control de armas.

Enma González, esa joven cubano-americana que ha emergido como una de las líderes naturales de este movimiento de jóvenes que luchan por el control de armas.

Acaba de terminar la Marcha por la Vida en Washington DC, que no estuvo sola en todo el territorio de la Unión. Y, con ello, acaso el fin de un antes y el comienzo de un después.
Pocas veces en la historia, tal vez desde Vietnam, las expresiones “mi generación” y “cambio” han enviado un mensaje tan claro y distinto a todo el que las quiera oír, en especial a los políticos y a los miembros de un Congreso que ha dejado de lado al tema de las armas prácticamente durante una década.

Desde la lógica de esos jóvenes, esos hierros solo sirven para matar. Las libertades de otros para portarlos –en especial los de uso militar–, terminan ahí donde ellos, los niños y los jóvenes, históricamente, han puesto los muertos.
Columbine, Sandy Hook y Parkland constituyen apenas tres capítulos de un relato de horror que suele terminar con oraciones y condolencias hasta que, de nuevo, otras balas caigan sobre ellos como pesadas piedras de Sísifo. Y se resisten a engrosar las estadísticas en una cultura donde hay más armas que personas, y en la que la violencia es como un pan amargo que se va tragando día a día.

Camila Cabello también asistió a la marcha.
Camila Cabello también asistió a la marcha.

Los oradores –anglos, africano-americanos, latinos/hispanos…–, expresaron desde su diversidad el espíritu del momento, por lo pronto con dos importantes implicaciones.
La primera, un claro VOTE THEM OUT, esto es, la determinación de hacerse sentir en las urnas, en especial durante las elecciones de medio término del próximo noviembre. Y deben ser tomados muy en serio: hoy estos millennials sobrepasan a los baby boomers –es decir, a los nacidos después de la última guerra mundial y algo después– como fuerza votante.
La segunda, otro grito: ¡NO MAS!, acompañado de la determinación de no aceptar más ni el poder ni la capacidad de cabildeo de la poderosísima Asociación Nacional del Rifle. “Fuego soy” –escribió una vez Miguel de Cervantes– “y espada puesta lejos”.
“¿Son estos los Estados Unidos en que queremos vivir?” –fue una de las preguntas claves a las que tributaron tanto dentro como fuera de la tribuna.
Elocuente en sus silencios, como ese de seis minutos y 20 segundos, el tiempo que le tomó al asesino segar más de una docena de vidas en una escuela de la Florida.
Elocuente en sus silencios, como ese de seis minutos y 20 segundos, el tiempo que le tomó al asesino segar más de una docena de vidas en una escuela de la Florida.

Entre ellos, Enma González, esa joven cubano-americana que ha emergido como una de las líderes naturales de este movimiento, porque lo es. Tan sencilla como clara en su capacidad de denotar y comunicar. Elocuente en sus silencios, como el de ese discurso ese de seis minutos y 20 segundos, el tiempo que le tomó al asesino segar más de una docena de vidas en una escuela de la Florida.
Y emocional en buena ley, desde lo profundo, con una bandera que la contemplaba orgullosa desde la manga derecha de su chaqueta.
La flecha ha sido lanzada.
Se trata ahora de ver qué pasa esta vez con el blanco.

 

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