Zoo(i)lógico

Aunque no se ha transmitido por la televisión, la serie "Zoológico" ha tenido una amplia distribución en toda Cuba. Foto: Facebook.

Aunque no se ha transmitido por la televisión, la serie "Zoológico" ha tenido una amplia distribución en toda Cuba. Foto: Facebook.

En el patio, Lorena, que no es actriz pero que –como todos– conoce una pizca del tema, dice: “Qué mala la interpretación del nuevo director del zoológico”. Interviene Arístides: “Es que se trata del papel de un hombre al que le toca encabezar un lugar del que no entiende nada, como que te pongan a ti a administrar un zoológico”. Lorena tampoco es bióloga, sin embargo, el planteo de Arístides se mueve por una cuerda contraria y acaba proporcionando un dislate. Ningún actor actúa como quien no sabe actuar.

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La serie televisiva Zoológico, que ha ganado rastreramente la popularidad en Cuba, no ha sido censurada de forma oficial. Su salida en la pantalla chica la aplazaron y se ignora hasta cuándo. Como se ignora el rating que ostenta o qué posible energúmeno la subió a YouTube, quizá para la buenaventura de muchos.

En medio de la cortina de humo, las acusaciones apuntaron a su director, Richard Abella, pero el protagonista Daniel Romero pone las manos en el fuego por la ética del prójimo señalado. Hombre de principios, responsable y profesional, así lo califica (a Abella). Desde Berlín, Alemania, Daniel dio un espetón por Facebook a favor de Carlos Lechuga, el realizador del tachado filme Santa y Andrés, y lo molieron a golpe de comentarios. Luis Alberto García salió en su defensa y, con su intromisión, las aguas se calmaron de súbito.

Muy serio es Daniel. Solo arqueará su delgada comisura porque unas muchachitas vienen a vuelo, antes de que cruce la avenida 23, para que pose a su lado en una instantánea, después de secretear una con la otra como si comerciaran (la ligereza lleva su trámite raudo).

“El asunto con la gente se hace muy pesado, engorroso”, dice.

La frecuencia con la que lo abordan no se debe a su papel de José Martí en El ojo del canario. Daniel es el intérprete de Leo, el protagonista de Zoológico, el producto de relativo picante que se esparció por el Paquete Semanal, esa respuesta sui géneris vía USB a la insólita falta de internet del país. Pólvora destellante en digital. Lo que huele a prohibido, desde tiempos adánicos, atrae el triple. La fruta y Caín son más noticiables que los Diez Mandamientos. La tentación y el fratricidio contra la orden divina.

Las políticas culturales del Paquete Semanal

En el casting del filme sobre José Martí, su director, Fernando Pérez, narigudo, bigotudo y hábil, vio a Daniel Romero en la piel del héroe adolescente y el excepcional orador. Antes le pidió a Daniel, con diecisiete años de edad, que se miraran mutuamente a los ojos, sentados de frente y en absoluto silencio. Fernando Pérez quería explorar las reacciones, llegar a lo mejor a una conexión más íntima con el actor.

—¿Y qué te dio por hacer?

—No me acuerdo, fueron varias mis respuestas, difícil hacer memoria.

Esta tarde tiene 26 años.

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En el Zoológico Nacional se hizo la serie juvenil de 45 capítulos de 27 minutos de duración. Con música de Kelvis Ochoa y guion de Amílcar Salatti y Yoel Infante, que actúa como padre del personaje de Fernanda, y financiada por la Casa Productora de 51 y 26, donde se seleccionó el elenco.

Fue Daniel, quien asegura que Virgilio Piñera es el Chéjov de Cuba, el que le exigió a Abella que le hiciera la prueba del casting. Abella conocía a Daniel de su trabajo en El ojo del canario, y tenía la seguridad de que era el actor idóneo para desdoblarse en Leo.

Ahora Daniel repiquetea con los nudillos sobre la mesa a la que nos sentamos. Viste un pulóver ajustado y pantalones negros.

Richard quería cubanía, asere, mestizaje, y no cayó en el facilismo de buscar a los que suelen asumir los roles negativos, dice después de insistir en que su parecido con Leo, en cualquier sentido, es nulo.

Zoológico iba a estrenarse en televisión en el verano de 2016. Se promocionó por emisiones de Mediodía en TV y Entre tú y yo. Ante el retraso inexplicado de su salida, el producto se escurrió y la propiedad hurtada fue a parar a la distribución por el Paquete y YouTube. Era el debut de Daniel en series televisivas .

Costó, además de la inversión monetaria, seis meses de rodaje con una sola cámara, los cuales dividieron al equipo entre la duda de lograrlo y la confianza plena en el proyecto. Hubo otro embate en contra: la madre de Abella, falleció mientras se filmaba.

El director Richard Abella (derecha) da indicaciones durante la filmación de "Zoológico". Foto: Facebook.
El director Richard Abella (derecha) da indicaciones durante la filmación de “Zoológico”. Foto: Facebook.

“Pero si las cosas se hacen de corazón, tienen un buen resultado”, explica Daniel.

Richard se fue a los Estados Unidos con su mujer embarazada. También Daniel vio la serie por el Paquete. Abella nunca se la cedió a nadie.

En el ICRT les informaron que la van a transmitir. La última fecha que dieron para su “estreno” fue el 14 de febrero por Multivisión a las 8 y 30 pm. Y es una serie concebida para horario diurno.

“No tiene contenido punible, por el contrario, es constructiva“, dice Daniel y piensa que el rechazo viene por la telenovela La sal del paraíso, del mismo Yoel Infante, cuyo horario desplazaron hasta las once de la noche, porque coincide con el tema de las peleas clandestinas de perros y las personas en aquel momento telefonearon quejándose por lo crudo de las imágenes.

La escena de la pelea de perros en Zoológico, sin embargo, es vaga y fugaz. No hay planos directos o desapacibles. En cambio, se ven otras abominaciones: el robo y venta ilegal de carne destinada a alimentar a los animales; el desplume de aves para labores de santería; una madre desnaturalizada que mantiene a su hijo en la calle, pernoctando en el palomar de su amigo; un barrio fuera de las normas sociales.

“Pasamos seis meses trabajando con una parte del equipo del ICRT muy incapaz que solo quiere cumplir el plan de rodaje y recoger su dinero al final; terminar la jornada e irse a su casa, que a veces sabotean tu trabajo, ni hacen silencio cuando te toca concentrarte, o no te sirven primero la comida cuando los actores necesitan prioridad, o el agua que te dan está turbia”, narra el actor.

Daniel Romero (derecha) con el también actor Germán Alcolea. Foto: Facebook.
Daniel Romero (derecha) con el también actor Germán Alcolea. Foto: Facebook.

La mesa recibe un golpe porque Daniel se sintió burlado por los cómplices en el aplazamiento de la serie y necesita, tal vez, una descarga o expresarse sobre “la gran mediocridad que hay; actualmente cualquiera es director. Entras como luminotécnico, pasas un curso de cámara y eres camarógrafo, pasas otro y eres director de fotografía, y sigues escalando. En el cine tal embajada les da financiamiento a tres comemierdas que escogen actores bien parecidos y actrices que les sirvan para un affaire. No hay estudio ni profundidad.”

—¿Quiénes son los responsables del retraso?

—Nadie lo sabe. No tienes adonde dirigirte, adonde buscarlos.

—¿No es contradictorio y hasta irracional que censuren una obra por la cual se aprobó con antelación un presupuesto estatal? ¿No les trae pérdidas?

—Es contradictorio y si les da o no resultados, ellos sabrán. A fin de cuentas, yo cobré por mi contrato.

—¿Volverías a una serie en televisión?

—Sí, con un director y un guion que me interesaran, me lanzaría.

Yunior Rojas, conocedor de adiestrar dobles, lo entrenó para hacer de Leo en las escenas de acción. Lo llevó a lugares donde habitan personas con otros modos de ser. Fueron a los barrios de San Leopoldo, El Fanguito y Juanelo. Filmaron en La Fernanda. Cerca del matadero de Lawton. Cerca de San Miguel del Padrón. Rojas juntaba a unos muchachos, los ponía a confrontar a Daniel pegándole, atizaba su lado más agresivo.

Leo cuida de los ponis. Daniel se arriesga a contraer enfermedades en el ambiente. En una escena, Daniel y Leo manipulan el bisturí y diseccionan a un flamenco, en otra, se enfrentan a un majá enorme.

—¿El nombre de Leo tiene que ver con una actitud de león?

—Quizá, tendrías que preguntarles a los guionistas.

El contacto que me pasa, el de Amílcar Salatti, no funciona. En una llamada, Amílcar me dice que hubo una reunión por el tema de las declaraciones a la prensa y se determinó no soltar la lengua hasta que llegara el estreno inacabable. Le revelo que son preguntas mansas, el nombre de Leo, la intención de la serie, la elección del sitio. Me pidió un plazo. La negativa se cumplió finalmente a la semana.

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El personaje de Aidana Febles, no tiene vínculos con el zoológico sino con el barrio de Juanelo en San Miguel del Padrón. Aidana actuó en la película La ciudad de Tomás Piard. Tiene una belleza mediterránea, tipo francesa, y camina como flotando. No tiene tampoco, de cerca, el ímpetu y la ferocidad de Yumaris. Ni la voz chusca, la suya es blanda y limpia. Físicamente no convenció en el casting, a pesar de haber gustado lo que le imprimió a su Yumaris.

En San José, Jaruco, unas mujeres discuten “No, hija, no es ella, la flaquita esa no se parece en nada”.

El director quería a una joven más “ricota”, dice. Buenota. El equipo la citó para una segunda prueba. Aumentó de peso, levantó musculatura en el gimnasio, siguió una dieta rica en carbohidratos. Dos meses, cada una hora, molía, abarrotaba el estómago. Por razones personales, el esfuerzo se vino abajo y para el período en que le tocó la filmación, había perdido libras, volvía a su fachada habitual. Aun así, Aidana interpretó a Yumaris, la novia alegre de cascos de Leo, la que sobrevive en el barrio rozagante, quebrantando la ley con negocios.

Aidana encontró a su personaje en la calle. En las guaguas la estudiaba. Una Yumaris, otra y otra detrás, desajustada, mascando golosinas, manoteando en una esquina. Cuando se recoge el pelo arriba en un moño, la identifican enseguida, nunca con el pelo suelto. Una vez la llamaron: oye, niña, ¿tú tienes queso? y ella dijo ¿eeeh? Y ahí le dijeron Yumaris y ella que aaaah. En el argot popular viene siendo una pregunta, por lo menos, incómoda. El queso es uno de los productos que vende clandestinamente Yumaris, pero se refiere, además, a un tiempo algo prolongado sin coito.

—Y en estos días que ya lo entiendes, ¿qué les contestas?

—Digo que no, que se me acabó o que me traen la semana que viene.

Aidana Febles. Foto: Facebook.
Aidana Febles. Foto: Facebook.

Por internet, a Aidana le escriben desde México, Colombia, Estados Unidos. Un cubano que vive en Rusia. En el Mónaco, en el área WiFi donde se conecta, le preguntan por Leo. En Facebook, 350 nuevas solicitudes de amistad. No acepta todas. La felicitan por su trabajo. La invitan a salir.

—¿Tú que has dicho?

—Por supuesto que no.

Al igual que Daniel, Aidana ha cumplido veintiséis primaveras y destaca su diferencia con el personaje.

Le consta que la gente está pidiendo una segunda temporada. Se lo confiesan, la interrogan. Dice Aidana que los niños van al zoológico y buscan a los personajes de la serie entre los trabajadores. Que en horario diurno no será adecuado ponerla: hay temas de impacto.

Cree que la censura está de moda en Cuba y que aniquila al artista; es el irrespeto hacia el tiempo empleado y a la dedicación de lo que hace. Aidana proviene de San Juan y Martínez, Pinar del Río. Allá quieren enterarse por su familia de cuándo irá. Aquí, ella se disgusta porque en los créditos figura como Aidana Hernández y prefiere Febles, que es su nombre artístico.

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Hubiera sido su primera aparición en la tele. Abel López quería ser actor. Pasó por grupos infantiles. Pasó, luego del preuniversitario, por el conjunto de aficionados de nombre Olga Alonso.

Abel, 24 años, estudiante del Instituto Superior de Arte, curso para trabajadores, se batió en una prueba de selección llena de aspirantes. Y, tras el esfuerzo, nada en la televisión. Per aspera ad astra. El Paquete fue lo que evitó el fiasco redondo.

Es domingo 12 de marzo. Toma un taxi y el pasajero que le acompaña le cuenta que cada día su esposa lo espera para que la acompañe a ver la serie. No lo culpa a Abel, es un elogio.

“Los artistas nunca están contentos al cien por ciento con su trabajo, pero sí con el producto acabado y, con el reconocimiento. Te das cuenta de que no trabajaste en vano.”

Abel López. Foto: Facebook.
Abel López. Foto: Facebook.

Para hacer de Gabriel, Abel subió veinte libras. El maquillista le sugirió que se dejara el pelo largo, le daría un aire más bonachón; al inicio de la serie se crea una duda de su sexualidad, si era gay o no. Y no.

Aprendió a galopar a caballo, rodeado de los animales salvajes de las praderas. Se acostumbró al rugido y al mal olor de la zona de los leones. Lo soportó todo.

El personal del zoológico ayudó a que el tiempo empleado se hiciera llevadero y agradeció que el personaje de “El zurdo”, sirviera de homenaje a un hombre real, un trabajador cardinal del foso apodado así.

Pachy, de una química tremenda con los leones, al extremo de acariciarlos, estaba pendiente de los actores y las fieras durante las escenas que los podían comprometer. Pachy el indefectible. Sin él ni pensarlo, dice Abel.

En común con el personaje, Abel tiene lo de discutir por sus ideas, el apego a sus familiares, también es intolerante con las traiciones de mujeres y amigos.

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Daniel Romero está en un bar con la novia real, actriz. La de la telenovela, Yumaris, Aidana, los acompaña y sorbe de un trago en su mano. Los tres son amigos desde la Escuela Nacional de Arte.

Con los actores suceden estas confluencias. Pese a la liberación que les brinda el teatro y lo histriónico, son animales de una misma jaula, en exhibición. Otelo, Angustias, Leo y Yumaris.

Pronto se les arrimarán con algún agasajo y petición de selfies. Pronto el telón de los juicios administrativos desafortunados, de tela ridícula, cuya naturaleza es tapar, queda inservible sobre las tablas del hado. Merecidos o no, correctos o no, lo que cuenta, lo que ruge después de la obra, son los aplausos incensurables del público.

https://www.youtube.com/watch?v=vK3yEUaudXg

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