¿No le gusta la normalización? ¡Pues viaje a La Habana!

Que el ex secretario de Comercio estadounidense, el republicano de origen cubano Carlos Gutiérrez apoye la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no es una novedad. Ya lo hizo en un artículo de opinión publicado en The New York Times y en una entrevista concedida a OnCuba.

Otros pesos pesados del empresariado cubanoamericano y del staff político de Washington se han unido a este entusiasmo por la reconciliación y los cambios en la nueva economía de la isla donde nacieron ellos o sus padres.

A estas alturas, lo menos importante es comparar las posiciones del pasado con las del presente, por más que se sienta el impulso de hacerlo.

Estrechando las manos con Raúl Castro, el presidente Barack Obama abrió los ojos a una nueva comprensión hacia Cuba, tanto para los estadounidenses como para algunos emigrados de la Isla, aún enganchados a una visión típica de la Guerra Fría.

Carlos Gutiérrez demuestra con actos y palabras cómo, en apenas unos meses, una persona puede pasar del escepticismo total a la defensa convencida de la normalización, sin renunciar  al resto de sus creencias, como confesó en las páginas  de The New York Times en junio pasado.

“Después de años de hostilidad y fallidos intentos de distención, me pregunté: ¿el gobierno cubano realmente quiere mejorar sus lazos con Estados Unidos, o es simplemente otro movimiento de ajedrez en un juego tedioso?” escribió en un artículo donde termina apreciando los cambios en la economía cubana, una actitud muy diferente al pesimismo expresado por él mismo en diciembre de 2014 en una entrevista concedida a la revista TIME, y publicada exactamente un día después de anunciarse un acercamiento que entonces comparó con “un huevo en la cara”, recomendando “no creer que Cuba está cambiando mágicamente”.

El mejor consejo que ofrece ahora Gutiérrez a los partidarios del retroceso con Cuba es subir a un avión y ver el país con sus propios ojos. Fuertes palabras para un político que durante cuatro años encabezó una comisión pensada para el cambio de régimen en La Habana a nombre de la Administración Bush (hijo), cuando era su Secretario de Comercio.

Numerosas delegaciones de congresistas y senadores aterrizaron en el Aeropuerto José Martí durante 2015, al igual que tres gobernadores (Cuomo de Nueva York, Hutchinson de Arkansas, Abbott de Texas), persiguiendo plantar bandera para sus granjeros y hombres de negocios en general, a veces en completa sintonía con los intereses de la agroindustria en sus territorios.

En contraste, ningún representante político de La Florida o de Miami ha tomado un vuelo a La Habana. La de por sí numerosa representación cubanoamericana en el Capitolio de Washington se alineó rápidamente contra la normalización en formas disímiles: con incisos contra los viajes en proyecto de ley o con un plan de retroceso incluido en una propuesta general de política exterior, como hizo Marco Rubio.

“Es curioso, mucha de la gente que se opone a levantar el embargo, nunca ha ido a Cuba…pero son expertos”, ironizó Gutiérrez en un programa Club de Prensa de la cadena NTN24, repitiendo los términos e impresionados antes comentados en una entrevista al blog del Instituto George W. Bush.

En ambas ocasiones, expresó su respaldo a un acercamiento efectivo con la Isla y que el futuro político del país se decidiría en su interior, llamando a dejar a un lado los “mitos” acerca de cómo un desbloqueo no beneficiaría a la población cubana en general.

En el verano la Casa Blanca recibió y escuchó a empresarios cubanoamericanos en un encuentro realizado pocos días desde de la reapertura de la embajada de la isla en Washington, antes de la entrada en vigor de un segundo grupo de medidas aplicadas en septiembre pasado para el alivio parcial de las sanciones y restricciones contra Cuba.

Tales acciones son valoradas como insuficientes dentro y fuera de la Isla, incluso por los senadores Jeff Flake (republicano) y Patrick Leahy (demócrata), dos veteranos en el respaldo a una reconciliación con el país caribeño. En una carta a Obama, ambos legisladores propusieron a su gobierno moldear los cambios a las características propias del sistema económico cubano y eliminar el resto de las restricciones financieras, una opción posible en las amplias facultades ejecutivas del presidente estadounidense para modificar el bloqueo.

La diplomacia comercial era uno de los pilares de la nueva política hacia Cuba en diciembre de 2014. Un año después, el concepto ha desaparecido de los comunicados, teleconferencias y discursos, incluso a pocos meses de una visita a La Habana de la secretaria de Comercio Penny Pritzker, cuya agenda estuvo marcada por las líneas de mensaje más recientes de la Administración Obama.

Una parte del empresario cubanoamericano sube al tren de la normalización y pide desde Estados Unidos que vaya a toca máquina. Pero la buena nueva mundial de un acercamiento con la isla prohibida es por ahora un proyecto muy rentable solo para quienes se encuentran fuera de EE.UU. y pueden sentarse a esperar cómo uno de los últimos muros de la Guerra Fría cae… un ladrillo detrás del otro.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo en La Habana. Foto: AFP
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo en La Habana. Foto: AFP
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