Guerlain en el Prado habanero

Foto: Saint Rémy.

Foto: Saint Rémy.

Al número 157 de la calle Prado, donde estuvo hace un siglo su primera boutique fuera de Europa, regresó Guerlain.

Con una fachada gris, el interior forrado en madera casi tan negra como el ébano y extensas vidrieras donde reposan perfumes, cosméticos y jabones, la Casa trabaja de forma exclusiva en manos de Saint Remy Trading S.A.

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La vendedora de esa distribuidora francesa, Susel Ferrán, dice que cuentan con casi todas “las atrevidas fragancias” de Guerlain que por décadas han conjugado calidad y lujo.

Según Ferrán, el espíritu de la marca está en la conservación de la estructura, los pisos y el mobiliario, y en la posibilidad de traer la mayor parte de su cosmética, donde destaca la línea de polvos Terracota, que gusta mucho y que desde hace 15 años no se encuentra en Cuba.

La reapertura de este local, “el más lindo regalo de Navidad” según el historiador de La Habana Eusebio Leal,  representa también la posibilidad de contar allí con el catálogo completo de Saint Remy, que desde hace dos décadas asegura la comercialización de las más grandes marcas de perfume del mundo en la Isla.

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Acerca de lo que significan para los cubanos los nombres de Dior, Givenchy, Versace, Dolce & Gabbana, Narciso Rodríguez y Azzaro, impresos en dorado o plateado, Ferrán asegura que aunque muchos creen que quienes más compran esos perfumes en Cuba son los extranjeros, las ventas indican lo contrario.

“Cerca del 95 por ciento de nuestros consumidores no son foráneos. Los cubanos prefieren ahorrar durante todo el año para tener un buen perfume, que comprarse un artículo de otra naturaleza”, asegura la experimentada vendedora.

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En las cadenas de tiendas del país, explica la especialista, la perfumería ocupa el primer o el segundo lugar en volúmenes de ventas porque “somos un pueblo presumido y tenemos una antigua cultura del perfume”.

Otra potencialidad de Prado 157 es ofrecer una gama de productos para todo tipo de consumidores: “Se pueden encontrar lo mismo perfumes por el precio de 5 CUC que otros que cuesten 130”.

De acuerdo con Ferrán, lo que en 1917 se abrió como una franquicia de la casa matriz parisina de Guerlain funcionó hasta mediados de los sesenta. Siguiendo el camino del deterioro, el local de Prado fue un taller para reparar radios y bicicletas en los aciagos años noventa y cuando empezaban los 2 mil, una perfumería que quedó clausurada por problemas constructivos.

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El empuje del presidente de Saint Remy, Christian Fournier y de Eusebio Leal, al frente de la compañía Habaguanex S.A., llevó a término una idea ambiciosa para recuperar un local que a partir de la próxima semana recibirá al público y permitirá comprar “solo los mililitros de perfume que quiera cada cliente”.

Sin perder de vista las lecciones del fundador de la marca de perfumes en 1828 en París, François Pascal Guerlain, cuando exhortaba:”Hagan buenos productos. No cedan nunca con la calidad. Por lo demás, tengan ideas sencillas y aplíquenlas escrupulosamente”, la Casa Guerlain de La Habana busca ser un sitio donde “solo el renombre permanezca”.

 

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