Matanzas

Foto: Jenny Sánchez.

Foto: Jenny Sánchez.

Matanzas tiene una cercanía con el mar reconocible. Custodia de la bahía del mismo nombre, el agua domina casi todo el paisaje de esta ciudad, atravesada por sus tres ríos y sus 29 puentes. Con su aire húmedo y salobre, Matanzas recuerda siempre la historia de los aborígenes lanzados al agua.

La belleza de esta ciudad –la primera moderna de Cuba– se descubre desandando sus calles. A la tierra de Carilda, como diría la poetisa en su Canto, le debemos la Plaza de la Vigía, su casa de la Calzada de Tirry, la loma del Estero y el azul de la bahía:

“Matanzas bendigo aquí / tus malecones mojados, / los árboles desterrados / del Paseo de Martí / y el eco en el Yumurí (…) / Sé quieta, sé solidaria, / sé amiga de la marea; / sueña, sueña que pasea / Plácido con su Plegaria. / Sé buena, sé legendaria; / oye un violín al revés, / oye el silencio; tal vez / cuando suena así la brisa / está llorando por Isa / el alma de Milanés”.

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