Pinar del Río aún respira

Cerro serían lapidarios en sus aspiraciones de acceder a la gran final, los verdes han tomado un aire, para quitarse de encima el endiablado zafarrancho del Estadio Latinoamericano. Conclusión: alcanzaron su objetivo, arrancarle una victoria a Industriales (en tres salidas) en su patio para volver a casa y tratar de hacer la hombrada de barrer en los predios del “San Luis” en los restantes dos desafíos.

En un Latino colmado hasta el mismísimo tuétano, los azules no pudieron terminar de ajusticiar a sus rivales. Nuevamente el cienfueguero Noelvis Entenza, abridor por segunda vez en estas semifinales, tuvo una horrenda apertura. Le pidió la pelota para lanzar a la dirección del equipo, intentando una reivindicación, pero desde que se trepó a la lomita sus nervios eran un descontrol total y los envíos hacia el plato nada traían.

El refuerzo de los azules volvió a explotar del box en la entrada inicial y ahora solo suma un tercio de actuación en lo que va de play off. En ese inning, los pinareños atacaron sin piedad dejando mudo al graderío, 5 carreras, no había motivos para la bulla, solo algunos fieles enarbolaron toques de cornetas plásticas para entretenerse y dejar a un lado con la vista, la avalancha de Vueltabajo a madero limpio.

Después, Yosvani Torres se encargaría de mantener siempre algo de diferencia en el marcador, los azules en el segundo capítulo arremetieron contra el mejor pitcher de la temporada y le marcaron 4 anotaciones. Cuando parecía que el diestro no aguantaría el embate de Industriales, supo olvidarse de la grada para comenzar a lanzar pelotas rompientes hacia las esquinas que caían en los costados del home casi que inalcanzables para los bates del lineup de Vargas. Al final, no hubo más que eso, solo aquel desliz de la segunda entradas, 4 solitarias anotaciones que quedarían alojadas para siempre en el pizarrón del cerro.

El box de Industriales fue un pase de lista, cuanto serpentinero se posó por allí con la misma voló. Hasta que apareció el sureño Leorisbel Sánchez, todo lo contrario a su coterráneo Entenza. El zurdo aguantó, contuvo hasta donde pudo a la ofensiva de los discípulos de Urquiola pero su equipo no alcanzó a remontar. No pudieron hacerle más daño a Torres, mucho menos a Julio A. Martínez que vino en su rescate. El siniestro se presentó con rostro de bravucón, se ajustó el pantalón y relevó perfecto lanzando encendidas bolas de humo para después abusar con su arma predilecta: la curva parabólica.

Ni hablar de los sucesos del right field. Conexión de 01 Gourriel que se abrió como un abanico más allá de la línea; Roel Santos nunca la perdió de vista, siguió todo el tiempo la pelota y se lanzó hacia los colchones con la mano enguantada ya en zona del graderío. Aclaro: yo estaba en el estadio, no he tenido tiempo de ver al menos una repetición.

La bola casi queda alojada en el guante de Santos, pero literalmente la afición metió las manos en el asunto e impidió que después del descenso meteórico del batazo, Roel se quedara con ella. La decisión después de más de 40 minutos de espera, un lapso en el que árbitros y jugadores dejaron en solitario la grama del estadio en un absoluto desdén, fue decretar la jugada out. De ahí, emergió Pinar, salió ileso. El partido se enfrío en los vestidores y los verdes salieron más enchufados que los azules. Siete innings después ya celebraban el regresó a casa.

Mientras, quizás ociosos, los matanceros se afilan los dientes esperando rival. Los de Víctor Mesa ya tienen servida la mesa para su invitado, el que sea, tendrá que viajar hacia el pantano del “Victoria de Girón” para subirle el telón a la gran final de esta temporada. La silla de ese distinguido huésped aún sigue vacía, Industriales está más cerca de cargar con los bártulos (3 éxitos), pero aún Pinar respira (2 victorias).

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