Desde la nostalgia

Turrón de maní
Café de la bodega
Guayabita del Pinar
Y una caja de H. Upmann

Pedazos de mi tierra que alimentan la nostalgia.
Pensé que la mataba, que con pequeños caprichos me acercaba, pero se abre la herida con cada mordida, cada trago…

Cada sorbo de café me traslada a mi patio. Café recalentado en las mañanas que saboreaba con un toque de criollo.
(El H.Upmann era solo en ocasiones especiales)
Al principio me iba al patio para escapar de los reclamos, luego se volvió una costumbre, un placer, una rutina que me ayudaba a comenzar con pie derecho el día.
El café se acompaña con tradición, con cariño.
Una colada se comparte y se celebra.

En una jaba mis turrones. Los devoro, los muestro, los alabo. Solo a mí parecen deslumbrarme.
“No gracias, no gracias, no gracias”
Hago espacio para comerlos todos sola.

La única exitosa es la Guayabita. El alcohol lubrica las amistades. Anuncio con anticipación el día del destape. Nos reuniremos a su alrededor y ella será la reina. Para los demás: algo nuevo, fuerte, quizá demasiado fuerte.
Para mí: un sueño de Malecón, de 5ta avenida, o del portal de mi casa.
Ilusiones que se irán con la última gota, el último sorbo, el último cigarro, el bocado final…

Mi pedazo de tierra vive en mí, así la recuerdo.
Me alimento de amalgamas artificiales, lazos consumibles de añoranza. Pero así lo prefiero.
Quiero recordar tus cosas lindas, Cuba.
No quiero que nada empañe tu imagen ni mis sentimientos por ti.
No estoy dispuesta a mendigar un pedazo de lo que es mío, no por nacer, sino por descubrirte.
Entendí que somos lo mismo, que a donde vaya siempre habrá un lugar para ti donde vivirán mis recuerdos y espero, mi familia.

Prometo reinventarte y conservarte, y nunca renunciar a mi cubanía, a pesar de lo que digan las leyes.
He decidido ser cubana para siempre, en la distancia, hasta que estemos de nuevo juntas,
y esto nadie podrá cambiarlo.

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