La vida en el camposanto

Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.

Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.

Dicen que la tumba más alta y hermosa de Colón nadie la ha visto; que el diseñador del cementerio Calixto de Loira había colocado su nicho encima de la puerta principal y debajo de la Escultura Las Tres Gracias Teologales, para que no lo cruzaran ni después de muerto.

Pero el arquitecto comenzó la construcción del cementerio por la extensa Galería de Tobías, donde fueron ubicados 526 nichos y –vaya casulidad– este español de 32 años fue el primero en estrenar la Galería. Su cadáver fue colocado el 29 de septiembre de 1872 en el nicho 263 y años más tarde fue trasladado a un osario del panteón del Colegio de Arquitectos de La Habana.

Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.
Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.

Como toda ciudad funeraria, el cementerio Cristóbal Colón combina en su eclecticismo distintos estilos arquitectónicos. Con la llegada de las vanguardias al panorama de las artes plásticas cubanas, muchos creadores como Florencio Gelabert, Juan José Sicre, Rita Longa, Teodoro Ramos Blanco y Fernando Boada dejaron su impronta en la necrópolis. Alrededor de 90 destacados escultores exhiben su obra en este cementerio que reúne 10 mil impresionantes esculturas, convirtiéndose así en el mayor museo de arte a cielo abierto del mundo.

Imitación a un castillo medieval, Terra Amblada cerca de 1920. Foto: Luis Gabriel.
Con la clásica puerta y cercas que limitan las fincas, se ha diseñado este pequeño camposanto dentro del cementerio. 1920. Foto: Luis Gabriel.
Pirámide dedicada al destacado arquitecto José F. Mata, en 1926. Foto: Luis Gabriel.
Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.
Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.
Tumba dedicada a José Raúl Capablanca, campeón mundial cubano del juego ciencia, 1920. Foto: Luis Gabriel.
Amor paterno, escultura que sostiene en sus manos el cuerpo de su padre, 1920. Foto: Luis Gabriel.
Monumento "Al cantor de la tierra", dedicada a los emigrantes gallegos en 1920. Foto: Luis Gabriel.

Con sus 57 hectáreas es el cementerio más grande de América y el tercero del mundo. Desde el monumento al ajedrecista cubano José Raúl Capablanca en forma de Rey hasta la tumba de Amelia  Goyri, La Milagrosa, cada escultura revela le hermosa quietud del campo santo.

Tumba de Luisa Martín, fanática del dominó, fallecida en 1929 tras una emocionante partida. Foto: Luis Gabriel.
Tumba de Luisa Martín, fanática del dominó, fallecida en 1929 tras una emocionante partida. Foto: Luis Gabriel.
La Milograsa en el Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.
La Milograsa en el Cementerio Colón. Foto: Luis Gabriel.
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