Guanahacabibes: paraíso terrenal

En Guanahacabibes las horas se registran más por el Sol que por el reloj, y cada roca, paraje, tramo costero o cueva, guarda una historia.

La península (1183 km2, ubicada en el municipio Sandino), se divide en dos cabos:, Corrientes, en la porción oriental, y San Antonio, en el occidente. Desde la ciudad de Pinar del Río se llega por la carretera Panamericana, extensión del vial central cubano –nombrado así por ser parte de un proyecto intercontinental que pretendía, en la década de 1930, convertir a Cuba en puerto para barco de pasajeros (Ferry).

Unas 38 896 personas (veintitrés por km2) conforman su población; de ellos, el cincuentaiocho por ciento vive en núcleos urbanizados. Se ocupan principalmente de la gestión ambiental y turística, y de la conservación y preservación de los bosques de esta zona que, en 1987, fue reconocida por la Unesco, con la categoría de Reserva Mundial de la Biosfera. Su área-núcleo, el Parque Nacional de Guanahacabibes, posee dos Reservas Naturales: El Veral y Cabo Corrientes.

La playa del Faro (en el cabo de San Antonio) es el punto más occidental de Cuba. Sobre una terraza emergida, se eleva desde mediados del siglo xix, el conocido internacionalmente Faro Roncali –treinta y un metros de altura–, cuya construcción se concluyó durante el mandato del capitán general de la Isla, Federico de Roncali.

Guanahacabibes, nombre pronunciado Guanajacabibes por los aborígenes, ha cambiado su ortografía con los años: Guanacabibes, Guanacahibes, Guanahatabibes, Guanacahive o Guanacavive. Es una palabra compuesta, de raíz arauaca, y puede interpretarse como: lugar de las iguanas o sitio de las iguanas: Guana (Iguana), ha (sí), cabibes (sitio o lugar).

Los moradores primitivos –de la cultura del mesolítico o preagroalfarera–, favorecidos por los abundantes bosques, las cuevas, y las envidiables fuentes
terrestre y marina de alimentos, dejaron su impronta en más de 150 sitios arqueológicos de su geografía. Cronistas españoles, como el Padre de Las Casas, registran esta población con el nombre de Guanahatabeyes.

Los atractivos naturales explican la preferencia del ecoturismo en Guanahacabibes: pequeñas y solitarias playas en forma de caletas, donde en noches de verano recalan especies de gigantescas tortugas marinas; las denominadas casimbas o cenotes, excepcionales para el buceo en cavernas, como la del Valle de San Juan, Poza Redonda y Juan Claro, y los atracaderos de barcos internacionales, con acogedoras instalaciones turísticas: María la Gorda y Playa las Tumbas, poseedoras de los más hermosos fondos marinos de Cuba, por la conservada barrera coralina y cavernas llenas de peces, gorgóneas, abanicos, caracoles, coral negro.

Interesantes y, a su vez, tenebrosas historias y leyendas vinculadas a las cuevas Las Perlas, El Negro, La Barca, La Sorda o La Mina –donde perviven muestras de arte rupestre y restos arqueológicos de los aborígenes–; de piratas, naufragios y tesoros escondidos –como el de la Catedral de Mérida y el enterrado en la cueva Perjuicio (nombrada como el filibustero protagonista del suceso); y de poblados pobres y barracones –Gururú, Carabelita, Bolondrón, Santa Cruz…–, donde se establecían españoles y negros libres buscando el sustento en la producción de carbón, tala de árboles, producción de miel, y se cuenta que la llegada de una mujer constituía un razón para sembrar, en su disputa, la muerte.

Guanahacabibes conserva una de las más ricas biodiversidades de flora y fauna terrestre y marina del Caribe insular, matizada por la existencia de endémicos, muchos exclusivos: el venado o el ganado vacuno montaraz, que salta al paso de los humanos; la iguana y la jutía, que corren al mediodía por los farallones costeros; y el cocodrilo, dueño de los pantanos y las lagunas en Cayo Los pájaros, la mayor reserva natural de aves acuáticas en la zona. Nubes de aves migratorias llenan los bosques en el invierno: el zunzuncito, el ave más pequeña del mundo; el vistoso tocororo; el melodioso ruiseñor…

En este sitio fascinante, donde la naturaleza y el hombre se dan la mano, hay muchos secretos aún no revelados; todos los días Guanahacabibes cambia. Nacen plantas y animales, emigran aves, el carso se va modelando y los sedimentos continúan el movimiento regido por las leyes de la vida.

Texto y fotos: Pedro Luis Hernández Pérez

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