¿Por qué recordamos más nombres que caras?

Una investigación científica realizada en Inglaterra estudió qué habilidad tenemos más desarrollada: ¿recordar los rostros de las personas o sus nombres?

Un estudio realizado por la Universidad de York en Inglaterra sugiere que somos mucho mejores para recordar nombres que para recordar caras.

En la introducción los científicos parten de la siguiente premisa: «Olvidar los nombres de las personas es un error cognitivo común. Muchos de nosotros hemos experimentado la vergüenza de pensar ´Reconozco tu rostro, pero no recuerdo tu nombre´». Dicen que buscaron hallar el «problema original que subyace al fenómeno del ´reconozco tu cara pero no puedo recordar tu nombre´».

Los científicos han pedido a un grupo de estudiantes que miren fotos de personas que no conocen, así como sus nombres. Inmediatamente después de la fase de memorización, los conejillos de indias tuvieron que tratar de asociar los nombres y las caras.

Los resultados fueron claros. Los participantes fueron mucho mejores para recordar nombres que rostros. En promedio, el 73% de las caras fueron reconocidas. Pero la identificación de los primeros nombres fue exitosa en un 90%, incluso al cambiar el perfil de la cara.

Los científicos explican que si pensamos que los nombres de pila son más difíciles de recordar que los rostros, es porque estamos confundiendo la acción de «reconocer»  con la de «recordar». Al parecer, el ejercicio que nuestro cerebro practica para uno u otro proceso es muy diferente.

Recordar una cara es un proceso de reconocimiento (reconocimiento): una función en gran parte inconsciente del cerebro. Una asociación de experiencias entre la cara en cuestión y el contexto en el que la vimos.

Para un primer nombre, la experiencia es diferente. Es un proceso de recuperación, es decir, el cerebro «reproduce» la actividad neuronal del momento en que recibió el primer estímulo. Este proceso es más consciente.

Si recordamos más un nombre que una cara es porque en realidad, dicen en la Universidad de York, nuestra capacidad para recordar no es tan buena como la capacidad para reconocer. Aunque, concluyen, eso no es lo más habitual.

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