Caimanera, el pueblo más cercano a la base naval de Guantánamo

Dos garitas militares hay que franquear para acceder a Caimanera, uno de los poblados cubanos más conocidos a nivel internacional porque allí está, desde 1903, una base naval estadounidense.  La instalación militar, también conocida como Gitmo, ocupa 117,6 kilómetros cuadrados de la Bahía de Guantánamo, una de las más extensas del mundo

Caimanera limita al norte con la provincia de Holguín y el océano Atlántico, al sur con el Mar Caribe, al este con Paso de los Vientos y al oeste con Santiago de Cuba. Su clima es semidesértico, muy caliente, porque esta es una de las regiones del país más próximas al Ecuador.

Su vegetación por lo general es amarillenta, la atraviesan varios ríos y predominan en el territorio los yacimientos de sal. Esto explica el éxito de las salinas Cerro Guayabo y Frank País, esta última catalogada como la de mayor producción nacional.

A veces, cuando en la base se hacen entrenamientos militares o explota alguna mina, el estruendo se siente en toda Caimanera —al menos eso dice la gente de allí—. También se ven desde las casas los fuegos artificiales que acompañan la celebración del día 4 de julio, fiesta nacional estadounidense.

Poco más de 11 mil personas habitan esta localidad al sur del extremo más oriental de Cuba, allá donde casi nada es ordinario, ni siquiera los salarios. Los trabajadores, por ejemplo, cobran un estipendio especial consistente en un treinta por ciento por encima de su sueldo mensual, y todos los pobladores, sin discriminación por edad, se benefician con un plan de alimentación que incorpora dosis especiales de carne y leche a la canasta básica subsidiada por el gobierno cubano.

Un permiso, expedido con varios días de antelación por las autoridades de la provincia o del municipio, donde constan los datos de quien solicita pasar, fecha de llegada y salida más el nombre del amigo o familiar a quien se visitará, es imprescindible para entrar al poblado, en tanto los residentes portan un documento que les garantiza el acceso sin contrariedades.

Informaciones recientes sobre Caimanera divulgadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), detalla entre sus principales actividades económicas la agricultura y la ganadería, la explotación de minas y canteras,  la manufactura,  la construcción y el comercio.

Pero eso es ahora, porque antes, hace poco más de medio siglo atrás, uno de los negocios que más fama dio a la localidad fue la prostitución. Así cuenta Ofelia García Campusano, caimanerense y directora del Museo municipal 19 de diciembre.

Hasta mediados del siglo XX, según ella, en la parte sur de la ciudad existió una “zona de tolerancia”, barrio repleto de tabernas y prostíbulos como el “Cachalotte bar”.

— Precisamente  en ese –explica– se hizo famosa la prostituta María La Grande, pero casi ninguna de las mujeres que se dedicaban a eso eran nacidas aquí.

— ¿Tuvo que ver la existencia de la base con el florecimiento de este negocio?, curioseo.

— Sí, claro. Las muchachas salían de los campos y venían a Caimanera a buscar a trabajo. Los hombres también lo hacían porque aquí habían más de dos mil negocios de todo tipo, relacionados con el puerto y la base, pero las mujeres siempre tenían peor suerte y acababan en los tugurios. Una vez “usadas”, ya no podían regresar a sus casas. Cosas de la época.

— ¿Qué condiciones higiénicas tenía la zona de tolerancia?

— Por raro que parezca era el barrio de mejores condiciones, lo cual era una rareza. El  dinero en esta región nunca se invertía en obras sociales pero para proteger a los marines, esa zona fue la primera que tuvo un sanitario (médico), calles asfaltadas, acceso a agua potable, y hasta un Reglamento para ejercer la prostitución del cual tenemos copia en los archivos del Museo. Incluso se le garantizó tandas  especiales de cine a las prostitutas.

Caimanera tiene dos calles principales. Una se llama Correo y es donde están las sedes del Gobierno, de Radio Bahía, de la Ludoteca infantil, del teatro, del cine  y, por supuesto, un parquecito central. Ese es lo que podríamos llamar “el centro” del pueblo, sitio donde además se dejan ver unos cuantos cuentapropistas.

“Hasta hace dos años la vida aquí transcurría entre las tiendas de productos industriales, la panadería, la placita, la bodega, una barbería-peluquería, y algunas cafeterías pero ahora hay más: están los “boteros” (choferes que transportan pasajeros), y quienes venden discos, ropas, comida…”, me dice Náyade, una joven caimanerense.

Y en efecto, según datos de la Oficina Nacional de Administración Tributaria, allá hay más de 440 cuentapropistas y la mayoría, más de 150, se dedican a la transportación por cuenta propia. Como el resto del país las mercancías que venden, o los productos para elaborarlas, las consiguen en la ciudad de Guantánamo o se las traen de afuera del país, principalmente de naciones latinoamericanas.

La otra calle principal se nombra Carretera y es por donde se accede al poblado. Siguiéndola puede uno llegar hasta la orilla del mar. Una vez allí, mirando al horizonte, se ven los restos de algunas casas tradicionales, construidas como mismo se hacía al sur de los Estados Unidos: de madera, prácticamente en el agua pero sobre pilotes, con grandes ventanales, y cubiertas con tejas de zinc.

Vista de la ciudad
Vista de la ciudad

Caimanera es sui géneris.

Ese llegó a ser uno de los poquísimos lugares de Cuba donde se vio el Canal 8, trasmitido en inglés las 24 horas del día, y todavía se captan, a veces, las emisiones de Radio Bay, también en ese idioma.

La gente, allí, tiene la memoria despierta, porque abundan los ancianos que fueron obreros portuarios en la “Cuba de antes” y quienes tuvieron familiares jubilados en la instalación militar, pero casi nadie teme —por raro que parezca— vivir tan cerca de la base naval. A no ser que, mientras se va creciendo, alguien te asuste con la posibilidad de que un ataque por tierra empiece por tu casa… o cerca de ella.

Para llegar a algunas comunidades aisladas del poblado, los lugareños se trasladan botes y un pequeño catamarán. A la ciudad de Guantánamo, por el contrario, van en guagua o en tren. Sus días son días pacíficos, aparentemente sin mucho que hacer porque siempre hay gente en la calle, comprando, caminando, con cañas de pescar al hombro, o sentada en los portales.

Alrededor de las ocho de la noche, casi con el noticiero, el pueblo calla, las personas desaparecen de los caminos, una música lejana proveniente del Hotel o de la cafetería La Ruina pugna contra el sonido del mar, y es entonces cuando luce Caimanera como de verdad es: pequeña, sencilla, amable y con ese “algo” que la diferencia del resto de los pueblos en Cuba.

Antecedentes históricos

No puede uno caminar bajo el sol intenso de Caimanera, y preguntar por la base o los encontronazos entre marines y guardafronteras,  sin que la gente incluya en sus testimonios los antecedentes de la peculiar situación político-militar que viven.

Cualquiera te explica que la estación naval de la Bahía de Guantánamo se estableció tras anexarse la Enmienda Platt a la Constitución cubana de 1901. Dicho documento planteaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba como condición para la retirada de las tropas apostadas aquí desde la culminación de la guerra contra España.

También establecía la firma de un Tratado Permanente que incluyera el articulado de la Enmienda en virtud del cual se arrendaban esas tierras a  Estados Unidos “por el tiempo que las necesitare” para “establecer en ellas estaciones carboneras o navales” y donde el mencionado gobierno reconocía “la soberanía definitiva de la República de Cuba sobre las extensiones de tierra y agua arriba descritas” pero esta tendría que permitirle “ejercer jurisdicción y señoríos completos” durante el tiempo que ocuparan dichas áreas.

Partiendo de ahí: en 1903 se firmó el Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales y el Tratado Permanente. Más tarde, en 1934, se derogó el viejo pacto, y se firmó uno nuevo –permanente igual-  donde se suprimía el derecho de intervención pero se mantenía la permanencia de la base en tanto “las dos partes contratantes no se pusieran de acuerdo para la modificación o abrogación de las estipulaciones del Convenio”.

La renta de esas tierras ascendía, en la década de 1930, al equivalente a poco más de 4 mil dólares estadounidenses y su terminación requería del consentimiento de ambos gobiernos o el abandono de la propiedad.

En 1961 Cuba interrumpe sus relaciones con Estados Unidos y deja de cobrarle. La Habana, a partir de ese momento, denuncia constantemente la violación del artículo 52 de la Convención de Viena de 1969, la cual declara la abolición de un tratado si se ha usado la fuerza o la intervención, como fue en este caso la inclusión de la Enmienda Platt en la Constitución cubana de hace un siglo.

A partir de la crisis migratoria de 1994, por acuerdo de ambos gobiernos, se iniciaron encuentros regulares entre los mandos militares de cada parte y se ha logrado mantener un ambiente de seguridad en torno al perímetro de la instalación norteamericana, donde hay dos aeródromos, muelles, espigones y amarraderos con capacidad de atraque para distintos tipos de buques.

Zona de prostitución
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Transporte público
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Marines
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